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La pasión se llevó la vida de Néstor Kirchner

Por Liliana Franco, especial para ElCiudadanoweb.com

La pasión por la política, por el poder, y las contrariedades apagaron a las 9.15 de hoy la vida de Néstor Carlos Kirchner. Desde hace unos días resultaba sugerente en el entorno más íntimo del ex presidente el viaje al Calafate y el silencio que rodeaba al retiro de la cúpula del poder en el extremo sur.

Kirchner falleció en su ley, desconociendo las advertencias de los médicos y de su propio cuerpo, ya que tan reciente como en septiembre pasado había sido operado por una afección cardiaca. A 72 horas de ese episodio, el ex primer mandatario se hizo presente en un acto partidario en el Luna Park. Es que, la política era la razón de su vida. Desde una pequeña ciudad, Río Gallegos llegó a la primera magistratura: toda una vida construyendo un camino para llegar al la máxima aspiración de un político, la presidencia de la República. Supo como nadie acumular poder y de la misma magnitud es el vacío que deja su desaparición.

Luchador, temperamental, metódico y ordenado, dedicó toda su existencia a un proyecto político. Sus colaboradores más estrechos saben que dormía muy pocas horas por día y más de un ministro supo recibir llamados a la madrugada del ex presidente. Detallista al extremo solía preguntar todos los días la recaudación impositiva, el resultado de la Tesorería y el nivel de las reservas, información que anotaba en un papelito que lleva siempre en el bolsillo de su traje. Apasionado por la economía, sus colaboradores debían anticiparle el resultado de los distintos indicadores macroeconómicos y era habitual verlo festejar como en un partido de fútbol la buena marcha de la economía.

Político de raza era manifiesta la satisfacción que sentía al mezclarse entre la gente y recibir el afecto de sus seguidores. Menos conocido es que apenas asumido designó una persona encargada específicamente de recibir todas las cartas y pedidos que la gente suele hacer en los actos. Creo una oficina en la Casa Rosada para que cada una de esas cartas sea respondida.

Quienes estuvieron cerca de Kirchner en sus últimas horas de vida dicen que la muerte del militante del Partido Obrero (PO), Mariano Ferreira, produjo una tremenda alteración en el ánimo del jefe de justicialismo. Preocupado por la sombra de la muerte de los dirigentes Kosteki y Santillán, que empujaron a la salida del gobierno de su antecesor, Eduardo Duhalde.

Kirchner siempre tuvo extremo cuidado por evitar que la muerte volviera a presentarse en las manifestaciones callejeras. Es más, la orden estricta de no reprimir ninguna manifestación pública tenía también el trasfondo de evitar cualquier tipo de incidente doloso.

Finalmente un episodio de estas características se produjo, presuntamente como consecuencia del accionar de patotas avaladas por el gremio ferroviario. Pero lo que más habría alterado en los últimos días a Kirchner habría sido, según dicen fuentes de la Casa Rosada en absoluto off the record, es la aparición de fotos de miembros de su gabinete con uno de los principales implicados en el asesinato del militante del PO. Aunque, esas fotos sacadas en el contexto de una reunión multitudinaria, no implican una relación estrecha.

Allegados a su entorno también comentaban que el ex presidente, como gran estratega político, era conciente de los diferentes frentes de conflicto que tenía abiertos, entre ellos el enfrentamiento con los medios, en particular el Grupo Clarín y el diario La Nación, como así también las diferencias con la Corte Suprema y la permanente atención que le demandaba el Congreso. No habría sido menor el disgusto que le provocó la decisión que, según la Casa Rosada, tuvo que tomar la presidente Cristina de Kirchner de vetar el 82% móvil en las jubilaciones.

De ahí, prosiguen, que la pareja presidencial haya decidido buscar la tranquilidad de Calafate para serenar los ánimos y pensar, como era su estilo, cursos de acción para seguir peleando, pero ya era tarde.

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