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Las mujeres, el poder y el aborto

“El aborto debe ser despenalizado. Hoy, en Brasil, constituye un absurdo que el aborto aún no haya sido despenalizado”, dictaminó Dilma Rousseff en 2007.

“El aborto debe ser despenalizado. Hoy, en Brasil, constituye un absurdo que el aborto aún no haya sido despenalizado”, dictaminó Dilma Rousseff en 2007 y ahora no sabe cómo hacer para desdecirse en momentos en que esa frase amenaza su otrora seguro triunfo electoral en el país con mayor cantidad de católicos y con un creciente número de evangelistas.

Dijo Cristina Kirchner en 2007 antes de ser electa presidenta: “Siempre me he definido en contra del aborto”. Pero enseguida aclaró: “No creo que los que abogan por la despenalización del aborto estén a favor del aborto, eso sería una simplificación”. No volvió a hablar del tema.

Inmersas en diferentes momentos políticos, esos pronunciamientos de las dos mujeres más importantes del cono sur cobran hoy trascendencia en medio de un debate que no sólo no cesa sino que reverdece por el aborto legal en la región. En Brasil por la influencia que tiene en la campaña, y en su vecino por la posibilidad de que finalmente cuadre en la agenda kirchnerista luego de haberse constituido en el primer país latinoamericano en legalizar el matrimonio homosexual.

No es menor el hecho que se trate de mujeres en el poder. La pelea por la despenalización del aborto es impulsada por grupos feministas que, entre otros argumentos, plantean la necesidad de que las mujeres sean dueñas de las decisiones sobre su cuerpo.

Una diferencia entre ambos países es la relación con la Iglesia, que ha sido el principal escollo para el avance de esa práctica en el mundo. Mientras en Brasil el Partido de los Trabajadores (PT) busca reconciliarse con la institución, en la Argentina la carta del aborto legal puede ser usada por el kirchnerismo precisamente para polarizar con la curia.

Basta con repasar lo que sucedió con el matrimonio igualitario. Según reveló a NA un funcionario con llegada a Néstor Kirchner y a la cúpula eclesiástica, cuando el debate ingresó al Congreso estaba predeterminado que se votara con “libertad de conciencia”, –de hecho así sucedió en Diputados– pero cuando monseñor Jorge Bergoglio salió a pelear en medio de una interna con el ala dura de la Iglesia, Kirchner lo tomó como bandera y ordenó la disciplina partidaria como si fuera un tema que afectara la asignación de recursos del Estado.

Latinoamérica

En Brasil, la difusión del video de Rousseff, ex jefa de la Casa Civil (gabinete) de Luiz Inacio Lula da Silva en internet le terminó costando 7 puntos porcentuales en la primera vuelta, según un estudio de Ibope. Y amenaza su consagración en el balotaje del 31 de octubre. Es el país con más católicos del mundo (unos 125 millones de fieles), donde además crecen las iglesias pentecostales y los evangélicos llegarían a los 40 millones.

Lo cierto es que gane quien gane en el principal país sudamericano la legalización del aborto ya parece una utopía. Eso pese a que la interrupción clandestina del embarazo está considerada en casi todo el continente –incluido en la Argentina– la primera causa de muerte materna.

En Latinoamérica, el aborto sólo está despenalizado en Cuba y en la ciudad de México, y hay tres países, Chile, El Salvador y Nicaragua, que lo penalizan en cualquier circunstancia, inclusive cuando una mujer o niña ha sido violada o cuando la vida de la embarazada se encuentra en peligro.

Uruguay pudo haber sido pionero. El Parlamento con mayoría del gobernante Frente Amplio lo aprobó el año pasado, pero el entonces presidente Tabaré Vázquez lo veto basado en sus convicciones religiosas y médicas –es oncólogo– de que hay vida desde la concepción misma.

Ahora, José Mujica dijo que si una ley abortista vuelve a pasar la someterá a un referéndum.

En la Argentina solo está despenalizado en caso de que una mujer discapacitada mental sea violada o si la vida de la madre corre un grave riesgo. Hace pocos meses hubo una fuerte polémica por una disposición oficial que parecía amparar la ampliación de ese beneficio a todas las mujeres violadas, debido a una redacción ambigua del Código Penal, pero quedó desautorizada.

Según un informe de Human Rights Watch, citado por El País de Madrid, cuatro de cada diez embarazos acaban en abortos en la Argentina, cifra que duplica la media en América latina.

“En Estados Unidos se produce uno cada tres nacimientos, en Suecia uno cada 5 y en la Argentina tantos abortos como nacimientos. Estoy seguro de que en 10 años este debate va a estar perimido porque el aborto pasará a ser un acto privado”, sostuvo Mario Sebastiani, obstetra del Hospital Italiano de Buenos Aires.

Sebastiani se pronunció así al participar recientemente del seminario internacional Derecho al aborto, una deuda de la democracia, organizado por la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, que llevan adelante asociaciones de mujeres de todo el país.

Este grupo se entusiasmó por el impulso que un abanico de 50 diputados de distintos bloques da a un proyecto que autoriza la interrupción del embarazo antes de la semana 14 de gestación y después, en caso de violación, malformación del feto o grave riesgo para la salud de la madre.

“La actual conformación del Congreso favorece el tratamiento de estos temas. Hemos comprometido al presidente de la comisión de Legislación Penal, Juan Carlos Vega de la Coalición Cívica, a tratarlo en octubre, o de lo contrario haríamos pública su negativa. Queremos ponerle punto final a realizar una cuestión corporativa con el cuerpo de las mujeres”, sostuvo una de las militantes del proyecto, la diputada radical María Luisa Storani.

El funcionario kirchnerista consultado por NA abrió el juego: “Yo no descarto para nada que en el año electoral esto salga al ruedo parlamentario”.

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