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La ola de calor también afecta el microclima político

El hecho más trascendente fue la operación de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y el comienzo del interinato de Amado Boudou al frente del Poder Ejecutivo.

Algunas jugadas de la política se hacen a la luz del día, provocan un impacto y luego generan reacciones. Otras, en cambio, transitan por caminos subterráneos, lejos de las cámaras, aunque no son menos importantes que las primeras para el microclima que se respira en las distintas esferas del poder.

En el primero de estos planos, el hecho más trascendente fue la operación de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y el comienzo del interinato de Amado Boudou al frente del Poder Ejecutivo, con características un tanto peculiares porque el vice no ocupó despacho alguno en la Casa Rosada.

Se instaló, en cambio, en una oficina del Banco Nación, ubicada enfrente de la sede del gobierno. Allí recibió a funcionarios y empresarios, siguiendo una agenda dominada por temas económicos. Las imágenes que se divulgaron de su actividad fueron tomadas sólo por personal de la Presidencia de la Nación.

Así, el metamensaje que transmitió el gobierno fue inequívoco: “No hay reemplazo posible para la presidenta”. Por lo demás, fueron seguidos a rajatabla todos los pasos constitucionales previstos para una situación de estas características. Y se cumplió con el deber de informar a la población.

Este fin de semana, la presidenta dejó el Hospital Austral y se instaló en la quinta de Olivos, pero es muy probable que en los próximos días viaje a Santa Cruz para completar su recuperación en la casa familiar de El Calafate. Eso será posible porque el diagnóstico inicial habría sido sobredimensionado.

Pueblo chico…

El otro hecho político de relevancia de la semana fue el asesinato del gobernador de Río Negro, Carlos Soria. El caso tiene por cierto implicancias policiales, pero también connotaciones sociales y culturales. ¿O acaso nadie se pregunta por qué la mujer del fallecido mandatario aún no está en prisión?

La muerte del gobernador también desnudó una fuerte disputa de poder entre el oficialismo y la Justicia rionegrina. El peronismo de la provincia patagónica siempre sostuvo que los jueces eran un sostén del radicalismo, que gobernó el distrito casi 30 años de forma ininterrumpida hasta el triunfo reciente de Soria.

La relación entre el fallecido gobernador y su mujer Susana Freydoz no era normal, aunque nadie esperaba en Río Negro que terminara de semejante manera. Una fuerte discusión de la pareja en torno de la orientación sexual de uno de sus hijos habría sido el detonante de la tragedia.

El caso llegó rápidamente a oídos de la presidenta. Su hombre de confianza en la provincia es el senador Miguel Ángel Pichetto, a quien llamó rápidamente para ordenarle que el peronismo apoyara la continuidad del vicegobernador Alberto Weretilneck, pese a que su procedencia no es el PJ sino el Frente Grande.

Así se hizo, pero pocos días después Pichetto y la plana mayor del PJ rionegrino colocaron al legislador peronista Carlos Peralta en la primera línea de sucesión de Weretilneck. Como si faltaran señales en el mismo sentido, los referentes justicialistas decidieron reflotar la poderosa Liga de Intendentes.

…Infierno grande

Ubicada a casi mil kilómetros de Viedma, la ciudad de Buenos Aires tuvo también una semana política ajetreada, por motivos menos conmocionantes pero más masivos: sólo un día después del traspaso de los subterráneos, el jefe de gobierno Mauricio Macri se despachó con un aumento tarifario del 127,2 por ciento.

La medida fue súbita, pero era de esperarse porque el jefe de gobierno tenía desde hace meses en sus manos un estudio que asegura que nueve de cada diez usuarios del subte están en condiciones de pagar el pasaje a 5,20 pesos. Una conclusión exagerada, si se toma en cuenta el punto de partida de 1,10 peso.

La rapidez con la que se procedió al aumento reveló, en los hechos, el acuerdo no escrito entre Macri y el gobierno nacional que finalmente cerró el traspaso de los subtes a la órbita porteña. La errática conducta de los legisladores kirchneristas en la ciudad de Buenos Aires terminó de confirmar la presunción.

Lejos de amilanarse por las consecuencias políticas que acarrea todo tarifazo, Macri viajó a Mar del Plata y se puso la camiseta 10 de Boca para jugar un partido de fútbol contra el equipo del gobernador Daniel Scioli. El jefe de gobierno aprovechó la oportunidad para desinflar el costo de sus decisiones.

Para Scioli, en cambio, la foto con Macri parece haberse transformado en algo mucho más denso que una simple anécdota, a juzgar por el malestar que provocó en las filas del kirchnerismo. A tal punto que su vice Gabriel Mariotto acudió rápidamente a sacarse una foto con Boudou, el “presidente en ejercicio”.

“Sólo faltaba (Sergio) Massa (por el intendente de Tigre) de juez de línea”, chicaneó Mariotto entre los suyos, antes de partir a pasar el fin de semana en la costa bonaerense. Imperturbable, Scioli siguió jugando al fútbol en Mar del Plata y este lunes volverá a ver al médico ante recurrentes molestias por cólicos renales.

Lejos de tomarse un descanso, la política argentina prosigue su marcha entre sucesos públicos y jugadas subterráneas. Ese microclima no debería ser un impedimento para que las autoridades atiendan los problemas reales, como la dramática sequía que afecta a buena parte del país.

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