El Ciudadano Global

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La República son los padres

A nivel internacional es posible señalar que nos encontramos atravesando un período caracterizado por altos niveles de incertidumbre, llegando incluso a hablar de una crisis de la globalización.


zzzzinte1 Protesters wave Spanish and Catalan flags during a demonstration called by Catalan Civil Society under the motto "Catalonia yes, Spain too" in Barcelona on October 12, 2017. Spain marks its national day today with a show of unity in the face of Catalan independence efforts, a day after the central government gave the region's separatist leader a deadline to abandon his secession bid. The country is suffering its worst political crisis in a generation after separatists in the wealthy northeastern region voted in a banned referendum on October 1 to split from Spain / AFP PHOTO / JORGE GUERREROzzzz

En las últimas semanas la comunidad internacional se ha hecho eco de un –nuevo– intento independentista en la región de Cataluña, sobresaliendo en esta oportunidad por la inusitada represión desatada a manos de la Guardia Civil y la Policía Nacional, bajo el mando del gobierno del Partido Popular (PP).

Si bien este es uno de varios intentos esbozados en el pasado con el fin de declarar la soberanía catalana, el actual contexto internacional y nacional amerita que contemplemos un conjunto de múltiples factores políticos y económicos en pos de adentrarnos en la complejidad del conflicto.

A nivel internacional es posible señalar que nos encontramos atravesando un período caracterizado por altos niveles de incertidumbre, llegando incluso a hablar de una crisis de la globalización.

Si bien esto puede ser discutido desde diferentes posicionamientos teórico-políticos, es posible observar, entre múltiples indicadores, un relativo repliegue de los regímenes y organizaciones internacionales que dieron forma al orden actual, la implementación de barreras físicas, económicas y políticas (desde la construcción de muros, la prohibición del ingreso de inmigrantes hasta la puesta en debate de diversos procesos de integración) y un elevado nivel de concentración de la riqueza a nivel mundial, junto con su ineludible contracara: la desigualdad social.

Todo ello sumado a la reaparición de interrogantes en torno a la capacidad del liderazgo estadounidense y el ascenso de actores estatales en condiciones de disputar nuevas centralidades.

Teniendo presente dicho contexto, resulta interesante retomar aquellos análisis en donde la globalización es definida como una tensión latente entre fuerzas integradoras y fuerzas de fragmentación, en tanto nos posibilita identificar que estas últimas están cobrando mayor peso en la coyuntura actual.

Ahora bien, más allá de las variables sistémicas que inciden en el escenario europeo y, en este caso en particular, catalán-español, es necesario considerar otro conjunto de factores que influyen en las dinámicas actuales: aquellos que se vinculan con el orden interno o doméstico.

Dentro de los múltiples análisis que circulan en torno a la cuestión catalana –sin olvidar el peso del factor identitario-cultural– se puede observar una hipótesis que a priori –y sin necesidad de ser excluyente– que merece nuestra atención.

Dicha hipótesis busca poner en relieve los intereses (económicos y políticos) en juego en la Europa poscrisis.

Tras el estallido de la crisis económico-financiera en 2008 y la implementación de políticas de ajuste y salvataje como únicas medidas para sortear las consecuencias negativas de la misma, los regímenes políticos europeos no han quedado inmunes.

Se ha puesto en cuestión la legitimidad de las propias democracias liberales y, como mencionamos anteriormente, en un contexto global caracterizado por altos niveles de incertidumbre y fragmentación, las élites políticas procuran buscar refugio en pos de su supervivencia reviviendo discursos que abarcan un amplio espectro: desde el reclamo por una democracia radical hasta el nacionalismo o incluso posiciones xenófobas.

En casos como el español, se ha vivido de manera intensa la crisis de representatividad expresada en el 15M y en el posterior surgimiento de nuevas fuerzas políticas y experiencias municipalistas, que irrumpieron dentro del bipartidismo.

Y es en este marco, donde la hipótesis del conflicto catalán cobra cuerpo. Cuando el gobierno del PP, el cual no logra responder a la demandas sociales de su población y es constantemente acusado de corrupción, reprime al pueblo catalán negando toda posibilidad de diálogo o negociación, ¿qué intereses está priorizando? Cuando el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, decide impulsar un referendum carente de consecuencias legales y sostiene que su principal objetivo es alcanzar la soberanía catalana para luego retirarse del gobierno, ¿qué intereses resguarda? En definitiva, ¿para quién es conveniente la independencia de Cataluña?

Sin especificar cómo se ejercerá o en qué consiste dicha soberanía, sin poner en discusión qué modelo de país se quiere, es difícil esbozar una respuesta. Al menos una respuesta que contemple los intereses de la población y no los de la élite política en fuga.

Para propios y extraños, en palabras de Guillem Martínez –periodista catalán– la independencia es “esa cosa que crea cohesión social y política de manera más barata que los derechos y el bienestar”.

Sin embargo, existen dentro de Cataluña otras experiencias políticas locales que brindan un horizonte de posibilidades democráticas, en donde los intereses contemplados sean más parecidos a los del pueblo(s).

Barcelona en Comú, es una de ellas. Como sostiene Joan Subirats: “Los estados siguen siendo importantes, y no es lo mismo estar en uno que en otro, disponer de uno o depender de otro. Pero, por debajo de la retórica estatal, lo que seguro necesitamos son soberanías de proximidad”.

(*) Licenciada y docente de la cátedra de política internacional de la Facultad deCiencia Política y Relaciones Internacionales