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Lamas Freyre, en tiempos de cambios políticos

Julio Roca era presidente de la Nación en tiempos en que Lamas era intendente.

En la primera parte, a grandes rasgos, fue planteado el marco socio económico de la época de la gestión de Luis Lamas Freyre en la ciudad de Rosario y se adelantó que en esta entrega se haría el análisis del marco político. La intendencia municipal es una función política y el producto de la misma depende en gran medida del encuadre nacional y provincial. Este último es de suma importancia para una ciudad no capital de provincia, pero que la supera en muchos aspectos no sólo cuantitativos, sino también cualitativos, considerando, entre otros, el espíritu emprendedor de la dirigencia empresaria y la capacidad laboral de su población trabajadora no especulativa de los beneficios del aparato burocrático gubernamental. En años anteriores estas diferencias originaron mezquinas actitudes por parte de la conservadora dirigencia capitalina. 

Lamas inició su primer período en febrero de 1898 a la par de José Bernardo Ignacio Iturraspe, que lo hace como gobernador de la provincia y el 12 de octubre de ese año, Julio Argentino Roca asume, por segunda vez, la presidencia de la Nación. Un nuevo período político se inicia en los tres niveles estatales del país. 

En la Nación, Roca se encontrará ante una guerra en ciernes con Chile, situación que influyó para ser elegido para ese período presidencial. El encuentro con el presidente chileno Federico Errázuriz en el estrecho de Magallanes en 1899 y la firma de los pactos de mayo en 1902 logran salvar el peligro de la guerra. Al margen del contenido de los pactos, la solución, además de haber evitado la guerra, permitió que la debilitada economía, jaqueada por las inversiones en barcos y armas ante la posibilidad del estallido, se recuperara favorablemente.

Rosario, con sus antiguos muelles, los ferrocarriles que convergían en ellos y la inmigración, sacó provecho de la nueva situación en paz y del apoyo nacional puesto de manifiesto con la ejecución del puerto. En la provincia, el nuevo gobernador logró la elección aprovechando las luchas internas de los grupos tradicionales del poder provincial que, con fraude, frustraron su postulación en el período anterior. Nueva situación política provincial que también resultó favorable a Lamas.

Iturraspe era en esos momentos un hombre de bien ganado prestigio y popularidad como colonizador y fundador de pueblos en Santa Fe y Córdoba; en esta última, entre otros, se destaca San Francisco, en el límite con nuestra provincia, donde quedó una franja de esa ciudad para Santa Fe. Su gobierno, de fuerte tono personalista, desató muchas críticas de la oposición, pero fue positivo y beneficioso para la provincia y en particular para Rosario.

La ciudad era, como en la actualidad, el núcleo urbano más importante de la provincia y por lo tanto la más conflictiva, por lo cual, la designación de Lamas fue un crédito más a sus aciertos. Debe aclararse que en esa época la Constitución de la  provincia estipulaba que a los intendentes de las ciudades los designaba el gobernador luego de acuerdo previo con el Senado santafesino.

El eficiente trabajo de don Luis Lamas determinó que fuese nombrado para un segundo período, gobernando durante seis años, desde febrero de 1898 hasta el mismo mes de 1904, por lo que superó los cuatro años de vigencia del gobierno de Iturraspe. Los últimos dos los desarrolló a la par del gobernador sucesor, de quien se hará referencia más adelante, situación que en nada cambió el apoyo provincial a la ciudad. Además, el vicegobernador era un rosarino, el doctor Miguel Grandoli, de la gloriosa familia del abanderado muerto en la batalla de Curupaytí en la guerra con el Paraguay. El apoyo político y económico, recibido desde Santa Fe, contrariando una tendencia tradicional de la capital, respondía a la realidad del pujante desarrollo de la ciudad, pero también fue logrado por vínculos políticos y familiares con el gobernador saliente y el entrante. 

Esta concentración en el aparato de gobierno, nada novedosa  en los gobiernos provinciales en una época de amplitud periodística, fue tema casi permanente de protestas en diarios y periódicos. Y fue en Rosario, a pesar del evidente apoyo que recibía del gobierno provincial, donde más se hicieron sentir. En gran parte, el clima tenía relación con un quiebre de relaciones a nivel nacional entre Carlos Pellegrini y Roca por cuestiones de política económica, que tuvo su correlato en la provincia y por lógica en Rosario, donde hubo enfrentamientos entre roquistas y seguidores de Pellegrini.

Se sumaba a esta situación el hecho que en general los grupos políticos que apoyaron la candidatura de Iturraspe, gran parte del radicalismo y la Unión Provincial, esta última formada para ese fin, ahora se oponían al sucesor propuesto por el gobernador, su sobrino, el doctor Rodolfo Freyre.

En oposición a esta política personalista hubo mitines en la ciudad de los que derivaron dos fenómenos de cierta originalidad. Uno, fue la organización de una peregrinación en tren a Buenos Aires para visitar la Casa Rosada y el Congreso. Roca los recibió acompañado de ministros y otras personalidades entre las que se encontraba el general Bartolomé Mitre. La caravana era liderada por Federico B. Valdés, quien hizo la presentación a Roca del pedido de intervención de la provincia, fundamentada en la necesidad de elecciones legales. En el Congreso se entrevistaron con los presidentes de ambas cámaras y varios diputados y senadores. Allí el orador fue Lisandro de la Torre. La otra originalidad, menos espectacular, fue que en Buenos Aires, desde Retiro a Casa de Gobierno y Congreso, se marchó entonando cánticos. Uno de ellos fue el que el historiador Juan Álvarez, en su Historia de Rosario lo destaca en negrita: “No más tiranía honrada”.

Al margen de lo exagerado del término tiranía, los manifestantes reconocían la honradez del que llamaban tirano, verdadera contradicción por cuanto no sólo la corrupción cae fuera de lo honrado sino también la forma de gobierno que ellos calificaban de tiranía. Los resultados de lo actuado por la oposición fueron vanos. Roca, a pesar de sus muy buenas relaciones políticas con el personalista gobernador santafesino, cumplió con el pedido de intervención enviando el proyecto al Congreso. Pero cuando los ejecutivos tienen amplia mayoría en el Poder Legislativo envían proyectos para tratar y otros para no ser tratados, éste fue uno de esos que quedó en algún cajón. Y de hecho y derecho en Santa Fe el sucesor de Iturraspe resultó ser  su sobrino, Rodolfo Freyre. 

El personalismo es vicio político muy común en la Argentina que hay que lamentar, pero al margen de este aspecto no deseado, lo importante para Rosario fue que el marco nacional y provincial fue propicio para que la gestión urbana de Lamas, hombre de iniciativa y perseverancia,  rindiera los frutos de su planificación y esfuerzo y no se diluyera por mezquindades. Debe agregarse que dentro de las características del esquema político presentado, contó también con el apoyo local de concejales de la talla de Santiago Pinasco y del doctor Marcelino Freyre. En la tercera parte trataremos la obra de gobierno.

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