Ciudad

Belgrano reunió a todos en la gran fiesta rosarina

Actores, música y colorido desfile amenizaron los discursos de las máximas autoridades. El Bicentenario segunda parte “Una obra espléndida” Un palco muy movido Asomó el sol del 20, y miles se convocaron en el parque

00Por: Silvina Tamous

La euforia instalada en el país por el Bicentenario se replicó ayer en Rosario. A pleno sol y con poco frío el clima acompañó la masiva convocatoria que sumó desde Buenos Aires a la presidenta y a todo su gabinete a festejar el Día de la Bandera. Todo empezó cerca del mediodía, cuando Cristina Fernández ya se encontraba en el palco central, luego de inaugurar los muelles del Parque de España. No faltaron autoridades. Allí también se encontraban Miguel Lifschitz y Hermes Binner, ambos con sus gabinetes a pleno, los ediles del Concejo Municipal, diputados y senadores. Y público, que comenzaba a hacerse masivo cerca del mediodía, con el comienzo del acto. Una vez más el gobierno nacional apuntó más a la manifestación espontánea, al vecino común que llegaba al acto por su cuenta y dejó de lado las movilizaciones partidarias. Las banderas, que estaban ubicadas detrás del público, eran pocas y tampoco se observaban colectivos desde donde se trajeran a grandes masas para que “llenaran” el acto. Así, comenzaron los discursos en el palco, donde el intendente Miguel Lifschitz fue el primer orador y, tras hacer una fuerte alusión a la historia y a la construcción de la patria, hizo hincapié en la solidaridad.

“La batalla de la solidaridad la podemos ganar los argentinos, para que la Bandera nos abrace a todos y no quede nadie afuera, ningún excluido”, enfatizó. Palabras conciliadoras, lejanas a la tensión. “No somos el mejor país de la tierra, pero estamos muy lejos de estar entre los peores”; sostuvo el intendente de Rosario al destacar como logros pertenecer al G20, al Unasur y al Mercosur.

Tras el mensaje del intendente, el gobernador Hermes Binner evocó la figura de Belgrano y su aporte pionero en materia educativa, y puntualizó que “su legado sigue vigente y es la gran deuda de todos los argentinos”. También reforzó el pedido del intendente por el feriado inamovible. Por su parte, Cristina recordó a Belgrano como “un combatiente por la libertad e igualdad de todos los hombres” y retomó parte del mensaje de Lifschitz sobre las demandas sociales que siguen constituyendo una materia a superar en la Argentina, y por ello coincidió: “Quiero una Argentina de políticos que se jueguen, de intendentes y gobernadores que estén al lado de su pueblo, aunque a veces cueste enfrentar a sectores poderosos”.

Antes, la Orquesta de Niños del Barrio Ludueña interpretó el “Saludo a la bandera”, para dar lugar a una de las perlas de la jornada que estuvo protagonizada por tres actores que se descolgaron desde la cima del Monumento, arrastrando hacia abajo una bandera.

Una suelta de globos y papeles celestes y blancos cerró la teatral sorpresiva escena (ver página 4).

También sorprendieron dos paracaidistas que aparecieron del cielo y tras mostrar una fuerte destreza para maniobrar aterrizaron sin problemas frente al palco oficial llevando cada uno de ellos una bandera.

Después, aviones militares recorrieron el cielo tirando a su paso papeles de colores celestes y blancos.

Ya sobre las 14, las propias autoridades –presidenta incluida– descendieron del palco para acompañar simbólicamente el paso del gran paño celeste y blanco, en el medio de una abigarrada multitud sorprendida ante el inusual gesto.

Era el turno de la Bandera “Alta en el Cielo”, llevada en mano por multitud de vecinos y representantes de organizaciones de los más variados ámbitos. También participaron centros tradicionalistas de todo el país con carruajes y paisanos a caballo, las costureras, pueblos originarios, colectividades, escuelas, cooperativas de trabajo, Cruz Roja y escuelas de enfermería, entre otras organizaciones civiles.

El protocolo volvía a romperse de a ratos, cuando chicos y adolescentes subían al palco y se fotografiaban con la presidenta. Finalmente, poco antes de dejar Rosario, volvió a mezclarse con la gente y no se privó de firmar remeras y recibir flores, revistas, folletos y banderas.

Comentarios