Opinión

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Ladrando a la Luna

Lejos de pensar desde una mirada apocalíptica, resolver los problemas - urgentes e importantes - tiene que tener como primera instancia la reelaboración de nuestros discursos. La bronca de la que se alimenta Milei es la de las personas que, hoy, no encuentran que el Estado solucione sus problemas.


Javier Milei recorriendo la Villa 31 en Buenos Aires. Foto: Emmanuel Fernández

Deambulo mareado en la contradicción de un peronismo en el cual estoy convencido que no brinda respuestas, de que el comunismo es lo único que nos va a salvar y de que le hablamos a un público que poco quiere saber de nosotros, porque siente que los hemos dejado solos (no sólo en lo económico, sino -y fundamentalmente- en lo discursivo).

La agrupación Soberanxs es la que más tracciona hacia la izquierda al peronismo, con propuestas que nunca fueron tomadas en cuenta más que por masas populares particulares y que hoy son bandera, como la recuperación de la soberanía alimentaria a partir de la reestructuración del sistema alimentario, de la nacionalización del control de las vías navegables en el Paraná y la reforma de la Constitución, vetusta y que no es respetada más que para el dibujo de fallos en favor de los cabecillas del establishment empresarial y la burguesía vernácula. Sumamente utópico. Las reuniones del espacio tienen un promedio de edad en sus presentes de no menos de 60 años ¿A quiénes les hablan?

Los equipos de relevamiento estadístico de uno de los principales candidatos a gobernador de la provincia de Santa Fe le dan a Javier Milei una intención de voto de entre el 13% y el 15% en las ciudades más importantes. La consultora rosarina INNOVA le da un 19% en la Cuna de la Bandera. Los armadores libertarios ya tienen intendentes pequeños, como en la localidad de Las Rosas, y 5 diputados que coquetean con ser la espalda de Milei en Santa Fe.

Parafraseando a Ernesto Semán, pensar que Macri puede hacer una carambola de su propia imagen y presentarse como una versión superadora de lo que vivimos (padecimos) hace dos años y medio es un poco tirado de los pelos. Al menos a mí me cuesta. Lo cual no quiere decir que Horacio Rodríguez Larreta no vaya a ser nuestro próximo presidente el año que viene.

No sólo no estoy de acuerdo con la calificación de “voto bronca” para con ese 13%/15%/19% que mira con buenos ojos a Milei y a José Luis Espert, sino que veo que cada vez tiene más forma de horizonte dibujado, de posición disímil, y lo que es peor, de esperanza para aquellos que se sienten solos. Enojados. Con bronca.

En lo práctico y en lo real, no lo serán y demostrarán que sólo quieren aplicar recetas demenciales, ortodoxas y violentas. Ahora bien… ¿No hemos sido violentos nosotros también? Digo nosotros como conjunto de militantes, comunicadores sociales, gente que cree que el mundo debería ser un poco más justo con medidas que son más justas. Por 12 años aplicamos como país esas políticas “más justas” al punto que el discurso hoy es tan poco atrayente que las juventudes ya no se sienten interpeladas.

Lo díscolo ya no es nuestro terreno, sino que nos abrazamos a estructuras o realidades que responden a cosas que ya no son ni por las tapas actuales. Milei rompe tabúes que a nosotros nos cuestan porque nos duelen los cimientos en los que nos elevamos: criticar a una mujer desde el machismo, cuestionar la jerarquía racial, entre otros cayos que no nos animamos a mencionar. Incluso a pensar.

Nos están pasando cosas por encima que, incluso teniendo los datos a la mano, no los miramos y mucho menos los analizamos. Según el SIPA (Sistema Integrado Previsional Argentino), en el último año se crearon 551.253 puestos de trabajo de los cuales el 41,5% son monotributistas, el 39,4% son asalariados del sector privado y sólo el 17% son del sector público. Más de 4 de cada 10 trabajadores no tienen un régimen de relación de dependencia y no tienen un ingreso fijo o que les permita tener aportes para una jubilación que esté por encima de la mínima, o que les permita tener una tarjeta de crédito. Alberto Fernández, en caso de no hacer una moratoria jubilatoria, hasta incluso podría llegar a terminar su mandato con menos jubilados (nuevos) que Macri.

Debemos ser irreverentes, con la dificultad que significa no perder nuestros principios en el camino. La soledad que las personas sienten hoy y que alimentan a una masa que no sólo no cree en la política sino que le cuesta pensar más allá de un presente perpetuo necesita ser saldada. Cosa difícil dado que todos nuestros consumos culturales y la preferencia del homeoffice por encima de la presencialidad en las oficinas nos llevan a sentirnos cómodos en la distancia, lo cual inevitablemente nos lleva a la frustración y al refuerzo de la individualidad.

Nada pero NADA de esto que escribo es concluyente, son sólo reflexiones que se me disparan mientras escucho a Mariana Moyano en su último podcast.

O nos revolucionamos para empardar la ruptura detonante, que es real pero que no nos gusta, que proponen los libertarios y la ultraderecha, o nos resignamos a la trinchera ideológica donde somos cada vez menos. Y donde dentro de poco no va a quedar nadie. Porque o nos matan a los tiros o nos matan de angustia o de hambre. Es triste que esa única seguridad no nos sirva para arrancar. Pero es un principio.

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