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La vejez, ese divino tesoro

Por Elizabeth Santángelo.- Especialistas estudiaron las particularidades de algunos longevos saludables y concluyeron que, más allá de las características biológicas particulares, el denominador común de todos ellos radicaba en sus conductas y actitudes.


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Rubén Darío, poeta nicaragüense del siglo XIX, fue quien puso en los versos del poema “Canción de otoño en primavera” la máxima popular “juventud, divino tesoro”. Y es lo que hoy añoran los corazones de aquellos que desean tener una vida saludable y feliz aun en la vejez.

El doctor Juan Hitzig estudió las características de algunos longevos saludables y concluyó que, más allá de las características biológicas, el denominador común de todos ellos radicaba en sus conductas y actitudes.

Estas actitudes ante la vida plantan al individuo en una plataforma segura, sin trastornos, cuando está orientado a pensar que expresa cualidades espirituales que lo unen a Dios, quien lo mantiene y sostiene bajo toda circunstancia.

La monotonía y la decadencia tienen relación con una vida improductiva y vacía. Se puede cambiar a la posibilidad de una vida plena, con oportunidades y acción renovada.

Hace un tiempo conversé con un médico gerontólogo, y me explicó que existe una diferencia entre la geriatría y la gerontología, porque la especialidad de la primera se ocupa de las enfermedades asociadas con la vejez y el tratamiento que se da a las mismas, mientras que la segunda (gerontología) se ocupa del aspecto psicológico, social, económico y ambiental del paciente.

Dar más años a la vida pero también dar más vida a los años es impulsar al anciano a redescubrirse, desarrollándolo en su capacidad mental y física, valorándolo para saber que puede dar mucho a la sociedad, a su entorno y relacionarse mejor con su familia y hasta con él mismo.

La relación que hay entre la mente y el cuerpo está dando en la etapa de la tercera edad un avance para pensar en “rendimiento” y no en “decadencia”.

En el mundo de la magia, la estrategia principal es la “distracción” del espectador, haciendo que mire para el lado contrario en donde tiene que mirar, para que el mago logre su objetivo, o sea, realizar el efecto de la magia y hacer creer algo que es una ilusión.

De la misma manera, Mary Baker Eddy, pensadora que vivió en lo que se denominó “la era de oro de la magia”, llamó la atención entre la realidad espiritual y la ilusión material, cuando dijo: “Cierra los ojos, y puede que sueñes que ves una flor, que la tocas y hueles. Así aprendes que la flor es un producto de la así llamada mente, una formación del pensamiento más bien que de la materia”.

Lo mismo ocurre con respecto a la vejez. Verla desde el punto de vista subjetivo, dando más vida a esos años ayuda a uno a redescubrirse, autoalimentarse espiritualmente y a entender que la realidad es muy distinta de lo que parece.

La doctora Graciela Zarebsky, directora de la carrera de Psicogerontología de la Universidad Maimónides, creó un cuestionario que se está validando internacionalmente en Canadá, Chile, Uruguay, Bolivia y provincias argentinas, y consiste en pedirles a las personas que dibujen la línea de su propia vida. “Antes la mayoría de los encuestados dibujaban una línea en forma de meseta y de montaña y al final una caída, que era cómo se concebía el envejecimiento”, comenta la autora. Y añade: “Es lo contrario a lo que veo actualmente. En los últimos años se produjo un cambio de percepción con respecto a lo que es envejecer. Las personas encuestadas ya no son pesimistas y dibujan una línea horizontal que inclusive puede finalizar en una línea hacia arriba, es decir que consideran que puede haber estabilidad y la posibilidad de seguir creciendo”.

Es saludable iniciar una nueva vida, y emprender un camino hacia la salud, el desarrollo mental y espiritual, incluyendo la belleza y poesía que encierra la edad “supuestamente” avanzada. No se dejen hipnotizar o distraer por conceptos que puedan atarlos o disminuirlos en su valor original. Así como el mago puede querer distraerlos para lograr su objetivo en hacerles creer algo que no existe realmente, el concepto de vejez puede ser cambiado a una realidad posible de demostrar mediante una vida útil y feliz, no sólo por uno mismo sino también para el entorno en que viven.

El significado más profundo de la vida, que incluye el tesoro divino de la vejez, es una búsqueda permanente y esta búsqueda tiene una meta: el bienestar y la salud.

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