Marcela Isaías
“Mientras haya circulación comunitaria del virus es irresponsable abrir las escuelas a la presencialidad”. En esa idea de cuidado se para el doctor Jorge Kohen, un estudioso de la relación entre salud y trabajo en el magisterio, su tema de investigación desde hace más de 30 años y al que ahora le suma los efectos de la pandemia en este terreno.
Jorge Kohen es docente de posgrado en la especialización de medicina del trabajo (UNR), además de investigador del Consejo de Investigaciones de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Desde ese lugar de investigador ha dirigido estudios emblemáticos para la Ctera y el Sadop.
Es director de Relaciones Internacionales en la Asociación Brasileña de Salud de las Trabajadoras y los Trabajadores, entre otros datos de su rica trayectoria académica y de investigación. También es coautor del libro Pandemia y riesgos psicosociales en el trabajo (Homo Sapiens) que se presenta este lunes 14, a las 18.
—Primeros días de diciembre ¿En qué momento y situación de la pandemia estamos, en particular en la provincia de Santa Fe?
—La pandemia en la provincia no está controlada. En Rosario hay circulación comunitaria del virus. Y lo que es alarmante es que tanto la tasa de mortalidad como la de letalidad están en aumento.
Hay intensa circulación del virus en una “situación pospandémica” decretada por las autoridades, que abren absolutamente todas las actividades, inclusive convocan de manera irresponsable a concurrir a las escuelas; y también por un importante sector de la población ganado por una postura negacionista, al que no le importa contagiarse o no.
Esas dos actitudes hacen que la circulación comunitaria del virus continúe. Por eso en la provincia, y en relación a la pandemia, hay un alto nivel de descuido con una población que todavía no ha sido expuesta al virus, como son los niños y adolescentes que no han concurrido a la escuela, y los docentes.
Es una población de aproximadamente un millón de personas que no han estado expuestas de manera directa al virus. Igual que las personas de 60/ 65 años que se han mantenido en aislamiento.
La actitud de convocar a la escuela, insisto, es una invitación a un sector de la población a que se contagie, cuando estamos a un mes del inicio de la campaña de vacunación y en la que se va a vacunar en forma prioritaria a los maestros.
Por eso es innecesario e imprudente y, desde el punto de vista pedagógico, no aporta absolutamente nada haber convocado a asistir a las escuelas.
—¿Por qué considera entonces que el gobierno tomó esta decisión?
—La pandemia tiene tres dimensiones: la sanitaria, la económico-productiva y una tercera que es política-ideológica-cultural. En esta última dimensión, y pensando en la construcción de una subjetividad pospandémica, esta convocatoria es reafirmar que ya estamos en pospandemia y que es una situación normal, que justifica la apertura de todas las actividades, primero económicas y luego esta otra irresponsabilidad que es fomentar el turismo (que para hacerlo hay que generar una conciencia de que la pandemia ya está resuelta).
Esta convocatoria (ir a las escuelas) también ayuda a eso. Pero hay otro elemento que también juega aquí y es la concepción burocrática y administrativa de la educación, y una actitud patronal también en el Estado.
Los funcionarios no actúan como funcionarios públicos que garantizan el derecho público a la educación sino como gerentes. Una mentalidad neoliberal donde lo que les importa es el control burocrático de lo que han hecho los maestros.
Y entonces desconocen, porque hay un desconocimiento total y absoluto, del trabajo en modo virtual que ha hecho la inmensa mayoría de los docentes.
—Además del reparto de materiales impresos y bolsones de alimentos, entre otras tareas.
—Exactamente. O sea que el contacto docente-alumno no se perdió a lo largo de la pandemia. Quizás no se hayan dado todos los contenidos curriculares que había que dar, pero eso tampoco es grave ni justifica sobre el final del año académico, después de haber estado en modo virtual todo 2020, convocar –incluso hacerlo explícitamente sin ningún objetivo académico– al retorno.
Si yo convoco a ir a la escuela para que igual mantengan un distanciamiento social, no compartan absolutamente nada, no se puedan prestar ni un lápiz, ni compartir la merienda ¿qué concepto estoy reforzando en la educación? ¿Un concepto solidario en la construcción de una ciudadanía de un sujeto democrático igualitario? Lo solidario es quedarte en tu casa, mantener el distanciamiento y circular solamente lo necesario hasta que llegue la vacuna. Cuidarte y armar una burbuja de no más de 10 personas.
Porque las burbujas sociales son las que dieron resultados en Nueva Zelanda, en Australia, en Vietnam, en Cuba, donde hay además un alto nivel de disciplina social y aplicaron lo que nosotros dijimos que había que hacer: primero una cuarentena estricta, y luego un aislamiento programado, selectivo e intermitente.
Eso les permitió controlar de manera muy efectiva la pandemia. Respecto de los infectados, por ejemplo, empezamos casi como Cuba y terminamos casi como Estados Unidos e igualando a Brasil y a Chile. Y eso es producto de la política.
—Un informe reciente de Unicef (Evitar una generación perdida a causa del covid 19) alerta sobre las consecuencias adversas que tiene en las chicas y los chicos prolongar el “cierre” de escuelas ¿Qué lectura hace de este dato?
—La recomendación y condición básica tanto de Unicef –inclusive lo que se indica en el CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, por su sigla en inglés) de Estados Unidos–, de donde el Ministerio de Educación de (Nicolás) Trotta tomó esa idea de “semáforo” para ver cuándo se abre o cierra una escuela, es que no haya circulación comunitaria del virus. Cuando no haya circulación comunitaria, ahí se pueden abrir las escuelas.
Pero mientras se dé esta circulación comunitaria ningún organismo internacional recomienda abrir las escuelas. Y acá tenemos circulación comunitaria. Mientras hay una Rt (velocidad de propagación del coronavirus) por encima de 0,80 hay alta posibilidad de contagio comunitario. Y nosotros estamos en 0,97 en la provincia y 0,94 en Rosario.
—¿Qué condiciones debe haber para que se haga efectivo el regreso a las aulas en 2021?
—Primero hay que resolver el problema de la fatiga crónica del magisterio, que hoy están con un nivel de fatiga superior generada por el teletrabajo. Segundo, hay que preparar la campaña de vacunación para los docentes y garantizar que estén todos vacunados.
Y tercero hay que tener un servicio de salud laboral en la provincia, que atienda no solo los controles de ausentismo sino que reinstale un programa de asistencia a los docentes ausentes por enfermedad, personalizado.
Con esas tres condiciones pensar entonces en la recuperación pedagógica. Además de tener un programa santafesino de salud, seguridad y prevención en las escuelas, y los comité mixtos funcionando.
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