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Trabajo Social

Las trincheras cotidianas para gritar “Ni Una Menos” 

En la actualidad se puede observar que las Organizaciones de la Sociedad Civil, como campo de intervención para el Trabajo Social, construyen nuevas lógicas con el Estado, cuestionado el “voluntarismo” vinculado al repliegue del mismo durante los gobiernos neoliberales.


Desde el 2015, el 3 de junio no es una fecha más. A partir de la visibilización de la violencia machista más extrema, los femicidios,  gran parte de la sociedad movilizadas por diferentes agrupaciones feministas construyen un movimiento que marca una impronta a nivel mundial: “ni una menos”. A través de éstos años diferentes fueron las consignas que embanderaron las marchas con el objetivo de luchar por una vida libre de violencias y para exigir “ni una menos, vivas y libres nos queremos”.

Este 3 de junio no pudimos copar masivamente las calles, no pudimos marchar codo a codo sintiendo el calor de las multitudes feministas. Sin embargo, la pandemia al visibilizar y al recrudecer las desigualdades nos enseña a reinventarnos, nos demuestra la necesidad de encontrar nuevas trincheras. Desde el colectivo de Trabajo Social pensamos que es importante resignificar parte de las estrategias que llevamos a cabo cotidianamente en pos de la promoción y la garantía de los Derechos, como la lucha por aquellos que aún faltan conquistar.

En este campo de disputa consideramos fundamental que el Estado tome un rol central en el diseño e implementación de políticas sensibles al género, que sean transversales a todos sus niveles y que orienten acciones intersectoriales que tomen en cuenta las propuestas de la sociedad civil.

En la actualidad se puede observar que las Organizaciones de la Sociedad Civil, como campo de intervención para el Trabajo Social, construyen nuevas lógicas con el Estado, cuestionado el “voluntarismo” vinculado al repliegue del mismo durante los gobiernos neoliberales. Es en éstas nuevas lógicas que las ONG son una nueva oportunidad laboral para el colectivo profesional, dónde  podemos encontrar otros sentires a la intervención profesional signada  históricamente por las lógicas de un sistema neoliberal.

Consideramos importante esta fecha, justamente para problematizar distintas alternativas de abordaje de las violencias por motivo de género desde el Trabajo Social en las Organizaciones de la Sociedad Civil, tomando en cuenta que esta es una profesión eminentemente feminizada.

Desde nuestro quehacer cotidiano construimos estrategias para visibilizar las violencias y el reconocimiento de los Derechos de las mujeres en los sectores populares, pensando conjuntamente los roles y estereotipos de género, los tipos y modalidades de violencias y, otra de las grandes desigualdades que recrudece  la pandemia: las tareas de cuidados identificando que las mismas  movilizan la economía. 

En este sentido, es imprescindible exigir al estado políticas públicas de cuidado, que reconozcan a las mismas como trabajos. Muchas veces, desde los territorios nos encontramos con la dicotomía de pensar en que las mujeres concurran a espacios recreativos o de capacitación junto a sus hijxs y/o hermanxs, o escoger ámbitos donde puedan brindarse un tiempo para ellas. 

Creemos que si desde el Estado se garantizan políticas en este sentido, no deberíamos caer en esta falsa dicotomía, que no resuelve el problema sino que por el contrario  promueve políticas paliativas. 

Entendemos que para intervenir en este tipo de situaciones es imprescindible contar con herramientas profesionales que construyan un lazo empático con las mujeres de sectores populares que permitan y habiliten su apropiación y participación en los espacios de las Organizaciones de la Sociedad Civil de manera que en un deconstruir y reconstruir caminos se puedan ir reconociendo Derechos e interpelen las situaciones de desigualdad que las atraviesan cotidianamente, muchas veces naturalizadas.  

No obstante, consideramos que en este campo de intervención es necesario comprender y conocer las particularidades del territorio, para así poder pensar estrategias que distingan lo urgente de aquellas que impliquen objetivos en el mediano o largo plazo. Dentro de estas últimas sostenemos central trabajar los abordajes desde tres ejes fundamentales: la promoción y difusión de los Derechos, el fortalecimiento de la autonomía subjetiva y económica y la consolidación de lógicas cooperativas que retomen el sentido de los movimientos feministas.

Estas estrategias orientadas al cambio cultural del sistema patriarcal deben ir necesariamente acompañadas con aquellas que trabajan en la urgencia y demuestran que es imperante e imprescindible un real acceso a la justicia que garantice el efectivo cumplimiento de los Derechos de las mujeres.

 

Lic en Trabajo Social  Agustina CARRIZO.

Lic en Trabajo Social Luciana CREPPY

Trabajadoras del Centro de Estudios Sociales y Culturales para la Comunidad (CESC) Rosario

Colegio de Trabajo Social de la 2da Circunscripción.

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