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Las dificultades de las tasas bajas

Las reservas internacionales que atezora el Banco Central no son un hecho aislado del resto de los países vecinos.

Los 51.500 millones de dólares en reservas internacionales que atesora el Banco Central no son un hecho aislado del resto de los países vecinos. Éstos también reciben flujos de fondos, ya sea de mano de la cuenta de capital y financiera o a través del balance comercial (que es lo que ocurre en el caso argentino). Este fuerte ingreso de divisas hace que las entidades monetarias intervengan en el mercado de cambios para evitar que el valor del dólar se vaya escurriendo hacia abajo.

De hecho, el Banco Central de Brasil, que atesora alrededor de 280.000 millones dólares en reservas (más de cinco veces las de Argentina) compró, sólo en los primeros ocho días de octubre, 2.764 millones de dólares en el mercado a la vista. Mediante estas intervenciones intenta frenar que su moneda, el real, tenga cada vez más valor y, de esta manera, pierda competitividad precio frente a la divisa norteamericana. Cuando una moneda está más fortalecida que otra, no tardan en ocurrir los desbalances por el lado comercial, ya que se tiende a importar más y exportar menos.

Ocurre que, con rendimientos prácticamente nulos en las economías avanzadas, el diferencial de tasas a favor de las economías emergentes las convierte en un destino muy tentador para los ahorros globales. De hecho en Estados Unidos la tasa de interés de referencia es de 0 por ciento, porcentaje similar al de Europa, donde el Banco Central Europeo (BCE) la fijó en 1 por ciento. De esta manera, los inversores, en la búsqueda de que sus ahorros se traduzcan en retornos más atractivos, buscan nuevos horizontes. En este sentido eligen economías emergentes, donde los rendimientos llegan a ser de hasta dos dígitos. 

El hecho de acumular reservas en sí un hecho positivo. Sin embargo, conlleva un efecto que no es deseado sobre las estructuras productivas de los países menos desarrollados, ya que impone fuertes presiones a la apreciación cambiaria. “En efecto, en los últimos cinco años, el yuan y las monedas latinoamericanas en conjunto registraron una apreciación real cercana al 20 por ciento en tanto las dos principales monedas de reserva, el euro y el dólar, se depreciaron un 8 por ciento (también en términos reales)”, sostiene un informe de la consultora del economista Federico Muñoz. Estas dos realidades, las de los países de la región por un lado y la de los desarrollados, por el otro, pone en evidencia la situación que corresponde a cada uno.

Además, el costo que se origina en la acumulación de las reservas es el de la emisión monetaria, que se trata de eludir mediante la colocación de Lebac y Nobac, que no es gratuita. La esterilización, necesaria para neutralizar el sesgo inflacionario resultante, impone una presión creciente sobre el balance fiscal. “Los costos crecientes de este proceso de acumulación han llevado a plantear la imposibilidad de continuar con esta estrategia de forma indefinida. De allí que se empiecen a cuestionar con creciente convicción los verdaderos beneficios de una apertura irrestricta a los flujos de capitales, llegando a proponerse el retorno de controles –Brasil, China– como alternativa a la inexorable apreciación cambiaria que proponen”, explica Federico Muñoz. Por caso, en la Argentina el costo de esa emisión es de alrededor de 13 por ciento, una tasa bastante superior al 8,75 por ciento que le ofrecieron al país para colocar deuda.

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