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La procesan por el crimen de ex esposo

Junto a un hombre a quien le alquilaba una pieza, fue acusada de homicidio.  


Meir Romano tenía 87 años y vivía solo en un departamento de Salta y Paraguay, donde fue encontrado sin vida a fines de noviembre pasado. El cadáver, con visibles golpes en la cabeza y puñaladas en el cuello y rostro, fue hallado por la Policía que acudió al domicilio por pedido de la ex concubina del anciano, una chaqueña de 54 años con quien tenía una hija que había manifestado estar preocupada porque el hombre no atendía el teléfono ni el portero. Sin embargo, la preocupación se desvaneció con el correr de las horas con la confesión policial de la mujer que la convirtió en principal sospechosa del crimen, al igual que un hombre de 34 años a quien ella le alquilaba una pieza en el fondo de la casa donde vivía. Ahora, ambos fueron procesados por el delito de homicidio triplemente calificado por alevosía, ensañamiento y para procurar la impunidad de un robo y se les trabó un embargo de 50 mil pesos.

La decisión fue tomada por el juez de Instrucción 9ª, Javier Beltramone, quien recolectó una serie de elementos que, a su entender, convalidan la confesión policial realizada por Ramona C., pese a que en sede judicial la mujer negó su participación en el crimen y brindó una coartada que para el magistrado fue poco convincente.

En su primera versión Ramona dijo a la Policía que el 26 de noviembre había tenido una discusión con su ex concubino y volvió a su casa, ubicada en barrio Puente Gallegos, donde vivía con su actual pareja y Daniel F., un hombre de 34 años a quien le alquilaban una habitación en el fondo.

La mujer sostuvo en sede policial que le contó a su inquilino la discusión que había mantenido, y que el anciano solía maltratarla. Según Ramona, la respuesta de Daniel fue que había que matarlo, por lo que colocó en una bolsa un hierro de unos 30 centímetros de largo y ambos fueron al departamento céntrico.

Ramona dijo que tenía las llaves de la planta baja y –una vez en el cuarto piso– golpeó la puerta y el anciano, al observar que era ella, abrió. Detrás ingresó Daniel y lo golpeó con la barreta.

Según la mujer, ahí se arrepintió y pidió a su inquilino que se detuviera, pero éste hizo caso omiso a su pedido e incluso la amenazó con “liquidarla”. En sede judicial, Ramona negó su participación en el crimen, y también su declaración en sede policial, que dijo fue hecha bajo apremios.

Pero el juez entendió que los dichos de Ramona no eran más que “un pobre discurso destinado a tratar de favorecer su situación procesal”.

El testimonio de la hija del matrimonio, la declaración de vecinos de la víctima y pruebas recolectadas en el departamento de calle Salta y en la casa del barrio Puente Gallegos fueron determinantes para el juez Beltramone, quien terminó procesando a ambos por el crimen de Romano.

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