En artículos anteriores nombramos el término Redención final como algo que esperamos y que rogamos que ocurra pronto, es un sinónimo de una época llamada la “Era mesiánica”.
¿En qué consiste esta redención? ¿por qué la necesitamos?. En los tropiezos de la vida, todos nos hemos preguntado si alguna vez encontraríamos la verdadera felicidad. ¿Encontraremos alguna vez la paz dentro de nosotros y llevaremos una vida realmente significativa, o estamos destinados a una vida hecha de miedo y confusión? ¿prevalecerán en la realidad la virtud y la bondad? Sino, ¿cómo podemos justificar ante nosotros mismos y nuestros hijos la necesidad de adherir a una moral y a principios éticos? Después de todo, aun cuando la naturaleza humana anhela un objetivo mas alto, ¿de que sirve esforzarse tanto en llevar una vida virtuosa si no conduce a ninguna parte?
La respuesta a todas estas preguntas es una sola palabra: redención. La redención es la luz al final del túnel. Supongamos que hemos vivido toda nuestra vida en un túnel oscuro. Nuestros padres y abuelos también vivieron allí, lo mismo que los padres y abuelos de ellos. Nos hemos acostumbrado a la oscuridad y hemos desarrollados las habilidades necesarias para sobrevivir. Avanzamos por la vida tambaleantes en la oscuridad o buscando el camino al tacto. Estamos totalmente resignados al hecho de que así es la vida, y así seguirá siendo.
Sin embargo hemos oído de los profetas que hay una luz al final de este túnel y que no necesariamente debemos pasar toda nuestra vida en la oscuridad, es verdad somos escépticos, después de todo esta es la única vida que conocemos, pero eso es redención, es Di-s diciéndonos que el motivo por el que creo el mundo se realizará, que la bondad prevalecerá y que nuestras vidas pueden tener sentido.
¿La redención alterará radicalmente nuestras vidas? Sí Y no. El mundo físico a nuestro alrededor no cambiará; más bien cambiaremos nosotros. Maimónides dice explícitamente que no debe ocurrir ningún milagro; la redención no será un hecho apocalíptico o sobrenatural. La era de la redención (o “la Era Mesiánica”), dice Maimónides, será un tiempo en que todos estaremos absortos en “conocer a Di-s”. Esto significa, en parte, que el hombre percibirá a Di-s en todas sus experiencias. Ya sea un médico o un comerciante o un padre, todos verán sus empeños materiales a través del filtro de la espiritualidad: no como un fin en sí mismos, sino como un medio para un fin más alto. Así como el que tiene hambre anhela naturalmente comida, nosotros anhelaremos naturalmente el bien; intuiremos lo que está bien y lo que está mal, y actuaremos en consecuencia. Ya no habrá una dicotomía entre nuestros corazones y nuestras mentes, nuestros cuerpos y nuestras almas, nuestros sentimientos internos y externos. Llegaremos a reconocer que cada detalle de este universo es obra de Di-s.
La redención final vendrá de un modo similar a la redención y éxodo de Egipto. Así como Moisés fue enviado por Di-s para dirigir la liberación de Egipto, un Mesías (“Mashiaj”) dirigirá a todo el mundo hacia la redención final.
¿Por qué se necesita un conductor? Porque aun cuando todos tenemos una chispa divina dentro de nosotros, la oscuridad del mundo material es abrumadora. Di-s nos envía un líder altruista, entonces, que puede alzarse por encima de las distracciones materiales, sensible a las necesidades de una generación, y que tiene la capacidad de comunicar el mensaje de Divinidad a nuestra sociedad complicada y confundida. Y quien, mediante sus acciones y enseñanzas, nos inspira a estudiar la sabiduría de Di-s y vivir de acuerdo con Sus leyes. Todas las naciones del mundo se verán motivadas a servir juntas a Di-s, a cumplir con sus obligaciones siguiendo los mandamientos morales y divinos tal cual están en la Biblia.
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