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Tiembla la tierra

Las mujeres mostraron su fuerza en multitudinaria marcha

Una enorme bandera de unidad congregó este jueves a miles de mujeres bajo consignas como “No queremos flores, queremos derechos”, “Ojalá le diera tanto asco la violación como la menstruación”, “Igual salario, igual trabajo”.

Foto: Juan José García

Ni la lluvia, la más femenina de todos los fenómenos meteorológicos, quiso estar ausente por unos instantes en el acto que se llevó a cabo anoche en el Parque Nacional a la Bandera por el Día Internacional de la Mujer. Fue una jornada ejemplar, de amor incondicional a pesar de las diferencias, porque estuvo sustentado sobre una bandera que iguala desde la inclusión a millones de mujeres que día tras día, encuentran en manos del machismo, sino la muerte y la humillación, seguramente sí la discriminación laboral de un sistema patriarcal que sigue dando lucha para no acabar.

Durante toda la jornada sobrevoló la palabra “revolución”. Unas y otras (y algunos “unos” que por convicción también quisieron decir presente y acompañar la lucha) lo dijeron con palabras y con el cuerpo. “El patriarcado también se derrota con la palabra”, escribió la periodista Silvina Tamous en una nota publicada por estos días en este medio. Es cierto pero nos exige todavía más.

Consignas escritas de a miles se pudieron ver durante toda la jornada y, cada una de ellas, en su heterogeneidad, como una emergencia, marcaron la urgencia por romper el status quo, por saltar la barrera de la desinformación cotidiana de los grandes medios, para ir un paso más allá, para que se las lea o se las escuche, para que se las incluya porque sino, como decía la consigna:, “Si las vidas nuestras no valen, produzcan sin nosotras”.

La palabra para decir, la voz para exigir, la piel para comunicar. Una marcha que se expresó con toda la humanidad y valores no pudo menos que recepcionarse con igual intensidad. Hasta con cierta emoción. Una emoción de tipo revolucionaria porque no atomiza la política, por el contrario, la entiende, la reconoce y sabe que a partir de ella se logran los cambios.

La invitación estuvo abierta y pocos, muy pocos varones, formamos parte de la movida. Algunos que por curiosidad se acercaban a la Plaza San Martín parecían temer a la soledad de género y buscaban rápido resguardo entre otros de su mismo sexo. Anécdotas de color de una marcha que tuvo mucho fondo y fue la concreción, el punto cúlmine de una revolución que seguramente será histórica más que por la cifra de asistentes (esa herencia económica de medir todo en números) por la capacidad de coincidir en banderas y consignas en un país que hace años vive y se configura en el “sálvese quien pueda” donde el otro, más que un semejante, es un enemigo a invisibilizar.

Es cierto que se vieron también en el espacio de la calle, ciudadanos impávidos a concentración y a la consigna de igualdad de derechos (nada más y nada menos) que esa marea humana allí, en la calle, con su cuerpo representaba.

“No queremos flores, queremos derechos”, “Ojalá le diera tanto asco la violación como la menstruación”, “Igual salario, igual trabajo”, “Desmantelamiento de las redes de trata”, “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”, fueron algunas consignas que agruparon la movilización. También hubo referencia a los despidos y el ajuste. El futuro de estas demandas es incierto pero no por nada el blanco elegido fue Mauricio Macri. Allí apuntaron todos los cánticos. También sonó el “hit del verano” que ya no es propiedad exclusiva del fútbol.