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Ni Una Menos

La muerte de Ángela y el reclamo de justicia que no cesa

Una joven de 24 años que fue arrojada desde un balcón en noviembre de 2017. Hay un hombre preso por el crimen, pero para la fiscal no encuadró el caso en un hecho de Violencia de género


Se escuchó como una explosión. Así describieron los vecinos de Sánchez de Thompson al 22 lo sonidos que antecedieron a los últimos segundos de vida de  Paola  Ángela Ríos, en noviembre de 2017. Tenía 24 años y problemas de adicciones que la dejaron indefensa ante determinadas situaciones de vida. Tenía tres hijos y a veces desaparecía por algunos por breves períodos,  pero siempre se comunicaba con su familia. Era cariñosa, simpática. Sabía llevar una gran sonrisa y una pesada carga cuando su adicción se volvía insoportable.  Aquel lunes de noviembre su cuerpo cayó del departamento del  7° piso de una de las torres del complejo del Fonavi. La noche anterior la vieron llegar con el dueño de casa, un hombre violento y con grandes dificultades para relacionarse con sus vecinos.  El mismo que bajó junto a su perro y se sentó indiferente a unos metros del cuerpo inerte de Ángela.

Norberto Rubén A. fue señalado por los vecinos y marchó preso. Hoy está imputado por homicidio simple. Para la fiscal Marisol Fabbro la relación que mantuvo con Ángela fue ocasional. En la casa había signos de un encuentro sexual, pero nada más.  Tampoco encuadró el caso en un contexto de violencia de género, justificando la decisión en una falta de testimonios que hablen de hechos de violencia.

Lo cierto es que la Fiscalía afirma que el dueño de la casa intencionalmente arrojó a Ángela por el ventanal del living. La madre de la joven se enteró de la muerte de su hija por la televisión. Vio en el noticiero las zapatillas de Ángela  y temió lo peor. Fue hasta la comisaría a sacarse la duda y reconoció su cuerpo en la morgue. No conocían al hombre ni sabían por qué Ángela estaba allí.

Lo que sí sabían es que la víctima jamás se habría arrojado por su propia voluntad. Adoraba a su hijos. No tenía antecedentes depresivos ni de autolesiones. Había hablado con su familia que habita en barrio Las Flores el día anterior, quería escuchar a sus hijos y le había prometido a su hija más grande un festejo de cumpleaños.

El informe de autopsia determinó que murió como consecuencia de politraumatismo múltiples que sufrió  por la caída de altura y entre las lesiones tenía algunas compatibles con movimientos para aminorar el impacto de la caída. También se encontró en su organismos rastros de ingesta de alcohol y drogas lo que disminuyeron  sus posibilidades de defensa ante una agresión.

Desde el primer momento su familia afirmó que Ángela nunca se hubiera suicidado, la tiraron. Si bien tenía un problema con las drogas en el último tiempo estaba bien, con ganas. En febrero de este año junto al Centro de Asistencia Judicial (CAJ) una de sus hermanas, que se hizo cargo de dos de los hijos de Ángela, logró constituirse como querellante y tener voz en un proceso del que esperan Justicia.

Fue muy doloroso no poder ayudarla

Fernanda Serna es de Asociación de Mujeres Resilientes ADEMUR  y conoció a Ángela por una amiga en común. La describió como una chica cariñosa, cercana a su familia a quien le costaba mucho hablar de sus adicciones. Contó que una madrugada la llamo porque “quería salir ya” entrar a un programa de recuperación.

Fernanda dijo que a las organizaciones les cuesta mucho tener recursos para sostener este tipo de casos e intentó ayudarla como pudo.  Al miércoles siguiente planteó el caso de Ángela y de tantas otras tantas  en la comisión de seguimiento por la emergencia municipal sobre violencia de género. El lunes se enteró del hecho y al día siguiente su amiga le dijo que la víctima era Ángela.

“¿Qué hacemos con casos como este? Están sometidas a violencia, se tienen que ir con cualquiera, pasan muchas cosas, reflexionó. Acá hubo una violencia que la ejerció el Estado al no poder brindarle un espacio de contención y las organizaciones acompañamos, articulamos, ayudamos a las familias como podemos”, dijo.

Fernanda contó que el 8 de marzo de 2018 sus hijas intervinieron un mural en el Parque del Mercado, una de ellas dibujó a su mamá y la otra se dibujó llorando. “Fue muy doloroso no poder ayudarla”, concluyó.

 

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