‘’Diez minutos antes de la balacera estaba mi hijo mayor. Yo no tengo nada que ver con nadie, fue todo un error. Mi hijo estaba acostado en el sillón, tranquilamente lo podrían haber perforado’’. Así narró Natalia, que vive en Regimiento 11 al 1100, el ataque contra su casa y la contigua en lo que está convencida que fue otra equivocación de los tiratiros, ya moneda corriente en Rosario. Seis disparos impactaron contra la puerta en la noche de este martes. Algunos proyectiles ingresaron y dieron contra las paredes y el sillón donde el joven de 20 años, hasta poco antes, había estado sentado a la espera de que lo pasen a buscar sus amigos para jugar al fútbol.
La mujer no estaba en la vivienda, porque su esposo estaba internado y lo acompañaba en el sanatorio. En el domicilio había quedado el hijo de la pareja. Minutos después de que lo pasaran a buscar, dispararon contra la puerta. Es “vivir con miedo”, se angustió la dueña de casa. Y no se explica el por qué de la balacera, ni a su vivienda ni a la de los vecinos.
Es que los agresores también dejaron marcas en la casa contigua en la que reside una pareja mayor. Natacha contó que le tocaron timbre para decirle que llevaban un pedido, pero desde dentro le respondieron que no habían solicitado nada. Segundos después, arreciaron las balas.
“No podemos vivir más así, inseguros. No recibí ninguna amenaza ni tengo problemas con nadie, ni deudas, ni droga, nada. Somos laburantes, mi esposo es chofer de colectivos, yo estoy por sacar un carnet para hacerlo, mis hijos son estudiantes. Los vecinos que tengo son buena gente, no tengo problemas con ninguno”, explicó la mujer ante la sinrazón del ataque.
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