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La Vigil canta mil y va por más

Por Laura Hintze. La reconstrucción de la histórica biblioteca de barrio Tablada avanza a dos meses de la restitución del edificio de Alem 3078 y los nuevos socios se acercan al millar. Sigue el inventariado de libros que sobrevivieron a la dictadura.


vigil-dentroLa reconstrucción de la Biblioteca Vigil avanza, casi sin detenerse a contemplar cómo se erige de a poco y sin pausa. Todavía no se cumplió un año de la restitución formal de bienes inmuebles y hace apenas dos meses que el edificio de Alem 3078 abrió sus puertas. En un lapso tan corto de tiempo, la memoria y el trabajo hicieron lo suyo y colmaron a la histórica institución de barrio Tablada de talleres, propuestas, encuentros. Se está llegando a los mil inscriptos, la biblioteca está abierta y apropiada, cada vez más, por los vecinos. Y el miércoles próximo se dará un paso más: el escritor y editor rosarino Marcelo Scalona presentará su libro “Mapas” en la Biblioteca y se aprovechará la ocasión para presentar las propuestas culturales y editoriales que Vigil tiene preparadas para este año.

Ya pasaron más de treinta años pero Marcelo Scalona mantiene intacto el recuerdo de su infancia en –como él lo denominó– el “paraíso Vigil”. Mira a un rincón de la biblioteca. Marcelo se acuerda que ahí había una rampa, que durante la intervención militar algún lúcido cortó. Mira a la estructura fantasma y la recorre con los dedos, mueve el índice y el anular como si fueran dos piernas que vuelven a subir. Está sentado en las mismas sillas y mesas en que se sentarían esas piernas imaginarias, que en su relato ya llegaron hasta el primer piso y le traen el recuerdo de la sala de juegos, la sala de lectura, las maestras. Está rodeado por los mismos libros. Está sentado al lado de Checha Frutos, que también forma parte del recorrido que ese movimiento de dedo está haciendo por su memoria. Luego vuelve a la realidad. Ya pasaron más de treinta años. Tiene en sus manos un ejemplar de su último libro, “Mapas”, que presentará este miércoles en la nueva Vigil. “Son esas cosas de la vida. Algo te da algo, genera otras cosas y uno tiene la suerte de traerlo como si fuera una ofrenda”, reflexiona Scalona. Para el escritor y editor rosarino, presentar su libro en la Biblioteca Vigil es un logro enorme que lo llena de orgullo y felicidad. Durante la entrevista deja su evento personal de lado y casi lo toma como excusa para anunciar obras mayores. La agenda cultural, la vuelta de la editorial, la reapertura de una biblioteca que ya está llegando a su punto más lindo: el del fluir constante de vecinos.

Una de las patas más importantes de la Biblioteca Vigil fue la editorial. Se llegaron a editar 101 mil libros. Paco Urondo, José Pedroni, Juan L. Ortiz entre ellos. El proceso de reconstrucción de Vigil espera recuperar la mayoría de esos ejemplares. Muchas personas se acercaron a donar libros que tenían en su biblioteca personal y las puertas están abiertas para que aquellos que quieran colaborar con el recupero de material dejen los libros editados por La Vigil que alguna vez adquirieron.

Recomponer la editorial es uno de los mayores desafíos para este año. “El último editor fue Rafael Ielpi, por lo que conservamos una buena memoria para continuar con la misma línea. Esto es: hacer publicaciones pedagógicas, sociales, políticas y literarias, de autores nacionales, populares, con una perspectiva social, nacional y popular”, explicó Marcelo Scalona, que está coordinando este proyecto. Los libros serán ediciones económicas para poder distribuirlos al menor costo posible. Ya se está trabajando con originales nuevo para editar a autores rosarinos como Rafael Ielpi, Roberto Retamoso y Lilian Neuman. También se está gestionando un convenio con la Universidad Nacional de Rosario, para que pueda proveer la impresión y los materiales para la reedición de algunas obras clásicas que publicó la Vigil. Se está esperando, además, que la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares devuelva el carácter de Biblioteca Popular de primera categoría para tener acceso a subsidios mayores que se destinarán a libros e infraestructura.

En estas semanas, trabajo que se extenderá por meses, se están inventariando todos los libros que sobrevivieron a la dictadura. Se estima que son unos 50 mil ejemplares, sin contar la discoteca, mapoteca y diapoteca. El gobierno de facto quemó 80 mil libros. Scalona y Frutos traen a esta nota más de un caso emblemático, que se conocieron gracias a los testimonios que socios y miembros de la biblioteca dieron en los juicios de lesa humanidad. Una colección de cinco libros de Ciencias Sociales editado por Vigil, por ejemplo. Había 25 mil ejemplares empaquetados y listos para su distribución en diciembre de 1976 y no quedó ni uno. Todos se redujeron a cenizas. El libro de Aldo Oliva sobre la vida de Joaquín Penina también estaba listo, tan nuevo que ni su escritor pudo verlo. Los militares los quemaron todos. Un miembro de la biblioteca guardó sólo uno sin tapa, por miedo a que lo vean. El libro reapareció en 2003 y en 2007 se reeditó. Aldo Oliva jamás lo encontró.

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