Coronavirus

Nuevas perspectivas

La moda en la pandemia: diseñadoras repiensan los tapabocas como piezas de indumentaria

Con la actividad frenada en el sector textil, la producción de barbijos de uso no quirúrgico se transformó en una alterativa laboral para quienes trabajan de modo independiente en el mundo de la moda


La creadora de Mushi brindó toturiales en redes sociales y enseñó a hacer tapabocas caseros

Los tapabocas son obligatorios para circular por Rosario desde esta semana y con la pandemia de coronavirus sin haber alcanzado aún el pico máximo de contagios esperables en Argentina, podríamos intuir que conviviremos con ellos por un tiempo. En estos días circularon en redes los más diversos tutoriales con la premisa de “hágalo usted mismo”, ya que los barbijos quirúrgicos están reservados para los trabajadores del sistema de salud, que deben estar en contacto directo con los pacientes. Pero además, la resolución del gobierno abrió una posibilidad laboral a diseñadores y diseñadoras de indumentaria, que aplicaron otra mirada: ¿Por qué no pensarlos como una pieza de moda? A las creadoras de las marcas independientes rosarinas Mushi y Yeah María, los pedidos no paran de llegarles.

Larisa Luciani es diseñadora de moda y desde hace ya tiempo piensa en este fin de semana: el 19 de abril, su marca Mushi, cumple diez años. Su idea era festejarlos con un evento social, pero el 2020 vino con coronavirus, pandemia y cuarentena, la fiesta quedó postergada hasta nuevo aviso y Larisa cree que va a pasar ese día cosiendo tapabocas, que desde este miércoles son obligatorios para circular en Rosario.

La industria textil atraviesa hoy la misma situación que otros sectores económicos. Con el aislamiento social, preventivo y obligatorio, el parate es casi del cien por ciento y quienes integran el sector tienen las máquinas de coser frenadas: conseguir materia prima es imposible y los showrooms y locales permanecen cerrados.

“Hasta ahora lo que estuve haciendo fue activar la parte creativa, en los diseños y moldes para colecciones futuras, pero  cuando se empezó a pedir a la gente que usara tapabocas caseros,  me pareció interesante poder pensarlos desde la indumentaria como la moda de la pandemia, como un accesorio más para combinar con la vestimenta que una usa”, contó.

Larisa no tenía máquina de coser en su casa, pero consiguió una y se puso a producir tapabocas Mushi. Difundió en redes y los pedidos comenzaron a llegar. “Es una buena salida para este momento donde no hay ingresos”, consideró.

Moda importada

Hace unos años, María Eugenia Martínez viajó a Japón y volvió con una imagen: muchas las personas que circulaban por la calle, que viajaban en el transporte público o consumían en comercios tenían la mitad del rostro tapado con barbijos. Con esa información empezó a pensar al tapaboca como prenda de indumentaria en contextos sociales determinados. El sistema económico japonés, la polución en las grandes ciudades y la cultura del respeto, entre otras cosas, hizo que esa medida de protección para prevenir enfermedades o alergias se transformara en un accesorio más a la que cada quien comenzó a imprimir un estilo propio. “Hay personas que usan los barbijos comunes, pero hay otras, sobre todo los adolescentes, que eligen determinados diseños, muchos del mundo del animé. Es como si eso que muestran (en el tapabocas) los dejara estar en su personaje”, analizó.

“De repente empezó acá esta película ninja donde todos vamos con barbijos por la calle”, dice María Eugenia, que es diseñadora de moda, diseñadora gráfica, artista visual y creadora de la marca Yeah María.

Cuando la posibilidad de que el uso de barbijos no quirúrgicos en Rosario se hiciera obligatorio para frenar la circulación social del coronavirus, María Eugenia comunicó a través de sus redes que comenzaría a comercializar tapabocas. “Creo que es algo con lo que vamos a tener que convivir por varios meses, y por eso está bueno pensarlo como una prenda más, con la que podamos identificarnos”, consideró.

Producir con lo que hay

Larisa se ríe cuando cuenta que recibió consultas de personas con pretensiones muy específicas en los diseños. Es que con la actividad comercial frenada casi por completo, salvo en rubros específicos, comprar telas no es una opción. Por eso, las dos diseñadoras recurrieron a retazos de colecciones anteriores de sus propias marcas. “Más adelante la idea es incorporar colores y estampas”, dijo Larisa, pero aclaró que por ahora el desafío pasa por aplicar la creatividad a los recursos existentes.

Hace unos días, la creadora de Mushi hizo un tutorial en vivo en redes para que sus seguidores pudieran confeccionar tapabocas por sí mismos con elementos que tuvieran a mano. “Si bien di herramientas con las que se puede armar un barbijo con cosas que nadie se hubiera imaginado, mucha gente prefiere comprarlos y apenas empecé a fabricar me empezaron a encargar”, contó.

Los diseños de estas marcas independientes son de doble tela y tienen la posibilidad de introducir una servilleta de papel entre ambas capas que se descarta después de cada uso. El tapabocas, luego, se lava.

 

 

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