Política

Rumbo al 2023

Leandro Busatto: “En Santa Fe pagan mucho los pobres y pagan poco los ricos”

El precandidato a gobernador por el sector de Agustín Rossi propone recaudar más con el aporte de 1.600 ruralistas que concentran el 60% de las tierras productivas en la provincia. "Si no vas a hacer una reforma agraria, por lo menos cobrá los impuestos como corresponde", dice el diputado


El diputado provincial Leandro Busatto es uno de los anotados en el Frente de Todos como candidato a gobernador en la provincia. El dirigente enrolado en el sector que lidera Agustín Rossi reconoce que la renuncia de Cristina a participar de la próxima elección abre un tiempo de debate en el peronismo. En ese marco, pide enfocarse en los postulados históricos del partido, sin “disfrazarse”, aunque sin dejar de aggionarse. En la provincia, se desmarca del actual gobernador y pide un peronismo que la hable más al laburante y no tanto a las grandes empresas. Y juega a fondo con un proyecto que busca gravar con más fuerza a los latifunditas santafesinos, unos 1.600 ruralistas que concentran el 60 por ciento de las tierras.

—¿Qué impacto tiene la decisión de Cristina de finalmente no presentarse en ningún espacio cuando parecía que todo el peronismo se encolumnaba detrás de su candidatura?

—En el plano político me parece que está más pensada hacia el interior del Frente de Todos que hacia la sociedad. La sociedad tiene una referencia en Cristina que trasciende la coyuntura electoral. Es una referencia política y social te diría carente en el escenario político de la Argentina de hoy. No hay un liderazgo que condense tanta expectativa, y que además genere sensaciones positivas como las de Cristina. Las sensaciones positivas no solamente son la de apelar a un pasado inmediato en el que viviste mejor, sino también la de que desde la política podés interpelar realmente a los poderes fácticos de la sociedad. Y podés cambiar las cosas a partir de eso, en función de lo que creés. Eso en la política argentina hoy no es común. No está presente, y lo expresa de modo excluyente Cristina.

—¿Cristina es la única referencia de cambio?

—Yo creo que sigue siendo la única alternativa para que la política siga siendo nuestra herramienta de transformación. Por eso también creo que el fallo judicial contra ella persigue no solamente desplazarla de la escena política, proscribirla a ella, sino de alguna manera también domesticar la política y llevarla a tiempos prekirchneristas. La política en tempos prekirchneristas era una actividad formal de poca interpelación real con el poder y de una representación acotada a los procesos de selección de los candidatos, como único proceso de participación popular. Y después la política al servicio del lobby o al servicio de la coyuntura generalmente transnacionalizada, o generalmente hegemonizada por los factores del poder. Con el kirchnerismo, con Néstor primero y Cristina después, gracias al 2001, donde ese sistema se rompe, la política toma una dimensión de interpelación hacia los poderes reales muy fuerte y un proceso de empoderamiento popular muy fuerte. En el resultante de eso, de casi 20 años de eso, es claramente una dirigente, una referencia como Cristina, que independientemente se presente a elecciones y las ganas o las pierda, en una gran parte de la sociedad sigue siendo la única que lo expresa. Yo creo que su renunciamiento a una candidatura es una interpelación al Frente de Todos. Es saber si la dirigencia política que anida alrededor de ella, y de los que hemos logrado hacer política del peronismo en los últimos 20 años, está dispuesta a continuar ese camino y a darle un sentido histórico al peronismo, o si vamos a claudicar y vamos a dejarlo domesticar por el mensaje metamafioso que nos terminan enviando la Corte, la Justicia y obviamente todo lo que pulula alrededor de eso en términos de lo que implica el poder de Argentina. Parece que es eso, “yo me corro a ver cómo siguen ustedes”.

—¿Cómo se resuelve eso?

—Bueno, se resuelve obviamente con vocación de ocupar los lugares y participando en los procesos electorales, para tratar de construir referencias nítidas que permitan expresar eso del peronismo. Va a haber un gran debate, si ella no está presente, que es el debate que probablemente le importe poco a la sociedad, pero mucho a la dirigencia política: el debate central de qué papel va a ocupar el peronismo en esta etapa de la historia. Si va a ser un partido reformista, si va a ser un partido que va a poder transformar la estructura social de vuelta, si va a ser un partido que solamente se va a anclar en lo hecho hace 75 años y no va a discutir el futuro. Yo creo que Cristina es una dirigenta que permite pensar que la política es pasado, explicando el presente y proyectando un futuro. Y me parece que el peronismo tiene que nutrirse de dirigentes preferentemente también con una vocación de poder importante, que también provengan de una generación criada en estos 20 años de kirchnerismo, que permita seguir interpelando eso. Para ofertas de derecha, para ofertas de centro, y para ofertas dóciles, el menú electoral está lleno. Nosotros tenemos que hacer una cosa diferente.

—¿Cómo se va a relacionar ese debate dentro del peronismo con la gestión actual que prácticamente quedó en manos de Sergio Massa?

—Son dos fotos de la misma película. La política en Argentina tiene un dinamismo que te permite pensar en secuencias que continúan. No en fotos estáticas. La foto de Massa como ministro de Economía o asumiendo Economía y en este momento tomando decisiones, es una foto que tiene que ver con tratar de contener económicamente los desaguisados que la política generó. La renuncia de Guzmán fue un hecho que inéditamente en Argentina implicó un proceso de desacomodamiento de la economía, por una decisión política. Generalmente lo que ocurre es al revés: la economía termina desacomodando o acomodando la política. Bueno, acá pasó al revés. Me parece que Massa viene a tratar de que la política y la economía coincidan en un proceso de acomodamiento de la variable macro, que estaban desenfocadas. Para eso Argentina está aplicando políticas que yo te diría tienen algún condimento en términos bastante dogmáticos a lo que han hecho históricamente los programas más de ajuste, digamos, ¿no? La economía argentina no está en un proceso expansivo, pero también es verdad que es una economía que viene de sufrir un proceso de endeudamiento feroz, obligada a renegociar en términos privados y en términos de acuerdo con acreedores internacionales, y con la idea de acomodar las variables que te permitan proyectar un crecimiento y desarrollo por 5 o 10 años. Creo que Massa está haciendo ese laburo, que probablemente, en algún punto, es un laburo más sucio, digamos. Me parece que, acomodadas esas variables, el peronismo tiene que volver a proponer un programa de presente y fundamentalmente de futuro.

—¿Cómo sería ese programa?

—La Argentina en 2023 va a discutir cuatro o cinco aspectos inaugurados en la sociedad post peronista: movilidad social ascendente a partir de la salud pública, movilidad social ascendente a partir de la educación pública, paritarias, y obviamente el sistema previsional solidario. Esos cuatro instrumentos, que son básicamente los pilares del Estado Benefactor, o del Estado de Bienestar, están en juego en Argentina después de 75 años. Hay una oferta electoral de la derecha que dice que tenemos que terminar con estos pilares porque son el mal argentino que no te permita progresar. Nosotros creemos que es al revés, creemos que son las virtudes que hicieron de la Argentina el mejor país de América Latina y un caso testigo en el mundo de que el Estado puede actuar claramente en favor de los sectores populares para distribuir ingresos y hacerlos subir socialmente. Ahora, no podés apelar a esas cuatro variables casi con una visión melancólica, sin actualizarla de cara al futuro. Porque la Argentina tiene que convivir sosteniendo estos temas, pero sin olvidarse de que tenemos que mejorar la eficiencia del sistema sanitario, porque la pandemia demostró que estamos todavía lejos de un sistema sanitario que dé respuesta a todas y a todos. Mejorar el sistema de los niveles de educación, porque la educación pública sigue siendo principalmente un lugar de mucho desarrollo, pero también de mucha ausencia del Estado. Tenemos que mejorar notablemente el poder adquisitivo en los salarios, y esto es bajar la inflación y devolver las paritarias, que son las herramientas que los laburantes tienen para defenderse, y tenemos que mejorar claramente el sistema previsional porque la Argentina de hoy no tiene un problema solamente propio de Argentina, el mundo tiene cada vez más trabajadores pasivos y cada vez más menos trabajadores activos. Y eso ha llevado un proceso de desfinanciamiento de los sistemas jubilatorios en el mundo. Entonces tenemos que volver a encausar esa discusión para que tengamos un sistema que pueda medianamente armonizarse, sin necesidad de salir a correr de atrás los desacoples que van produciendo los mismos actores del sistema. ¿Cómo se acoplan con la gestión actual? Bueno, yo creo que estamos ordenando con Massa la economía para tener el año que viene una propuesta que permita defender estas cosas que te digo y proyectarlas probablemente para los cinco o diez años que vienen. Enfrente tenemos la revisión de lo que fue la histórica Unión Democrática, la histórica Revolución Libertadora, el histórico engranaje antiperonista, que cree en una Argentina en donde el 5% vive como quiere y el 95% vive como puede. Así que tenemos claramente eso el año que viene en disputa.

—La oposición ya no oculta que van por reformas laborales y ajuste del Estado. Y sin embargo las encuestas no le dan mal. ¿Cómo se explica?

—La construcción de sentido se hace con la gestión y también se asegura una narrativa. Una narrativa que permita explicar todos los días qué estás haciendo y en función de qué lo haces. Me parece que estamos perdiendo esas discusión. No le estamos dando sentido a nuestra acción política. No estamos teniendo la posibilidad de cumplir en profundidad alguna narrativa que nos permita anclar algunos valores que para los argentinos son importantes. Y me parece que estamos claramente corriendo de atrás. No tiene que ver solamente con la propiedad de los medios. Sería bastante simplista y reduccionista decir “ellos tienen los medios”. Nosotros también lo pudimos tener o tuvimos, y perdimos igual. Y paralelamente tuvimos todos los medios en contra en el 2011 y sacamos el 54% de los votos. Me parece que el problema excede la propiedad de los medios. Me parece que la política tiene una dimensión en la acción, que es la creación de sentido, y que al peronismo le está costando encontrar una narrativa que le permita crear sentido de acuerdo a las aspiraciones y a los sueños y expectativas de la sociedad, Esas cosas hoy están presentes en el fútbol. Por eso hubo cinco millones de personas en la calle, porque el equipo de Scaloni devolvió algunas nociones que la política a la sociedad no se la está dando: felicidad, expectativa, futuro, el valor de un equipo, el valor de equipo básicamente en términos del inconsciente es la primacía de lo colectivo por sobre lo individual, más allá de que Messi sea la figura. Y un equipo que se siente parte de la gente. Bueno, si el peronismo no es parte de la gente, si sus dirigentes no están alrededor de la gente, es difícil que sea un Partido Popular.

—¿El peronismo está cayendo en esta trampa de lo individual por sobre lo colectivo?

—No sé si el peronismo. Lo que digo es que alrededor del peronismo fluctúan un montón de variantes y nuestros dirigentes a veces están más preocupados por la etapa un diario, o por lo que le dirán algunos sectores, que por hacer lo que realmente tiene que hacer. Y eso es lo que hay que evitar, por eso Cristina tiene tanta vigencia. Porque sigue creando sentido. No importa que la declaren culpable, que perdamos elecciones, pero es una dirigente que crea sentido.

—¿Qué es crear sentido?

—Crear sentido es decirle a los argentinos “estoy haciendo esto porque vengo de acá, estoy acá y tengo que ir para allá”. Le doy sentido a las cosas, explico las cosas, narro las cosas de una manera, para entender que una medida no es aislada de un conjunto de cosas. Y que una medida es básicamente parte de un proceso y que un proceso es parte de otro proceso. Darle sentido es un poco traer a la realidad aquella frase de Bertold Bretch, que decía que “no hay peor analfabeto que el analfabeto político”. El tipo que ignora que de la política depende el precio de un poroto o que haya una chica que se prostituye o no. Me parece que eso es lo que nos está faltando en esta etapa. También es cierto que atravesamos un fenómeno global, exacerbado por la pandemia. Esta caída del relato de los sectores populares, esta falta de narrativa, esta carencia de sentido, la están padeciendo todos los movimientos populares en el mundo. De hecho, Lula va a ser el primer caso viviente que va a permitir reivindicar o desmitificar dos cosas: vamos a comprobar si lo que hubo en América Latina en todos estos años de cambio de gobierno fue realmente una vuelta al progresismo o fue un rechazo a los oficialismos gobernantes en la pandemia. Y lo otro que vamos a comprobar es si la Argentina y América Latina en sus versiones de gobiernos populares diferentes a los de la década de Néstor, de Chávez, de Fidel, de Lula, tienen un problema de liderazgos modernos que no se hacen cargo de esa historia, o si la historia en este tiempo no les permite avanzar con tanta profundidad. Porque Lula fue un tipo que gobernó aquella época y va a volver a gobernar en esta.

—Afuera Cristina de la escena electoral, ¿qué referentes tiene el peronismo para crear ese sentido?

—El Frente de Todos tiene una experiencia interesante en eso, que todavía no termina de asimilarse. Corrida Cristina, también el Frente de Todos tiene que echar mano del recurso valioso que es la famosa diversidad de la que nos nutrimos y la famosa naturaleza coalicionista de la que somos parte. La política, en Argentina en general, y el peronismo en particular, han sido procesos políticos muy vinculados a liderazgos fuertes, casi hegemónicos. Y esta versión del Frente de Todos no tiene esa característica. Y por eso también a veces la padecemos en cómo funciona. Un presidente que no es el líder más importante del espacio, gobernadores que tienen una mirada diferente, diferencias entre ministros. Hay todo un universo, un ecosistema, que aparentemente aparece como más anárquico, pero que también le da más valía a todas las voces y que permite pensar claramente que hay distintas referencias sobre la que construir una identidad más plural. Y me parece que es momento de echar mano a esa idea. Sería un error pretender suplantar el liderazgo de Cristina con otro liderazgo. Porque los liderazgos como el de ella no tienen fecha de caducidad en términos electorales. Probablemente esté atado a su ciclo biológico. Es decir que solamente se va a reemplazar a Cristina cuando muera. Entonces, si vos no vas a reemplazar el liderazgo, me parece que es contra natura tratar de generar una idea de “vengo a reemplazar a”. Yo creo que apelaría más a la naturaleza de la diversidad del Frente de Todos para pensar en emergentes que permitan construir un sistema de ideas. Y después buscaría, claramente, quién lo expresa mejor.

—¿Eso cómo se resuelve?

—En una Paso.

—La polarización parece ir quedando en el recuerdo para 2023. Hay terceras fuerzas que parece que van a romper la famosa grieta, al menos por el momento eso parece.

—Probablemente tengamos escenarios no tan nítidos, y que ya no se pivotee solamente sobre dos grandes coaliciones. Habrá que ver cómo se reconfigura el escenario electoral. Sin lugar a dudas va a haber dos grandes focos, nosotros vamos a hacer uno, también y Juntos por el Cambio será otro, pero hay otras experiencias que han crecido. En una sociedad con dificultades para expresar liderazgos contundentes aparecen otras expresiones, en donde también la política tiene que empezar a repensarse y pensarse. Los Milei, las posiciones de extrema derecha que han aparecido en el mundo y en la Argentina, también son un desafío en términos de qué sistema político plantea. Bueno, hay que pensar cómo va a fluctuar eso electoralmente, pero yo creo que si mañana fueran las elecciones la idea de aggiornarse no es pareciéndose a los demás, es reivindicando lo que uno es y en todo caso tratando de extrapolarlo para los próximos 15 o 20 años. El problema es que después de la frase famosa de actualización doctrinaria de Perón hicimos siempre al revés. Creemos que esto implica disfrazarnos de lo que no somos y terminamos siendo poco peronistas para los nuestros y nunca vamos a ser demasiado buenos para los otros.

—¿No es difícil de lograr esa síntesis sin referentes que encarnen propuestas concretas?

—Sí, seguramente, yo digo que eso se va cristalizar cuando venga el momento de las definiciones electorales. El peronismo tendrá una interna, donde seguramente competirán candidatos o candidatas que se expresen más o menos cerca de Cristina, más o menos cerca de los gobernadores, pero no creo yo que aparezca en lo inmediato un liderazgo que logre cubrir el vacío de Cristina. No lo ha hecho Alberto siendo presidente, no lo ha podido hacer.

—Vamos un poco a la provincia, que te tiene como uno de los candidatos a gobernador. ¿Cómo visualizás el panorama en Santa Fe?

—El panorama en Santa Fe tienen algunas características similares a las nacionales, y otras cosas diferentes. La coincidencia con lo nacional es que todo el no peronismo o el antiperonismo está buscando aglutinarse en un polo que se llamará Juntos por el Cambio, Cambiemos Santa Fe, Santa Fe Cambia, pero que originariamente el socio mayoritario, que era el PRO, se vio desplazado por los actores con más peso territorial, que son los radicales. Y eso también, el ascenso del radicalismo, le ha permitido al socialismo encontrar un lugar para entrar. Me parece que el socialismo post Miguel Lifschitz está buscando reconfigurarse y en eso me parece que es más cómodo entrar a esa versión del frente con los radicales en ascenso que con el PRO. Los une y los espanta la versión peronista de la sociedad. Frente a eso yo creo que el peronismo tiene que lograr ubicarse política e ideológicamente en un lugar, que es un lugar claramente de expresión de los sectores progresistas, los sectores populares, inclusive algunos, los que han acompañado al socialismo históricamente, que buscan claramente reivindicar el valor de lo público en términos prácticos y simbólicos, que buscan reivindicar los valores de un gobierno que transmita la idea de ser un gobierno justicialista, en el sentido amplio de la palabra. Así que me parece que hay que encontrar una propuesta política desde el peronismo que irrigue progresismo, que irrigue políticas populares y que se comprometa con los ciudadanos de a pie. En ese sentido, bastante humanista, poner al ciudadano santafesino en el centro de las decisiones de la escena de la política. Yo veo que el gobierno de Perotti les habla mucho a las fábricas. Yo creo que hay que hablarles más a los laburantes. Le habla a la educación genéricamente, yo creo que hay que hablarles más a los maestros y a los alumnos. Y me parece que ahí están las diferencias. Yo tengo la idea de tener un gobierno profundamente distributivo, porque esta es una provincia rica, lo que le falta es mayor capacidad para distribuir. Y me parece que el gobierno de Perotti ha puesto mucho énfasis en la producción y poco énfasis en la distribución.

—¿Cómo se hace para mejorar la distribución desde el gobierno provincial?

—Con políticas activas. Primero interviniendo claramente, por ejemplo, con la idea de generar una banca pública o un organismo de crédito público que te permita financiar el acceso el crédito de otra manera. Segundo, generando por ejemplo políticas activas en términos económicos para las viviendas. Santa Fe tiene una política deficitaria en términos habitacionales. Tercero, generando un proceso de intervención del Estado muy fuerte en los sectores populares: más deporte (Ministerio de Deporte), jornada extendida de Educación, mayor acceso a la Cultura, reivindicación de los laburantes, paritarias con los sectores estatales sin tanto quilombo. Y, por último, lo más sensible: modificación del sistema tributario. En Santa Fe pagan mucho los pobres y pagan poco los ricos. Hay que entrar a tocar alguna variable que permita hacer que el sistema también refleje algún nivel de equidad tributaria. Que también en definitiva es parte de la distribución del ingreso. Yo tengo un proyecto en ese sentido. Hemos hecho un libro, que se llama “El grito del siglo XXI”, emulando el Grito de Alcorta, para discutir la propiedad de la tierra. El 0,06% de los santafesinos tiene el 60% de la tierra. Es una inmoralidad que 2.000 propietarios sean los dueños del 60% de la tierra. Entonces tenemos que apostar claramente a distribuir eso de otra manera. Si no vas a hacer una reforma agraria, por lo menos cobrá los impuestos como corresponde. Que paguen más lo que tienen más y paguen menos los que tienen menos. Mi propuesta es básicamente reducir el 50% el impuesto inmobiliario rural a los pequeños propietarios productores en la medida que hagan chacra mixta. Para que de paso también podamos cambiar el sistema productivo en la provincia Santa Fe, y no sea todo soja. Chacra mixta es cultivo más animales. Con una unidad económica agraria, familia rural, le bajamos el impuesto al 50%. Y se lo subimos a los latifundios, los que tienen más de tres o cuatro unidades económicas agrarias. Creamos un fondo de afectación específica con ese aumento y generamos tres cosas: actualización catastral para que dejen de hacerse los vivos los que hacen canales clandestinos, corren los límites de los campos y demás. Fomenta la actividad económica en pueblos hasta 1.500 habitantes, que son más o menos 265 localidades, de las 365 que tenemos en Santa Fe. Infraestructura rural, gas, luz, agua, conectividad, para que una familia rural no tenga que emigrar obligada a las grandes ciudades.

—El tema del campo es clave en Santa Fe.

—La provincia de Santa Fe tiene un problema problema serio, que en realidad es un problema de la Argentina. Los esquemas tributarios argentinos se han vuelto cada vez más regresivos y hay cada vez menos impuestos directos, por lo cual de alguna manera hay que dar vuelta esa ecuación. Primero, el impuesto inmobiliario es un impuesto progresivo, paga más el que tiene más tierra. Segundo, es un impuesto directo, le queda todo a la provincia y lo coparticipa con municipios. Me parece que tenemos que hacer crecer ese impuesto por sobre otros.

—¿Está calculado el impacto de este cambio?

—Nosotros estaríamos subiéndole los impuestos a menos de 1.500 personas en la provincia y estaríamos bajando el impuesto a unos 18.500 propietarios productores.

—Otro eje interesante que es lo de la banca pública. ¿Cómo sería?

—Es difícil deshacerse del agente financiero. Pero sí podés implementar herramientas parecidas en la constitución de un banco de desarrollo, en la constitución de un fondo de garantías. Tenés varias herramientas para acceder a créditos con tasa subsidiada. Para acceder a una banca que tenga una mentalidad distinta. La provincia no gana prestando plata con los intereses. La provincia gana cuando la gente usa la plata para producir, porque va a generar laburo. Sin el viejo sueño, que ojalá lo podamos hacer, de tener que romper la concesión con el banco actual, porque se prorrogó y entonces va a haber un juicio. Bueno, dejemos el banco como está, que de por sí es bastante discutible, pero dejemos hasta que venza la concesión nuevamente. Generemos una herramienta alternativa de crédito, sociedad de garantía recíproca, fondo fiduciario, hay varias maneras de pensar cómo la provincia interviene en el mercado crediticio fundamentalmente inyeccionando a los sectores productivos. Yo lo vi mucho en este tiempo, la política tiene que registrar estas cosas, porque si no estamos jodidos. El monotributista, que tiene un pequeño comercio, que tiene dos o tres empleados, ese no accede a ningún crédito. Está imposibilitado de acceder el crédito porque le piden de todo. A ese tipo no llega nadie, sólo el prestamista, que le arranca la cabeza. Tiene que sentir la provincia cerca. Yo noto que la provincia le habla a Cargill, hay que hablarles a los tipos que necesitan de la gestión, que necesita política pública.

—¿Seguridad?

—Y por último hay que trabajar la problemática de seguridad. En la dirigencia de los sectores populares, la dirigencia progresista, veo mucho repliegue y mucha cesión de la agenda de la seguridad en la derecha, que tiene eslogan fácil y que te acorrala. La inseguridad es un fenómeno de los sectores populares, tenés que tener una respuesta para eso. Porque vos vas un barrio y te dicen “a mí me mataron a mi hija”, “me vende drogas un tipo acá en la esquina”, “la policía pasa para hacer cagadas”. Hay que tener una política de seguridad activa. Yo había tenido expectativa con (el ex ministro de Seguridad, Marcelo) Sain, pero se frustró. Me parece que hay que volver a apostar a una política de seguridad diferente. Cuatro o cinco cosas básicas: acuerdo político para reeditar un acuerdo de seguridad democrática. Acuerdo político con todas las fuerzas. Radicales, socialistas, del PRO, todos. Un acuerdo en el que podamos sostener tres o cuatro pilares básicos: gobierno de la seguridad por parte de los civiles, inversión sostenida durante un tiempo, actualización normativa, participación ciudadana. Segundo tema, aggiornamiento normativo. Se intentó, pero no se planteó bien y además hay una resistencia al tema. Pero hay que dar la discusión. Ley de Seguridad Pública, ley del Personal Policial, ley de Servicio Penitenciario. Tenemos estructuras de otras épocas para un problema actual como el que estamos viviendo. Y tercero, me parece que hay que apostar claramente a una reorganización de la propia fuerza, diferente. Santa Fe y Rosario tienen fenómenos particulares. No podés tener la misma policía de hace 75 años, con la misma lógica organizacional frente a problemas como los que tenés hoy. La Guardia Rural Los Pumas que la maneje la ministra de Ambiente para evitar las quemas del Delta del Paraná, si no me va a parar a ningún tipo que me esté robando. Y que el jefe de Policía de la provincia conduzca a la policía de prevención, y que la policía de prevención esté fundamentalmente abocada a Rosario y Santa Fe para prevenir. Y después la otra policía que pase el MPA y haga investigación cuando los hechos ocurrieron. Y la otra la otra pata es la Justicia federal. Pero no esa idea casi quimérica de esperar la sanción de la ley. Hay que ir a sentarse con el procurador y pedirle que, con una resolución interna cree una supra Fiscalía que nucleé todas las causas del crimen organizado en la provincia Santa Fe, y que las monitoreé sistemáticamente, de modo tal que el señor que está en Rosario sepa que lo está controlando el mismo que lo controla al de Rafaela o al de Reconquista. Porque la droga que baja en Reconquista es la que se consume en Rosario.

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