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Lecciones y apuntes de las primarias

Luis Novaresio, especial para El Ciudadano.

La grosera interpretación del resultado de las elecciones del domingo pasado expresada por el presidente de la Sociedad Rural Argentina terminó de darle forma cabal al cuadro de desubicación en el que se zambulló la mayoría de la oposición política. Que Hugo Luis Biolcati no haya usado la expresión “asco”, cuando resucitó tácitamente el voto (des)calificado de los que gustan de ver en plasmas las piruetas de los desnudistas de Tinelli, no lo exime de ser emparentado con el desacierto egocéntrico del gran Fito Páez y tampoco explica la moderación en las críticas que utilizó hacia el ruralista el mundo de la opinión nacional. Sin embargo, el hombre de la SRA contribuyó a darle relieve verbal a lo que acontece en la superficie y de manera soterrada entre el 50 por ciento que le dijo no a Cristina Kirchner.

Fin de una historia

Elisa Carrió está decidida a dejar la política argentina. Ya hay dos universidades que le han ofrecido recibirla como docente de Filosofía del Derecho, lo que le garantizaría el sustento económico diario. Porque hay que decirlo: es de las pocas políticas que en la Argentina no se ha enriquecido forjándose una seguridad de dinero que le permita vivir sin trabajar. Su postulado de intransigencia moral es, en lo personal, intachable. En la política, también es cierto, es lo que dinamitó su pertenencia al mundo de los preferidos por los votantes, porque no admitió otros valores y modos que los propios y sólo interpretados a su manera. Casi como una verdad revelada.

El anuncio de su salida de la actividad pública va a ser hecho luego del 23 de octubre. Aún no está convencida de declinar su propia postulación a presidenta y dejar una boleta corta. Tampoco lo descarta. De no mediar un cambio de ánimo íntimo de la chaqueña, cercano a un llamado más espiritual que intelectual, implicará otro final más de un partido político. Así lo confiesan en privado sus más cercanos.

“Lilita” no menosprecia, como Hugo Biolcati, el voto de los que apoyaron a la presidenta. Tampoco, como el ruralista, lo entiende. En la intimidad, usa el argumento de la desilusión y hasta dibuja cierto reproche hacia quienes antes la seguían masivamente en ciudades como Rosario, la propia Buenos Aires o Mar del Plata. “No me quisieron ni me creyeron. No admitieron enfrentarse con «la verdad». Yo soy la culpable”, les explica a los pocos que pueden frecuentarla hoy.

Algunos diputados de su bloque piensan en el futuro. Voces lúcidas y honestas como las de Adrián Pérez, Fernando Iglesias o Juan Carlos Morán (si reelige) miran con atención al Frente Amplio de Hermes Binner. Allí serían bienvenidos. Otros, como Patricia Bullrich, se imaginan forjando un nuevo nexo con otros bloques pero amparados en sus propios sellos partidarios.

El abrazo peronista-radical

Las coincidencias poselectorales de Eduardo Duhalde y Ricardo Alfonsín nacieron del 12 por ciento de los votos obtenidos por cada uno. La modalidad en ambos es el silencio, la casi nula capacidad de reacción y el fantasma de la renuncia. El radical intentó seguir con su discurso apenas se cerró el escrutinio provisorio. Luego de 48 horas prefirió el mutismo, tomando cuenta de su necedad al comparar, por ejemplo, el masivo apoyo de las urnas al oficialismo con el que se prodigó a la invasión de Malvinas. El caudillo de Lomas de Zamora se llamó a la reclusión verbal luego de la sobreactuada noche del escrutinio, en la que se denunciaba fraude desde su cuartel de prensa sin precisar lugar del presunto delito o características del mismo. “El Tula”, el mítico bombista rosarino, graficó la desazón de los duhaldistas mientras comía pizza de fugazza y queso en el búnker partidario: “Nos garcaron (sic) de arriba de un pino. A llorar a la Iglesia”.

Una poderosa diputada del PJ disidente le hizo llegar a Duhalde la propuesta de renunciar a su postulación a presidente. “Ahora hay que unir a la oposición, Eduardo”, le dijo sin vueltas. Fue en el hotel Salguero Plaza, la misma noche del domingo 14. El ex presidente la ignoró y se encerró en la suite principal acompañado de la senadora Hilda González y dos de sus hijas. ¿Puede haber renuncia antes del 23 de octubre? El escollo jurídico ya está superado. Si la ley prevé que el piso necesario para competir es del 1,5 por ciento para cada categoría, esto implica que “cada categoría” es independiente y admite que algunas de ellas no se presenten en los comicios que vienen, explica un constitucionalista duhaldista. Que ya se tenga tan estudiado, genera espacio para pensar en una dimisión.

Alfonsín jamás barajó bajarse de la elección presidencial. Su partido, tampoco. El único que lo habría dicho en voz alta ante algunos correligionarios sería Julio Cobos. Y de allí no pasó. La estrategia que se plantea ahora en el Comité Nacional es convencer a la ciudadanía de que lo que viene es un voto capaz de poner un dique legislativo a las mayorías kirchneristas. “¿Ustedes creen que la gente se va a entusiasmar con ese tecnicismo republicano después de haber ignorado al Indec, a Shocklender o a Moreno?”, bramó un senador en la mesa de conducción partidaria. “Así van a sacar el 70 por ciento”, dijo el hombre de una provincia del norte.

A escasos 60 días de la elección, ni el centenario radicalismo ni lo que queda del Peronismo Federal son capaces de pensar cómo enfrentar el aluvión de votos oficialista que, al decir del milagroso Jorge Altamira que festeja su escasa colecta de sufragios como si hubiera entrado en el balotaje, sólo un meteorito podría evitar que se repitan los resultados en apenas dos meses.

En Santa Fe, el PJ, desconcertado, se encolumnará con Cristina sin condicionamientos. ¿Y los radicales? “Seguiremos buscando nuestro lugar en el mundo y esperaremos a que octubre nos haga resucitar”, confesó en privado un candidato a diputado.

Esperanza Hermes

“Aunque no le guste la comparación, Binner está hecho del mismo material que Reutemann y Scioli: puro antiadherente de la mejor calidad”. Quien afirma esto es un secretario de Estado que espera ser ministro en la próxima gestión de Cristina. Y lo justifica: “Casi pierde con Del Sel, la presidenta le gana en su propio territorio, el campo le da la espalda y así y todo no se le pega nada de lo negativo. Binner, a pesar de él, está llamado a ser el dirigente que más votos concentre de la oposición y aun del natural descascaramiento del oficialismo”. El gobernador de Santa Fe es ya la sorpresa luego de las Primarias Abiertas, y está en condiciones de aglutinar a los descontentos con el gobierno. “Todo lo que consiga por arriba del 20 por ciento es una plataforma privilegiada para dentro de cuatro años”, confirma el mismo secretario, que sabe que el partido de Mauricio Macri espera un pequeño gesto, cualquiera, para acompañar la fórmula del FAP. Hace unas horas hubo un intento de acercamiento. El propio Binner ordenó cerrar los teléfonos.

Su estrategia se basa en capitalizar a los desilusionados de Alfonsín y de Duhalde a la espera de que se vuelquen hacia él por sí solos, sin necesidad de pagar el costo de conversar con quienes pactaron con el conurbano bonaerense o con la política de Francisco de Narváez. Si se suman a los huérfanos de Alcira Argumedo y Elisa Carrió, más los que sostuvieron a la izquierda pero creen en el voto más útil, el horizonte del gobernador que en dos meses armó su candidatura a presidente se muestra próspero. Muy próspero.

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