Ciudad

Ecocidio doble

La Multisectorial Humedales denunció “otro tipo de incendio”: los vertidos al Paraná

La organización relevó la "bomba de tiempo" en su travesía de 350 kilómetro a remo. Las y los kayakistas documentaron la contaminación que diariamente provocan efluentes de cloacas y de industrias sobre el Bajo Delta. "Están envenenando el río", dijo una de las portavoces


Foto: Edu Bodiño

“Fue algo demasiado violento para nuestra ventana diaria, que es la barranca o la vera del río en Rosario: esas paredes de fuego nos asustaron como a los animales los asusta el fuego. Pero diariamente hay otro tipo de incendio, una bomba de tiempo, que son estas formas de producir que escupen todo sobre el río. Ver eso fue realmente conmovedor, y entendemos que esta travesía nos atravesó a todas y a todos”, relató Julia Vélez, integrante y una de las voceras de la Multisectorial Humedales Rosario. La activista ensayó un resumen de la manifestación más ambiciosa que lanzó la organización en su todavía nóvel existencia: la caravana de embarcaciones que unió a remo Rosario con Buenos Aires para reclamar por la ley de Humedales, y que culminó con una multitudinaria marcha entre Plaza de Mayo y el Congreso, embanderando las sedes de dos de los tres Poderes, tras un esfuerzo que tuvo repercusión en todo el país y en el exterior.

La activista ubicó al tope de la cosecha de la travesía a la corriente de solidaridad y apoyo que esperaba en cada lugar el paso de las y los kayakistas. “Tejimos una trama que difícilmente se rompa. Esto fue el principal logro”, resaltó Julia, quien hizo apoyo por tierra al conjunto. Pero con igual intensidad hizo la denuncia de lo que relevó la marcha náutica al recorrer los 350 kilómetros finales del río Paraná: además de quemar el ecosistema, se lo está envenenando.

Después de la travesía, la Multisectorial Humedales vuelve al puente Rosario-Victoria

“Durante el viaje pudimos ver cómo el río está castigado, azotado por nuestra forma de producir. Vimos que conviven el paisaje pleno, sano, emotivo del Humedal, con sus riachos que se pierden entre verdes, barro y barrancas, entre vida y diversidad; y del otro lado emplanadas grises, llenas de máquinas muy grandes, con barcos aún más grandes, que deberían estar en océanos y no en ríos, bocas gigantes escupiendo vaya a saberse qué, y cloacas, y desechos de industrias”, describió la integrante de la Multisectorial. No sólo resultó visual la evidencia, sino que muchas veces estaba acompañada de “colores y olores horribles”, que se esparcían no sólo hacia el agua, sino también hacia el aire: “Chimeneas que se elevan al cielo desde la vera del río hasta muy alto, liberando humaredas negras, oscureciendo el cielo”.

“Eso es lo que está pasando en nuestro río, nuestro Humedal, nuestro litoral, diariamente”, lamentó Julia.

Frente a ello, valoró la respuesta por parte de residentes de todas las poblaciones costeras a lo largo del camino de agua: la conclusión, del principio a fin de la travesía, fue clara: “La preocupación ambiental moviliza, y mucho”.

 

La partida

Julia describió los puntos salientes de la travesía desde el inicio, cuando, en la mañana del pasado 11 de agosto, las y los kayakistas se reunieron en la Rambla Catalunya para dar inicio a la protesta que a la par era aventura. Muchas personas, por obligaciones propias, partieron con la idea de hacer un tramo y regresar, pero un núcleo duro se había preparado para hacer todo el recorrido. Fueron más de medio centenar quienes, por tierra y por agua, completaron la travesía, pero en varias etapas se sumaban otras embarcaciones a remo en muestra de apoyo, especialmente en el último tramo, cuando la caravana salió del Paraná de Palmas, en el Bajo Delta, para desembarcar en Tigre, ya en el Gran Buenos Aires.

La activista recordó que en cada punto de parada o de paso sobresalían las muestras de respaldo, y en cada descanso parcial o de final de jornada fueron recibidos y valorados por su esfuerzo. Eso, marcó la organización, resultó importante para renovar fuerzas y ánimos para continuar.

“La idea surgió para visibilizar, concientizar y presionar por una ley que contenga, defienda y resguarde el territorio de humedales, que comprende el 22% por ciento de la superficie nacional. Y que tiene básicamente como tarea filtrar el agua dulce que bebemos y filtrar el aire que respiramos, no solamente las ciudades o pueblos ribereños, sino gran parte de la región del sur de este continente”, refrescó Julia.

“El 11 salimos desde La Florida alrededor de 30 kayakistas, junto con un staff de personas que íbamos por tierra para sostener toda la logística de alimentación, coordinación con todos los puntos de parada, con descanso y comida, más todo lo que iba a ser la gestión para sostener durante siete días a un grupo de alrededor de 60 personas en promedio”, relató.

“Todo sucedió de manera fluida, armoniosa, con sus vicisitudes, con sus frías mañanas –las primeras cuatro mañanas fueron muy frías y las noches también– con sus neblinas intensas”, recordó el camino. Y agregó que en uno de los inicios de jornada salieron cuando la bruma todavía estaba presente. Fue “prueba y error”, y no lo volvieron a hacer. “Aprendizaje del camino y de cuidados colecdtivos”, resumió.

Lo que surge una y otra vez en el relato son los recibimientos, en cada lugar, incluso por parte de vecinas y vecinos dispersos en las poblaciones en las que no hay un activismo socioambiental organizado. “A veces –cuenta Julia– eran apenas unos pocos, pero se acercaban con carteles a “dar palabras de apoyo y agradecimiento”.

Y resaltó: “La caravana estaba compuesta por integrantes de la Multisectorial pero también por un montón de kayakistas que se sumaron desde el amor al remar y la conexión con el río”.

Foto: Víctor Carreira/mcl/Telam

 

Río ancho y ajeno

Julia Vélez describe la gran movida ideada en Rosario para “dimensionar la importancia del pedido del cuidado del territorio”. La portavoz destacó la dimensión de les kayakistas que, después de remar a brazo partido seis días, al séptimo se pusieron su embarcación al hombro para marchar desde Plaza de Mayo al Congreso. No sólo marcó el temple en una postal de lucha, sino que abrió un momento inaugural: no se recuerdan botes navegando sobre hombros en una manifestación por Avenida de Mayo.

La protesta también intentó sacudir a la opinión de una población que, mayoritariamente, se distanció del río pese a estar a orillas del más ancho del mundo. A diferencia de Uruguay, en la margen de enfrente, ya no quedan balnearios públicos con acceso al agua en Buenos Aires: el último cerró en la década de 1940. Tampoco es extendida la cultura de comer peces de río, ya que con las décadas se fue imponiendo la estructura comercial de conexión con Mar del Plata, y lo que se consume es, en general, pescado de mar.

La gran contaminación por vertidos en el área metropolitana de Buenos Aires, con el Riachuelo al tope de la lista, también es una de las piedras angulares de una sociedad que le dio la espalda al río, cuyo gobierno aún sigue intentando privatizar las pocas instalaciones públicas que son próximas, como Costa Salguero. Y que con grandes esfuerzos de una porción minoritaria busca preservar un más reciente mirador, la Reserva Ecológica, apetecida por intereses privados y blanco de atentados destructivos, como persistentes quemas intencionales.

Aún así, la movilización por la ley de Humedales resultó multitudinaria, pese a hacerse a mitad de jornada de un día laborable. Y para quienes cumplieron la travesía fue estar “sosteniendo el kayak con orgullo, fortaleza y convicción” y con la certeza de que con el modo de encarar el reclamo se habían convertido en “nuevos actores políticos” y “poeticos”, ya que “esta travesía tuvo esas dos características”.

De hecho, todas las formas y colores vinculadas a una esperanza de medio ambiente sano llenaron la Plaza de Mayo. “La marcha fue colorida, fue alegre, fue popular. Fue un cierre perfecto de la travesía toda”, resaltó Julia. “Fueron más de 7.500 personas en la calle y con una cabecera con kayaks, banderas, palas de remo, salvavidas, gorras. Fue emoción y gratitud”, recordó. Y rescató que en el Congreso los hayan recibido tres diputados, dos de ellos de la comisión de Ambiente –uno de su presidente, Leonardo Grosso, y otra la vicepresidenta segunda del cuerpo, Daniela Vilar, ambos del Frente de Todos, junto al socialista Enrique Estevez– aunque suene a poco para una Cámara que tiene 257 bancas y una comisión que tiene 31 integrantes. Pero otro dato es que Recursos Naturales y Conservación del Ambiente Humano precisamente es la comisión que ya dio despacho favorable al proyecto unificado de ley de Humedales: faltan otras tres y ahí es donde la iniciativa quedó en parálisis. El reclamo de la Multisectorial es que se trate en un plenario de las tres comisiones para evitar más dilaciones y –sobre todo– para sacar al proyecto del letargo antes de que pierda estado parlamentario. Restan pocos meses para que esa situación ocurra, siguiendo el mismo derrotero que tuvieron los intentos previos por una ley protectiva.

La perspectiva actual no es más alentadora que antes: “Ninguna de las comisiones faltantes estuvo presente a través de sus diputados”, lamentó la vocera de la MH. “Fue triste, fue vago, frente a la enormidad con la que veníamos trayendo la travesía. Esa reunión fue chiquita, hubo compromisos –que vamos a ver si se cumplen– pero no fue significativa: significativo era lo que pasaba en la calle”, marcó Julia.

“Las organizaciones de abajo, con la gente de abajo, haciendo común los mensajes de unidad contra este modelo extractivista, y haciendo responsables a las personas que están ocupando bancas por el voto popular”, cerró Julia, para agradecer a todas las organizaciones que participaron y a “cada vecino y cada vecina que hicieron esto enorme”. “Vamos a seguir este este camino, y los invitamos a todos y a todas desde la Multisectorial Humedales Rosario”, concluyó.

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