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Las victorias de Frau Merkel

Pese a algunas victorias, se abre un interrogante sobre la destreza de Merkel.

¿Cuántas victorias más podrá soportar Angela Merkel? Alemania ya conquistó a toda Europa. Enfrentó la rebeldía de Gran Bretaña y la derrotó por completo. La canciller no se arredró por el desafío de su par inglés, David Cameron, quien por cierto no es el duque de Wellington. Arrolladora, Merkel lo envolvió en un movimiento de pinzas que Cameron no previó y que lo aisló hasta de los que son sus aliados naturales, Dinamarca y Suecia. La imagen de una Gran Bretaña expulsada de un acuerdo que firmará todo el continente –26 de los 27 países asistentes a la cumbre, estén subidos o no a la nave azarosa del euro– es un tributo gráfico a la extraordinaria capacidad de movilización de Frau Merkel. Y, si se quiere, un pequeño triunfo francés (para el orgullo personal de Nicolas Sarkozy). Pero abre, a la par, un serio interrogante sobre su destreza táctica.

Semanas atrás, cuando Cameron visitó Berlín, el ministro alemán de Finanzas pronosticó la próxima extinción de la libra esterlina. “Gran Bretaña se unirá al euro mucho antes que lo que la gente piensa”, disparó Wolfgang Schauble. Se escribió entonces: “Si viajó preocupado, habrá huido despavorido”. No lo hizo. Las negociaciones recién se quebraron el jueves pasado. ¿El motivo? Como se sabía, alejado por completo de la noble tarea de salvar al euro, pero enmarcado en la más rancia tradición europea: la regulación de los servicios financieros. Nunca París ni Fráncfort fueron plazas internacionales capaces de rivalizar conla Cityde Londres. La disputa, pues, es de siempre. ¿Qué mejor momento que una crisis profunda causada por las altas finanzas para sacar tajada y reducir diferencias? Pero Cameron dijo no. Se ve que Schauble no lo convenció. “No estamos en el euro y estamos contentos de no estar en el euro. Nunca nos vamos a unir al euro y nunca vamos a ceder este tipo de soberanía que los demás (países) están obligados a entregar”, dijo con ofuscación propia, en un político avezado, de quien se acuesta confiado y amanece vencido. Su derrota, sin embargo, no asegura el triunfo de nadie. ¿Qué tan brillante mariscal es Frau Merkel? El asedio a Gran Bretaña se hará más intenso. Pero el veto inglés arruina la victoria del eje Berlín-París. Se anticipa una “remake” administrativa dela Batallade Inglaterra. No obstante, Merkel, en su arrebato, ya cometió el error de Dunquerque. Lo dejó escapar a Cameron, debió impedirle la retirada.

La Unión Europeaexige unanimidad en sus decisiones. Para quien impulsa un cambio no hay victorias26 a1. Lo que Merkel consiguió es un “segundo mejor”: un tratado intergubernamental por fuera dela Unión Europea.¿Pero qué tan bueno será? Si el objetivo era un fortalecimiento institucional, el veto inglés no es un comienzo auspicioso. Hay que pensar que el Tratado de Maastricht original (1992) sí cuenta con su aprobación. La nueva versión, en cambio, pisa terreno legal resbaladizo. Es curioso: Merkel, siendo tan escrupulosa en cuestiones fiscales y monetarias, propone asentar el nuevo Maastricht extramuros, en un camino que circunvala el Tratado de Lisboa. Desde ya, usar la infraestructura dela Unión Europeapara darles soporte a sus requerimientos luce como una pretensión fuera de lugar. ¿Cómo podríala Corte Europeade Justicia pronunciarse sobre el cumplimiento de las reglas fiscales si el tratado está fuera de su esfera de incumbencia?

Todo se facilitaría si Gran Bretaña quisiera darle un portazo ala Unión Europea.Pero Cameron no come vidrio. Fue fácil tumbar a Papandréu y a Berlusconi y conseguir, al instante, la irrupción en Grecia e Italia de sendos gobiernos de tecnócratas con amplio (aunque seguramente volátil) sostén popular, y automática sintonía con Berlín. No es el caso. Es verdad que el frente interno de Cameron se le complica. Su alianza de gobierno sintió el impacto. Nick Clegg, el líder de los demócrata liberales, lo fustigó con dureza. La imagen de Cameron no trepó nunca al rango de un estadista, y quizás ya nunca lo hará. Pero no cabe esperar un desplazamiento brusco. Menos respaldo tendría quien piense en flamear una bandera de rendición.

A los 26 signatarios probables del Maastricht recargado no los une el amor sino el espanto. La blitzkreieg de Merkel es inseparable del horror al salto al vacío. No hubo Revolución Francesa: Sarkozy amagó, pero prefirió cuidar la alianza (es el líder de la oposición, el socialista François Hollande, quien promete insubordinarse si vence en mayo). Los de afuera, por su parte, son de palo. ¿Qué tan brillante estratega es Frau Merkel? No ha podido frenar una crisis de la deuda pública que lleva su sello. ¿Es un fracaso? ¿O es el catalizador del cambio? ¿Hubiera podido, de otro modo, construir la unión política del continente? La unión monetaria, ¿no precisaba, acaso, la solidez de una columna vertebral? La unión fiscal es la pieza que falta, Alemania la reivindica, sólo que todavía no la habilita. Bajo esta perspectiva, la crisis europea refleja, en última instancia, la desconfianza profunda de Alemania en sus socios. La voluntad de Merkel es reformarlos. Y no lo harán si no caminan por el filo de la navaja. ¿Cómo evaluar su estrategia? Su éxito último depende de desechar los remedios fáciles en la transición. O sea de no tener éxito. De ahí, el bloqueo sistemático a las soluciones que se aplicaron en todas partes. Merkel juega con fuego, en parte, porque cuando yerra, como ocurrió con Grecia, se queman los demás. Ya se dijo aquí que lo más conveniente, desde el punto de vista de la administración de los riesgos, era quitarle la navaja. Pero está visto que no la soltará. Tomar distancia, como hizo Cameron, es acto de prudencia.

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