Ciudad

La Virgen de todos los fieles

Una multitud proveniente de distintos lugares del país desbordó el santuario y las calles de San Nicolás para rendir devoción al celebrarse el 27º aniversario de su aparición. Estuvo una delegación de Paraná Metal.

Como sucede año tras año desde hace casi tres décadas, miles de peregrinos se congregaron durante la jornada de ayer en el Santuario de San Nicolás para rendir su devoción a la Virgen. Esta vez, cuando el 27º aniversario de su aparición coincide además con el fin de semana, la ciudad del norte bonaerense volvió a estallar de fieles que llegaron desde todo el país y, en algunos casos, de naciones vecinas, impulsados por su fe. Según autoridades provinciales, a lo largo de toda la semana pasaron por el santuario 500 mil seguidores, de los cuales 300 mil estuvieron sólo en la jornada de ayer. El dato, si bien parece desbordar, es igualmente útil para reflejar un fenómeno que a todas luces, y como mínimo, se mantiene estable, para envidia de cualquier dirigente político.

Precisamente en torno al número de asistentes, siempre según los organizadores, se  había previsto para este año una cantidad de concurrentes mayor debido a que la celebración coincidió con el fin de semana. Fuentes de la Dirección de Culto de la provincia de Buenos Aires indicaron que dicha predicción finalmente se cumplió. Y marcaron que eso ya había comenzado a reflejarse en las jornadas previas con la llegada a San Nicolás de abundantes contingentes de fieles, que en muchos casos acamparon en la cercanía del templo.

En tanto, y como cada 25 de septiembre, el momento culminante de la celebración se vivió apenas entrada la tarde, superadas  las 16, cuando la imagen de la Virgen –ataviada con su manto celeste y rosa, y llevando a Jesús niño en sus brazos–, comenzó a ser trasladada desde la Catedral hasta el campito, donde se construyó el templo en su honor. La entrada a este espacio fue lo más emocionante y se dio como sucede siempre; entre llantos, aplausos, cánticos y bajo la tradicional lluvia de pétalos de rosas.

Poco más de media hora insumió la peregrinación para llegar al altar levantado en ese lugar, donde el obispo nicoleño Héctor Cardelli celebró la misa en honor a la Virgen. A esa hora, lágrimas y emoción de los peregrinos llegados desde todo el país y del exterior fueron la postal más impactante que mostraba la jornada.  Autoridades municipales y policiales estimaron que más de 500 mil personas llegaron hasta San Nicolás para cumplir con el clásico ritual de cantar el “feliz cumpleaños” a la Virgen.

Las voces

En la hora de espera del final de ese periplo hasta el campito, El Ciudadano fue oído de relatos e historias que en muchos casos tenían cierta semejanza.  “Viajamos toda la noche, hace tres horas que estamos aquí esperando ver a la Virgen, pero no importa el cansancio, no importa nada con tal de estar un ratito frente a María y agradecer todo lo que hace por nosotros”, se emocionó Mariela, joven misionera que llegó desde la ciudad de Posadas. El agotamiento no sólo pudo palparse en su rostro, sino también fue evidente en todos los presentes. Toallas, pañuelos y hasta repasadores fueron útiles para protegerse del sol, que a pesar que no golpeó tan duro igual se hizo sentir.

A su lado, Roberto y su esposa Celina murmuraban la oración de turno, cuando todavía la presencia de la virgen se hacía rogar. “Venimos de Paraná para agradecer que mi esposa se curó de una enfermedad. El año pasado se lo habíamos pedido a la Virgen y ayer llegamos a San Nicolás”, relataron.

En las adyacencias al campito, miles de micros se alineaban en las colapsadas playas de estacionamiento, y hasta se desperdigaban por un radio de más de diez cuadras en torno al santuario. Habían llegado desde lugares tan distantes como Salta, Jujuy, Bariloche, Zapala, Santa Cruz, Corrientes o Formosa. Al respecto, el titular de la Dirección de Culto, Enrique Moltoni (un antiguo, y para muchos recordado, presentador de noticias de Canal 9 devenido ahora en funcionario de Daniel Scioli) indicó que llegaron a la ciudad alrededor de 6 mil ómnibus. “Este año llegó más gente que el anterior, lo hemos superado”, señaló el ex periodista, mientras a su lado médicos del servicio de salud y un boy scout llevaban raudamente  hasta un puesto de primeros auxilios a la primera persona desmayada de la tarde, una mujer de mediana edad. Este medio contó, sólo unos minutos más tarde, dos casos más.

En tanto, los pedidos y agradecimientos se repartieron, como cada año, en cuestiones vinculadas a la salud y el trabajo. Aunque siempre son los primeros los casos más impactantes. Jorge Martines Cepeda (así se presenta) caminó desde Zárate durante dos días para poder estar en el cumpleaños de María. Sus razones son tan fuertes como la propia vida: “Vine dos años seguidos a rogarle a la virgencita que me curara de un cáncer de pulmón. Venía todos los días 25, y cada fin de semana que podía me hacía un escapadita para rezarle a esta madrecita. ¿Usted me cree si le digo que el cáncer desapareció y los médicos no saben cómo?”, preguntó a modo de revelación.

Muy cerca de él, Ernestina relata otra historia similar, con lágrimas en sus ojos. Ella y su madre llegaron desde Mendoza. Viajaron toda la noche y desde bien temprano se instalaron en el campito. “Mi hermanita tenía una enfermedad que decían incurable, pero la Virgen de San Nicolás la está ayudando muchísimo, por eso vinimos a agradecerle y hacerle una promesa”, contaron.

Ubicada también entre la multitud, Rosa, quien llegó de Garín, a centenares de kilómetros de San Nicolás, rompió en llanto cuando logró estar frente a la Virgen. “Que haya justicia en este país tan ingrato”, dijo hecha un mar de lágrimas, mientras apretaba su rosario blanco y la imagen de María entraba al campito por la senda preparada para hacerla llegar hasta el escenario central.

Ella y otra mujer le “hablaban” a la Virgen con emoción como muchos otros. “Es la primera vez que vengo y rezo para que nuestra nena nazca sana”, dijo a su lado David, señalando la panza de su esposa Elisa.

Tampoco faltaron quienes fueron a agradecer y pedir por trabajo. “Mi hijo este año, después de buscar mucho, pudo encontrar trabajo en una metalúrgica allá en San Martín. Sólo tengo palabras de agradecimiento para la Virgen”, expresó Estela, quien vive en esa zona del Gran Buenos Aires.

En tanto, y ubicados frente al escenario y dentro del vallado al cual sólo acceden las autoridades, también se hizo presente una delegación de trabajadores de Paraná Metal, encabezadas por el histórico dirigente Alberto Piccinini. Apenas Cardelli se arrimó al escenario, los enviados se acercaron para entregarle un petitorio. Más tarde, y sobre el final de su homilía, el religioso hizo referencia al conflicto laboral de Villa Constitución, y pidió por las fuentes laborales.

Los puesteros, un clásico

Uno de los clásicos de todo acontecimiento masivo son los negocios que se instalan para, por lo menos algunas horas, intentar llevar algo de dinero a casa. Muchas veces son éstos mercaderes el termómetro que mejor mide la afluencia de público y la realidad económica.  En la zona del campito, los puestos móviles y vendedores ambulantes se cuentan por cientos. Según a quien se consulte, las opiniones varían, pero fueron varios los que expresaron que este año “estuvo bastante flojito”, mientras otros quedaron conformes. Aunque en general todos coincidieron, refutando los datos oficiales, que la afluencia esta vez se vio disminuida.

“Gente hay mucha, pero ya no gasta como antes, se llevan regalitos de poca plata”, lamentó Jorge, mientras alineaba prolijamente bidones para agua bendita a seis pesos y “claveles para llevar a la Virgen”. Para quienes estacionaron y desplegaron sus carpas en las inmediaciones del campito, pasar el día tuvo un costo de diez pesos por vehículo, mientras que quien quiso estar menos tiempo tuvo que abonar tres pesos la hora.

En líneas generales todos los consultados coincidieron en que la presencia de fieles se vio levemente disminuida en relación a años anteriores. Y prácticamente coincidieron en que eso se debió a las dificultades generadas por el corte en la autopista a la altura de Villa Constitución, por Paraná Metal. “Se ve menos gente. Eso es claro. Igual, la venta depende  del dinero que tenga la gente en el bolsillo. Y eso anduvo bien. Normal, diría yo”, relató Manuel, un hombre que llegó desde Pergamino para vender pelotas de goma y otros juguetes para los más chicos.

A su lado, Esteban, quien conoce el negocio ya que posee una santería en el sur del Gran Buenos Aires también está conforme. “Mucho no se vendió, pero igual la cosa viene mejor que el año pasado. En 2009 se había notado menos movimiento con la crisis. Ahora la cosa está un poco mejor”, explicó.

La historia de la virgen

La tradición afirma que en San Nicolás, el día 25 de septiembre de 1983, la Virgen se apareció a Gladys Quiroga de Motta, en su habitación, mientras rezaba el rosario.

La Virgen, se afirma, estaba vestida de azul, tenía al niño Jesús en brazos y un rosario en la mano. La Virgen hizo un gesto como para darle el rosario a Gladys. Se cuenta que la aparición fue muy breve, como una especie de anunciación.

Gladys era una mujer de pueblo, sencilla, esposa de un operario metalúrgico y madre de dos hijas. Nunca antes había experimentado nada similar. El día anterior había visto iluminarse el rosario que tenía colgado en su habitación. Algunos vecinos lo vieron también. Allí comenzó a rezar el rosario, y al día siguiente se produjo la primera aparición.

Durante algún tiempo, en varios lugares de Buenos Aires varias familias atestiguaron este fenómeno en sus propias casas. Gladys no acostumbraba escribir. Asistió a la escuela primaria hasta cuarto grado. Sin embargo, fue dejando testimonio por escrito de los mensajes y los hechos que cambiaron su vida y la de muchos. El 28 de septiembre y el 5 de octubre de 1983 nuevamente la Virgen se le apareció a Gladys mientras rezaba el rosario.

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