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La trama oculta de la nueva pelea con Uruguay

El problema comenzó con la papelera Botnia instalada en Fray Bentos.

A casi diez años del inicio de la controversia argentina-uruguaya por la instalación de pasteras en el río Uruguay, un nuevo cruce por el mantenimiento y dragado del canal Martín García puso a la diplomacia bilateral en máxima tensión.

El dragado del canal Martín García es un reclamo de varios años de Montevideo, que requiere el aval de Buenos Aires para que barcos de mayor calado entren al puerto de Nueva Palmira, el segundo en importancia del vecino país.

Es una nueva versión de la crisis rioplatense que comenzó a principios de 2003 con la protesta de vecinos de Gualeguaychú por la intención uruguaya de permitir la instalación de la papelera española Ence sobre la margen del río Uruguay. Finalmente, Ence desistió pero se instaló Botnia –hoy UPM– con una producción de superior al millón de toneladas de celulosa anuales permitido.

De Botnia y Ence a Martín García la mayoría de los actores políticos fueron cambiando pero hay una pieza clave en ambas situaciones: Francisco Bustillo, ex embajador uruguayo en la Argentina durante la presidencia de Tabaré Vázquez (2005-2010) y actual jefe de Gabinete de la Cancillería de su país.

Bustillo también fue designado en agosto de 2010 por el gobierno de José Mujica como titular de la Comisión Administradora del Río de la Plata (Carp), órgano binacional que debe resolver el dragado del canal Martín García.

Un mes después de su designación, el ex vicecanciller argentino Roberto García Moritán –quien había sido secretario de la Carp pero en ese momento no tenía ningún cargo en el ente– lo llamó para felicitarlo y lo invitó a “tomar un café” en el selecto Jockey Club de Buenos Aires.

Según el ex embajador denunció luego ante sus superiores –y en actas internas–, en aquel encuentro García Moritán le habría sugerido que la empresa Riovia estaba dispuesta a ofrecerle un millón de dólares a cambio de que permitiera la continuidad de la firma en las tareas de mantenimiento que realiza desde 1996.

Siempre según la versión uruguaya, García Moritán –que primero guardó silencio y luego reconoció el encuentro– le dijo que minutos más tarde se sumaría a la reunión Sergio Cetera, ejecutivo de Boskalis (empresa que controla Riovia), para avanzar en las conversaciones.

Sobre este punto surgen diferencias: Bustillo señaló que rechazó el ofrecimiento y le dijo a García Moritán que cuando llegara Cetera él se iba a ir al baño para que le explicara que no habría ninguna charla, mientras que el diplomático argentino sostuvo que Bustillo se fue conversando con el representante comercial de Riovia por la avenida Alvear.

El hecho figura en las actas internas de la cancillería uruguaya y salió a la luz en medio de las demoras para el llamado a licitación para el dragado, cuyas tareas debían comenzar en marzo pasado, de acuerdo con lo acordado hace dos años por los presidentes Cristina Kirchner y José Mujica.

Esas postergaciones permitieron que de hecho Riovia lograra una prórroga de su contrato de mantenimiento hasta enero próximo.

En medio de tensos cruces epistolares, el tema llegó al Tribunal de Cuentas uruguayo que dictaminó que la actuación de los diplomáticos uruguayos en la Carp fue correcta y no contaba con pruebas para investigar un hecho delictivo, pero que las actitudes dilatorias de la parte argentina llamaban la atención.

La Argentina a través del canciller Héctor Timerman pidió que el tema sea llevado a la Justicia y promovió la exclusión de Riovia del concurso en el que se iba a concesionar el mantenimiento del canal –no el dragado, que está pendiente–, pero Uruguay pidió su inclusión alegando que en caso contrario se expondría a reclamos internacionales.

Efectivamente, Uruguay acaba de llevar el tema a la Justicia de su país, mientras que en la Argentina hay otra causa abierta y activa en el Juzgado de Claudio Bonadío.

Pulseada

El gobierno argentino entiende que Bustillo es una traba para las relaciones bilaterales y cerca del canciller Héctor Timerman hablan pestes de él. En Uruguay, en cambio, es muy respetado.

El ex embajador es diplomático de carrera y adherente al Partido Nacional, hoy en la oposición. Sin embargo, es amigo personal del hijo de Tabaré Vázquez y del propio ex presidente del Frente Amplio. Estuvo en la primera línea de negociación por las pasteras lo que lo llevó a entablar una muy buena relación con el entonces jefe de Gabinete argentino, Alberto Fernández.

Mujica y su canciller Luis Almagro le renovaron su confianza en la Cancillería y luego en la Carp, aunque para que la relación bilateral pasara al máximo nivel “Pepe” puso a un amigo suyo, Guillermo Pomi, al frente de la embajada en la Argentina.

Bustillo fue ganando resentimientos en el gobierno argentino y en las últimas semanas Timerman le apuntó directo y reclamó que se le retire la inmunidad para que pueda seguir siendo investigado en la causa por los denominados autos diplomáticos. El jefe de la diplomacia argentina también inició un sumario a García Moritán.

Por lo pronto, la Argentina pidió la remoción de Bustillo de su cargo en la Carp y promueve un nuevo llamado a licitación en torno al canal Martín García.

Para Mujica, desplazar a Bustillo traería costos y seguramente sobrevendrán cuestionamientos de la oposición. Pero ordenó máximo silencio a todo su gabinete. Por ese motivo, el ex embajador no salió aún a hacer pública su posición, explicaron fuentes del gobierno uruguayo a este columnista.

En principio, el diplomático tiene el respaldo del Ejecutivo uruguayo que destaca su tarea y trayectoria, pero Mujica pondera también qué es lo mejor para su relación con Cristina Kirchner.

Canal de la discordia

El canal Martín García se extiende por 106 kilómetros desde el kilómetro 39 del canal de acceso a Buenos Aires hasta el inicio río Uruguay, explica Riovia en su página. Fue habilitado para la navegación en 1892 y dragado en forma intermitente hasta 1988.

Tras un primer dragado conjunto en 1999, en 2011 un nuevo acuerdo determinó que el canal –actualmente poco más de 10 metros de profundidad– sea dragado a 13 metros. Esa es la profundidad del canal argentino Emilio Mitre, lo que le permite al puerto de Buenos Aires captar los barcos de mayor calado.

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