Espectáculos

Las letras pasaron por Rosario

El primer Encuentro Internacional de Literaturas Americanas reunió a más de 700 interesados en el futuro de la disciplina que compartieron cuatro jornadas de charlas y debates con reconocidos escritores. Por Laura Hintze

El Primer Encuentro Internacional de Literaturas Americanas: 200 años después de la emancipación política finalizó anteayer por la tarde en el centro de convenciones del Centro Cultural Parque España. Organizado conjuntamente por el Programa Bicentenario de la Municipalidad de Rosario y el Centro Cultural Parque de España, y con el apoyo del Instituto Cervantes, el encuentro se desarrolló desde el jueves 28 de octubre hasta el sábado, y contó con la presencia de múltiples personalidades del habla hispana, tales como Martín Caparros, César Aira o Ignacio Echeverría. Según el director de este encuentro, Martín Prieto, “la actividad cumplió con todas las expectativas, a pesar de haberse desarrollado en un marco social bastante complicado”.

“Hubo más de 700 inscriptos, aunque asistió un promedio de 300 personas por charla. Claro, tenemos en cuenta el contexto de estos días, el clima social atentaba contra reuniones de estas características”, explicó el organizador. Aún así, reconoce que la asistencia estuvo “súper bien, especialmente porque el público que hubo, si bien se caracterizaba por ser lector, era muy variado, de diferentes ámbitos y edades”.

El encuentro apostó a “una reflexión sobre la constitución y consolidación de las literaturas nacionales en América y su proyección hacia el siglo XXI cuando, otra vez, España –a través de su imponente industria editorial, sus grandes premios, sus periódicos– parece actuar como un imperio en el que los nuevos escritores americanos quieren ser reconocidos y al que, simultáneamente, quieren conquistar”.

Según la consideración de Prieto, “hubo mesas extraordinarias. La de lenguas en conflicto, por ejemplo. Más porque fue una apuesta al tema, ya que no es un tema vigente en los estudios de literatura americana, y resultó ser un éxito. Otra conferencia muy buena fue la de César Aira… todo salió bien”.

El Encuentro se inauguró el jueves 29, con una conferencia otorgada por la profesora e investigadora rosarina María Teresa Gramuglio. De la inauguración participaron el secretario de Cultura de la ciudad de Rosario, Horacio Ríos; el cónsul de España en Rosario, Jesús María Rodríguez-Andía, y el director del Centro Cultural Parque de España, Martín Prieto.

Hasta el sábado por la noche, cientos de personas de diferentes ámbitos de la ciudad se acercaron al Parque España. Ayer, el congreso finalizó con una conferencia de clausura, a cargo del escritor nicaragüense Sergio Ramírez.

Este año, Rosario contó con múltiples actividades relacionadas a libros y literatura. El Congreso de las Lenguas, en el mes de mayo; el XVIII Festival Internacional de Poesía de Rosario, en el mes de septiembre; la IV Semana de las Letras y la Lectura, a principios de octubre en el teatro El Círculo, y la primera y segunda Feria del Libro Independiente y Autogestiva (FLIA) de Rosario, en abril y septiembre de este año. Todos estos encuentros y el alcance que lograron tener más allá de la poca difusión e interés que suele mostrarse por las letras, demuestran que Rosario es una ciudad predispuesta e interesada en participar y enriquecerse culturalmente.

Reflexiones crónicas de narrativa latinoamericana

La crónica como realidad, ficción, como construcción literaria, política o como herramienta que genera nuevas realidades, son algunas de las perspectivas abordadas por los cronistas Martín Caparrós, Fabrizio Mejía Madrid y Alberto Fuguet durante el Primer Encuentro de Literaturas Americanas que ayer culminó en la ciudad.

“Toda crónica, toda narrativa sea novelística, histórica o periodística, es un viaje de la realidad hacia la realidad que se sube y se baja de una barca ficcional”, aseveró el mexicano Mejía Madrid en el teatro Príncipe de Asturias del Centro Cultural Parque España.

A su entender, “los mitos latinoamericanos de prosperidad, justicia y tolerancia son crónicas, ficciones no en el sentido de irrealidad, sino en el de sacar a la luz con palabras lo que ya está escrito en la experiencia práctica de los otros”. Para Mejía Madrid, en este continente, “al igual que el arte conceptual, la crónica busca en la calle lo que puede enmarcarse en un texto”.

“Podríamos hablar de poesía informativa o periodismo poético. La diferencia es el pacto entre los personajes”, autor-narrador-lector-y el nuevo autor que surge tras su lectura”, consignó.

Pero para el autor de Entre las sábanas, “en la cama de la crónica preferimos la bigamia de estar con un lector y un nuevo autor de nuestras líneas”.

Por su parte, el chileno Fuguet se refirió a una crónica necesariamente ligada a un componente de mentira: “Yo he mentido, he cambiado palabras, ambientes, temperaturas, pero nunca he tenido problemas con mis entrevistados sobre todo cuando les he contestado cosas que no han dicho”, aseveró.

“Una de las cosas que más me duele en el mundo es que la gente no responde como debería responder. Así como a mucha gente le duelen las injusticias de América, a mí también me duele, pero sobre todo cuando la gente responde mal, no usa la palabra exacta, no te dice lo que te quiere decir. Ahí es cuando uno como cronista tiene que ayudarlo”, relató Fuguet con risas de fondo.

Con ironía destacó las bondades del género y las contradicciones que conlleva en sí mismo: “Cuando escribes pensando en un periodismo basura te sueltas más y terminas siendo más sincero; que no haya intermediarios hace que el lector pueda juzgar por sí mismo; y bajo presión te vuelves más arriesgado y te permites juzgar, mezclar voces, usar un lenguaje más contaminado”.

Lo que pasa es que “uno como escritor quiere emocionar al otro –dice el autor de Missing–. Suena atroz, pero si hay que manipular, bueno. Aunque hay un grado de ética –advierte–, sólo pequeñas mentiras que te ayuden a mejorar la realidad o la historia. No es faltar el respeto, ser sensacionalista o chanta; provocar sensaciones no me lo parece. No soy mitómano, simplemente trato que el texto sea mejor”.

“¿Hay alguna duda de que todos somos mentirosos? –se preguntó a su turno Caparrós–. Lo que sí hay es una ética muy individual y subjetiva, es decir «quiero contar esto de la manera que mejor trasmita aquello que creo haber entendido»”.

El autor de las crónicas Contra el cambio definió el género como “una forma de literatura” que “es política”, que “introduce la duda” y sirve para “contar las historias que nos enseñaron a no considerar noticia y descentra el foco de lo considerado como  información”.

“Cuando un cronista elige contar historias sobre otro tipo de gente, la que no sale en los papeles, está postulando una forma distinta de mundo y eso es decisivo respecto a la crónica”, aseguró.

En definitiva, “la crónica es un ejercicio poderoso que te obliga a mirar de manera muy intensa y tomar la actitud del cazador, eso de que cualquier cosa puede formar parte de lo que se va contar contra cierta forma de la maquinaria periodística que intenta eliminar la prosa so pretexto de una objetividad ficticia que ahora llaman neutralidad”, concluyó.

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