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La historia del stent

Por Antonio Capriotti


cienciadentro

Cuando el habla popular se adueña de la palabra, extiende su uso en la conversación cotidiana y se desentiende de la rica historia que la rodea. Cuando una enfermedad se convierte en la primera causa de muerte, influida por hábitos culturales poco saludables, toma el centro de la preocupación y del habla popular. Después, muchas veces, se banalizan la palabra y lo que ella representa.

Claudio Cigalini es médico cardioangiólogo, intervencionista, hemodinamista. Cuando se formaba como especialista en el Sanatorio Güemes de Buenos Aires fue testigo de la implantación de los primeros stents en Argentina. “Por ese tiempo vino al país el doctor Simon Stercer, del San Francisco Heart Institute, e implantó los seis primeros stents en nuestro medio. Los stents vinieron a responder a una necesidad de resolver uno de los talones de Aquiles de la angioplastia, que era la reobstrucción (reestenosis) de la arteria obstruida, una vez liberada. Se lo hacía introduciendo un balón que empujaba sobre la arteria, en la localización de la obstrucción, para disolver la placa de colesterol que obstruía el fluido sanguíneo normal. Se hacía una dilatación mecánica de la arteria obstruida, una plástica de la arteria; por eso su nombre: angioplastia. Tuvo buen resultado inicial, pero pobre en el seguimiento, ya que en más del 40 por ciento de los casos reobstruía la arteria afectada en un lapso de seis meses”, recuerda Cigalini.

—¿Cómo se resolvió este problema?

—Un argentino, el doctor Julio Palmaz comprendió que uno de los mecanismos de esta reobstrucción era, en realidad, una retracción elástica de la arteria.  Entonces diseñó un sistema para evitarla. El primer stent con esas características que se comercializó en el mundo fue el diseñado por Palmaz. Fue muy efectivo, ya que se bajó la taza de reestenosis de un 40 al 20 por ciento. Fue un gran adelanto.

—¿En qué año ocurrió eso?

—Fue por 1994 o 1995. Esto produjo que se disparara la indicación de angioplastia coronaria con relación a la cirugía de revascularización, el famoso by pass creado por otro argentino, el doctor René Favaloro. Éste se hacía con venas que se sacaban de las piernas y posteriormente se empezaron a hacer los injertos arteriales, se usaba sobre todo la arteria mamaria interna. Cortaban y aplicaban en la zona obstruida. Se salteaba la obstrucción al hacer una derivación desde la aorta hasta la arteria obstruida y se la conecta más allá de la obstrucción. Se trata de una cirugía a corazón abierto con bomba de circulación extracorpórea.

—Con relación a esta maniobra, ¿los stents significaron un gran adelanto?

—Sí. Pero la tasa de reobstrucción, pese a descender un 50 por ciento, seguía siendo alta, ya que la pared arterial reaccionaba con inflamación al stent, la que era generada por proliferación y crecimiento de tejido celular que traía aparejado la reestenosis. Un nuevo talón de Aquiles.

—¿Qué se hizo?

—Se diseñaron sistemas de stents liberadores de drogas con efecto antiproliferativo, los que trajeron aparejado un gran adelanto, ya que la tasa de resetenosis bajó al 5 por ciento.

—¿Estos nuevos stents traen aparejado efectos no deseados?  

—El mayor inconveniente deriva de que son elementos metálicos que pueden ocasionar la generación de trombos, ya que favorecen el depósito de plaquetas y la posterior trombosis. Además los materiales sobre los que se vehiculiza la droga que generalmente son polímeros, que son los encargados de absorber y luego liberar la droga, traen reacciones inflamatorias tardías, reobstrucción de la arteria y, en algunos casos, trombosis de la arteria a nivel del implante del stent que desencadena el cierre abrupto de la arteria  con mucho riesgo para el paciente.

—¿Entonces?

—Para evitar todos esos inconvenientes se han diseñado los stents bioabsorbibles. Siguen siendo stents metálicos pero con diferentes aleaciones que con el paso del tiempo se van reabsorbiendo y que, una vez que pasa su efecto útil, se degradan y no queda nada extraño dentro de la pared arterial.

—¿Los están colocando en Rosario?

—Todavía no los colocamos. Está programado que durante el año entrante dispongamos de ellos en el país.

—¿Se colocarán bajo las mismas técnicas?

—No, exigen otras técnicas. Hoy colocamos stents con herramientas flexibles, lo que nos da amplio margen de navegabilidad dentro de las arterias con lo que podemos sortear no pocos obstáculos. Nos permiten llegar a la obstrucción donde ella esté. En cambio, el material bioabsorbible es menos resistente y necesita, por lo tanto, más fuerza. Se trata de un sistema de liberación de mayor calibre, es menos navegable, lo que nos va a obligar a seleccionar los pacientes.  Van a ser pacientes que tengan afectadas arterias grandes en sus segmentos proximales. Hubo un avance en la biocompatibilidad pero un retroceso en cuanto a la factibilidad técnica de implantarlos.

—¿Querría decir que el tipo de stent condiciona el mecanismo que lo va a introducir?

—Sí, claro. El diseño de los stents es muy importante. Buscamos los stents de bajo perfil, muy finos, muy flexibles. Los primeros  stents eran de acero inoxidable, luego se buscaron aleaciones más resistentes como los de cromo cobalto o el cromo platino,  lo que permitió bajar su grosor. Su calibre más pequeño permitió mejorar la navegabilidad, para llegar al punto de la obstrucción venciendo los obstáculos.

—¿Ustedes deben seguir capacitándose, acompañando estos adelantos tecnológicos?

—Es nuestro estado permanente. Hoy debemos aprender a manejar un instrumento terapéutico nuevo.

—¿Cómo se llama el aparato con el que se coloca el stent?

—Sistema de liberación. Los stents vienen premontados, con lo que se ha aumentado la seguridad. En cambio, a los primeros stents los montábamos a mano sobre los balones con los cuales los introduciríamos en las arterias.

—Además de aumentar la seguridad, ¿les ha permitido reducir el tiempo de intervención?

—Sí. Se ha transformado en un procedimiento mucho más rápido que nos permite usar  menos dosis de contraste. Lo que se traduce en una menor dosis de radiación, lo que es muy bueno, no sólo para el paciente sino también para el operador, ya que ambos están menos tiempo expuestos.

—¿Quién controla las instalaciones, los equipos y los materiales de contraste que este tipo de prácticas exige?

—La Comisión de Energía Atómica audita permanentemente la cantidad de radiación. Los pacientes están el tiempo suficiente que no afecta a su salud. En cambio, el personal debe ser controlado; como la sala donde se practica y los elementos. Debemos someternos a estrictas medidas de bioseguridad.

—¿Qué sobrevida y qué calidad de vida tienen los pacientes sometidos a la colocación de stents?

—Esos pacientes tienen la misma sobrevida que quien nunca se ha colocado un stent. El pronóstico de vida está dado por el daño que pudo haber sufrido el corazón. Un paciente que tiene una función ventricular normal cuenta con una expectativa de vida normal. Pero si el paciente asume su responsabilidad y logra disminuir los factores de riesgo que dependen de su decisión, si adhiere a las normas de prevención secundaria, se va a beneficiar con más sobrevida y mejor calidad de vida.

—¿Hoy se colocan más stents que hace años?

—Sí. Porque hoy el primer tratamiento de revascularización es la angioplastia coronaria con implante de stent, con lo cual queda la cirugía relegada para los casos en que técnicamente no le podemos dar la respuesta más segura.

—¿Cada vez entran personas más jóvenes?

—Sí. Y mayores, también; son los pacientes añosos  que antes no podían beneficiarse con estos tratamientos. Materiales, tecnología y capacitación profesional han permitido incorporara más pacientes a una práctica segura y efectiva; e incluso avanzamos sobre casos más complejos. Hoy tratamos lesiones de múltiples vasos y colocamos en la misma maniobra cuatro o cinco stents. Los pacientes se recuperan rápidamente. Podemos hacer maniobras más rápidas y sencillas, entrar por la arteria radial con una punción en la muñeca. Luego de la intervención el paciente deambula inmediatamente y a las 24 o 48 horas se va a su casa.

—¿Enfermedad de estos tiempos?

—Es la primera causa de muerte en el mundo y en nuestro país.

—¿Es patrimonio de hábitos culturales de nuestros tiempos?

—Sí. Hábitos alimentarios que llevan al sobrepeso: el sedentarismo, el incremento del colesterol. La diabetes y la hipertensión arterial, sus diagnósticos tardíos y su falta de control. El estrés y aquello que no está en nuestro control: lo biológico heredado.

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