El Ciudadano Global

Política internacional

La Rusia contemporánea, ante la mirada del mundo

A pesar de la fuerte tónica antirreligiosa de su etapa comunista, la religión sigue teniendo un enorme peso en la sociedad rusa, la cual es en su vasta mayoría cristiana ortodoxa.


 

Por Gabriel Caston y Florencia Cusumano (*)

Originalmente unificada, expandida y fundada como un imperio al modelo romano a partir de 1721, la Federación Rusa como hoy la conocemos tuvo su nacimiento hace apenas 25 años, después de desintegrarse la tan célebre Unión Soviética. Concebida como una gran potencia a nivel mundial, en el imaginario popular de occidente se sigue asociando a Rusia a su pasado soviético, mientras que otros lo hacen a su pasado zarista. Esto puede deberse al impacto que generó en su momento la Unión Soviética, contrapuesta al sistema occidental e intimidante en sus exhibiciones militares. También puede deberse a las pujas de poder a nivel internacional en las que Rusia se destaca por concretar ambiciones que remiten a hitos históricos de expansión territorial en el auge de su edad imperial. Ejemplo de esto es la reciente inauguración del puente que une al país con Crimea, península de gran importancia histórica y geopolítica que anexionó a su territorio en detrimento de los intereses ucranianos.

Pero, ¿cuánto se sabe realmente en Argentina sobre Rusia?

Siendo el país más extenso del mundo, con una cantidad de kilómetros cuadrados que suele ser comparada con la misma que tiene Plutón, Rusia es un Estado federal conformado por 85 sujetos federados que a su vez están agrupados en 8 Distritos Federales. Estos “sujetos” reciben distintos nombres: república, región o distrito, sin que por ello existan diferencias significativas en cuanto a las competencias que cada entidad puede ejercer. En este sentido, por su enormidad e historia, Moscú y San Petersburgo son ciudades federales, y forman parte de la Rusia cosmopolita, a la vez que son las dos principales urbes del país.

Pese a su complejo sistema federalista, Rusia continúa siendo gobernada de manera ampliamente centralizada. Tiene como modelo una república semipresidencialista, donde el presidente es elegido por sufragio universal y mantiene su cargo por seis años.

El actual presidente, Vladímir V. Putin ocupó la banca presidencial los años 2000-2008 (siendo reelegido en 2004), y volvió a la presidencia en el año 2012, siendo reelegido el marzo pasado para permanecer 6 años más en el gobierno. El longevo presidente es de corte nacionalista y con una personalidad que se destaca entre los principales personajes políticos de la escena internacional. Ha despertado emociones dentro y fuera de Rusia, generando controversias tanto por sus medidas políticas como por sus expresiones frente a los medios de comunicación por igual.

Rusia es un Estado laico, a pesar de la fuerte tónica antirreligiosa de su etapa comunista, la religión sigue teniendo un enorme peso en la sociedad rusa, la cual es en su vasta mayoría cristiana ortodoxa. Si bien la sociedad rusa tradicional es asociada al cristianismo ortodoxo griego reflejado en las icónicas cúpulas de sus iglesias, existe un número significativo de minorías musulmanas y budistas. De hecho, en la ciudad de Kazán se encuentra la mezquita más grande de Europa.

La influencia de la Iglesia Ortodoxa es tenida en cuenta como una de las principales causas por las cuales se considera a la mayoría de la sociedad rusa como altamente conservadora y patriarcal. La diversidad sexual es costosamente reconocida en las grandes ciudades, y en las zonas rurales llega a ser incluso motivo de persecución y tortura por grupos homofóbicos considerados de extrema derecha, cuyos actos raramente son condenados por la Policía. En esta materia, el Estado ruso no ha respaldado legalmente el matrimonio homosexual, mientras que la adopción de niños rusos no está permitida a parejas homosexuales. En efecto, la homosexualidad no es ilegal (desde 1993), existe una ley que prohíbe la “propaganda” homosexual dirigida hacia menores de edad. La ley es interpretada de una forma tal que una persona rusa podría ser multada o arrestada por el simple hecho de caminar de la mano por la calle con una pareja del mismo sexo. Ante el evento de la Copa del Mundo, se ha anunciado que la ley no será aplicada a los turistas extranjeros. Aunque la red antidiscriminación Fare (Football Against Racism in Europe) aconsejó a los aficionados del fútbol no-heterosexuales o miembros de minorías étnicas tener ciertas precauciones al acudir a Rusia por el Mundial. Este aviso se realizó teniendo en cuenta además el violento papel que desempeñaron los “hooligans” rusos en la pasada Eurocopa de Francia.

En el contexto de este evento de enorme convocatoria, otro rasgo del Estado ruso como potencia militar se pone especialmente en evidencia: la obsesión por la seguridad. Rusia tiene frentes militares abiertos en sus fronteras con Ucrania, una tensión siempre latente con Georgia y amenazas directas de los remanentes de la organización yihadista Estado Islámico por su participación en el conflicto Sirio. De hecho, el metro de San Petersburgo fue lugar de un atentado el año pasado.

Con todo esto, el Servicio Federal de la Guardia Nacional Rusa podrá involucrar a los militares para cubrir los controles e intervenciones posibles en el transcurso del mundial, sumado a la instalación de laboratorios informáticos que inhibirán la señal electrónica de dispositivos tales como los utilizados para pilotear drones.

Dadas estas consideraciones, puede decirse que pese a los rasgos que pueda presentar la sociedad y su realidad política, aquellos que viajen a Rusia podrán sentirse seguros. Podrán observar de cerca una rica y diferente cultura, y dejarse absorber por la vasta historia y la belleza que plasman aquellos espacios que son hoy las sedes de la Copa del Mundo: Moscú, San Petersburgo, Kazán, Kaliningrado, Volgogrado, Ekaterimburgo y Sochi, entre otras. En cada una de estas grandes ciudades se encuentran espacios que han atestiguado cientos de acontecimientos de enorme relevancia. Algunos incluso considerados patrimonio de la humanidad por la Unesco, como la tan famosa Plaza Roja y los puentes levadizos sobre el río Neva en San Petersburgo.

 

(*) Grupo de Estudio sobre Rusia de Rosario

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