Opinión

El lockout patronal que se viene

La soja que los parió

Este lunes comienza un cese de comercialización dispuesto por entidades agropecuarias, en rechazo al incremento del 3 % en las retenciones a la exportación de soja. Tras patear la mesa de negociación, las patronales del campo impulsaron la medida de fuerza desoyendo el mandato de las urnas


Por Mauro Federico / puenteaereodigital.com

Este lunes comienza un cese de comercialización dispuesto por las entidades agropecuarias, en rechazo al incremento del 3 % en las retenciones a las exportaciones de soja. Tras patear la mesa de negociación, las patronales del campo impulsaron la medida de fuerza desoyendo el mandato popular de las urnas y la decisión parlamentaria que legisló en este sentido, generando divisiones dentro de la Mesa de Enlace. A diferencia de aquella confrontación por la mal gestada resolución 125 que le costó a Cristina de Kirchner uno de los conflictos más desgastantes de su primer período presidencial, Alberto Fernández logró fracturar la hegemonía de las organizaciones rurales mediante una inteligente estrategia de segmentación que favorece a los productores más pequeños. La intransigencia de los grandes terratenientes sojeros promueve el regreso de los “piquetes de la abundancia”, agitados por la oposición. Pasen y lean.

El 25 de junio de 1912, unos 600 chacareros reunidos en la Sociedad Italiana de Socorro Mutuo e Instrucción de la localidad santafesina de Alcorta, irrumpieron con una protesta campesina que se transformaría en el hito fundacional de la Federación Agraria Argentina (FAA). Aquel paro rural que movilizó a más de 120.000 productores del país durante más de tres meses, fue conocido como “El Grito de Alcorta” y sus consecuencias beneficiaron a los gringos chacareros que obtuvieron mejoras en los períodos contractuales de arrendamiento y una reducción de los porcentajes de las cosechas para los propietarios de la tierra. Un año antes, en México, el comandante del Ejército Libertador del Sur Emiliano Zapata proclamaba la reforma agraria en el marco de un proceso revolucionario que se basaba en el principio fundante de la lucha de los campesinos a quienes representaba: “La tierra es de quien la trabaja” postulaba el líder mexicano, consciente que millones de hectáreas pertenecían a los latifundistas de su país que explotaban a los trabajadores rurales para que las labraran a cambio de condiciones mínimas de subsistencia.

La historia nos enseña que el verdadero opresor de los que trabajan la tierra no es el Estado, sino la oligarquía terrateniente. Hoy en nuestro país, esa minoría poderosa pretende sostener los privilegios obtenidos durante la gestión de Mauricio Macri, que le entregó llave en mano a un hijo dilecto de la Sociedad Rural el manejo del ministerio de Agricultura, herramienta que debería utilizarse para la defensa de los intereses de todos y no en beneficio de los pocos poderosos a los que Luis Miguel Etchevehere supo representar y favorecer.

El paro por noventa y seis horas de los sojeros beneficiados por una brutal transferencia de recursos durante los últimos cuatro años es una exagerada reacción defensiva ante un esquema de retenciones que beneficia a la mayoría de los productores agropecuarios y apenas incrementa en un tres por ciento la retención a las exportaciones de soja. Pero no solo eso. Gracias a una hábil estrategia del titular de la cartera de Agroindustria, Luis Basterra, el nuevo cuadro contempla que quienes produzcan entre 500 y 1000 toneladas del principal cultivo del país seguirán con el actual 30%, mientras que las producciones inferiores a las 500 toneladas anuales recibirán mejoras mediante compensaciones.

En diálogo con #PuenteAereo, el ex titular de la Federación Agraria y uno de los referentes de aquella batalla contra la 125 Eduardo Buzzi, no dudó en calificar la medida de sus ex colegas como “opositora” y cuestionó el paro en momentos que “el país está muy mal, tenemos muchos problemas, y que aparezcamos los productores parando por un 3 por ciento en las retenciones me parecía inoportuno”. Por su parte el flamante embajador designado en España y dirigente radical Ricardo Alfonsín sostuvo a este portal que “la mayoría de los chacareros sabe que esto no es la 125 y que estamos atravesando un momento muy grave que requiere del esfuerzo de todos, pero no es justo que los que más han sufrido, se tengan que seguir esforzando”.

Los más ganadores

Pocos sectores ganaron tanto durante el período 2016-2019 como el campo. Según los datos publicados por la publicación Márgenes Agropecuarios, un campo con buen rendimiento, que produjo 38 quintales de soja por hectárea (que representa el promedio de la actividad), aumentó sus ganancias brutas un 33% en dólares. Esto significa que pasó de tener un margen bruto de U$S 344 por hectárea en 2015, a U$S 456 en 2019. Pero no solo el sojero gana un tercio más en dólares que lo que ganaba a fines del anterior gobierno kirchnerista. Además, el dólar subió casi el doble que la inflación en el periodo, lo que potencia escandalosamente el incremento de las ganancias del sector.

Si partimos de la base que la producción agropecuaria conforma el principal sustento alimentario de los argentinos, la ecuación potencia la inequidad distributiva. Durante estos cuatro años, la mayor carga inflacionaria recayó justamente sobre los alimentos, cuyos precios se dispararon al ritmo de las ganancias de los grandes terratenientes. Si las retenciones suben, decrece el precio que reciben los productores por sus granos y entonces baja el precio de los alimentos. A la inversa, cuando bajan las retenciones, aumentan las ganancias de los productores y sube el precio de la comida. Es tan insólita la asimetría que en nuestro país los consumidores pagamos con salarios en pesos, alimentos que se producen en Argentina, pero a precios que se fijan en el mercado de Chicago, donde la moneda es la divisa estadounidense.

Esa es la razón de ser de las retenciones, que se constituyen en un mecanismo de atenuación de la inequidad mediante la generación de tipos de cambios múltiples que se utilizan en muchos países del mundo. Mientras el sector industrial exporta con un dólar de 63 pesos, el turismo utiliza uno de 85 y la soja uno de 43. “La industria necesita un tipo de cambio alto para exportar porque tiene una productividad estándar, el campo no necesita un dólar tan alto porque gracias al clima, las pasturas y la fertilidad de la tierra, es uno de los más competitivos”, asegura un economista que trabaja en el equipo de Basterra.

“Cuando gobernaba Néstor Kirchner teníamos más retenciones que ahora, pero había rentabilidad, mientras en los noventa no había retenciones y nos fundíamos, o sea que lo que hace falta es un contexto productivista, y eso no se consigue con paros, lo dice alguien que hizo 20 paros”, complementa Buzzi. “Esa es la diferencia que los productores debemos saber distinguir y negociar, eso es lo que negociar, eso es lo que debemos tener en claro”, finaliza el ex dirigente de la FAA.

Alcorta volvió a gritar

La estrategia de la segmentación tuvo resultados favorables para el gobierno que logró partir el frente interno de la Mesa de Enlace, dividiendo la posición de los pequeños productores que ven con simpatía la medida oficial. En un comunicado de prensa, el Consejo Directivo de FAA reconoció que tras un intenso debate con las bases de productores federados, surgieron diferentes posturas, que impiden hasta el momento conseguir una posición oficial unánime sobre la protesta agropecuaria.

Es por eso, que frente a este delicado momento institucional, la entidad resolvió “resguardar la unión de la entidad y deja a sus bases libres de acción ante el paro convocado para este lunes y que se extenderá hasta el jueves 12”. Desde la oposición a la actual conducción de Federación Agraria, Dardo Alonso, dirigente tandilense, afirmó que “no estamos para nada de acuerdo con el paro: nuestra central tomó una medida inconsulta, quizás arrastrada por la presión de las otras entidades. La Mesa de Enlace fue afín a Cambiemos, pero la principal empresa exportadora del país, Vicentín, está en cesación de pagos; hacia allí íbamos con la política económica de Mauricio Macri”. Por su parte, Sebastián Campo, presidente de la filial de Pergamino, resaltó que “los productores más pequeños se ven beneficiados, porque van a recibir una compensación; esto ha sido una lucha histórica de la Federación Agraria y es una batalla cultural ganada, lograda a partir del diálogo en ochenta días de Gobierno”.

Otro dirigente ruralista que prefirió no ser mencionado, le dijo a este cronista una frase que grafica el nivel de división que hoy atraviesa al movimiento agropecuario: “Estos muchachos que convocan al paro, representan al grito de Alcorta… de Figueroa Alcorta y Salguero, porque viven todos en Palermo Chico, no pararon de juntar dólares durante todo el macrismo y ahora se quejan porque tienen que poner algo de lo que se llevaron”.

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