Ciudad

A la intemperie

La mitad de quienes viven en la calle se quedó sin techo en los últimos tres años

Según un informe oficial, medio millar de personas vive en las calles de Rosario: promedian los 40 años y sólo 3 de cada 10 terminó la primaria. Los nuevos sin techo son cada vez más jóvenes y comenzaron a padecer la situación entre el comienzo de la recesión durante el macrismo y la actual pandemia


Por Manuel Parola / Especial para El Ciudadano

Un censo de las personas que viven en situación de calle en Rosario contabilizó a 492 ciudadanos no tienen un techo, de los cuales la mitad comenzó a padecer esta situación en los últimos tres años. El promedio de edad es de 39 años, lo que marca una reducción con respecto a la media observada en 2017, que era de 42,6%. La mayoría de ellos dice tener un buen estado de salud y ocho de cada diez alguna vez tuvo un trabajo, aunque de ellos sólo la mitad alguna vez pasó por la formalidad laboral. Otro dato que se desprende del censo, presentado por el municipio, la Universidad Nacional de Rosario y ONGs diez días atrás, es el bajo nivel de escolaridad: menos de 4 de cada 10 tiene terminada la escuela primaria.

En 2017, la Municipalidad apoyándose en diferentes organizaciones sociales realizó un relevamiento de personas viviendo en la calle sólo en el distrito Centro. A comparación de los números de tres años atrás, la población callejera se incrementó en un 21% en los últimos cuatro años; de ellos tres de cada cuatro duermen todos los días en las veredas de Rosario.

Del total de personas censadas, nueve de cada diez hace más de un año que está en situación de calle, un 34% hace más de 6 años, y sólo el 11% vive esa situación desde hace menos de un año. Del desagregado, se desprende que el 50% de los encuestados perdió el techo bajo el cual vivía en los últimos 3 años.

La población sin techo está compuesta fundamentalmente por personas menores de 54 años. Si bien en cuanto a porcentajes la población menor de 28 años permaneció estable, en los números pasó de 31 a 88 personas (18% de los encuestados). En este sentido, hay menos personas entre 48 y 67 años y un aumento entre los que tienen entre 28 y 37 años.

Las causas que llevaron a vivir en la calle a las personas encuestadas refieren a una multicausalidad que se suma a la crisis generada por la pandemia y la arrastrada por el macrismo: la más importante (44%) es haber tenido problemas familiares, seguido de cerca por los problemas económicos que no le permitieron seguir sosteniendo su hogar (27%) y el consumo de drogas y otras sustancias (11%). Otras de las causas que aparecen son la de haber sido desalojado de su casa, haber tenido denuncias por violencia de género o conflictos territoriales..

Derechos vulnerados: menos de 1 de cada 10 personas acude al Estado para pedir ayuda

Uno de los puntos que se desprende del informe es el desconocimiento y la desconfianza de los sin techo hacia el Estado municipal a la hora de referenciarse o de pedir ayuda: sólo el 7,89% de las personas encuestadas acude a la Municipalidad de Rosario, mientras que 2 de cada 10 recurre a instituciones religiosas para resolver sus problemas. Entre los que no recurren al Estado explicaron que no lo hacen porque creen que no será útil (28%) o porque no conocen los programas (25%).

En éste mismo sentido, en cuanto a las caracterizaciones de la exclusión, se puede hacer dos profundizaciones: la violencia y la discriminación recibidas por parte del resto de la ciudadanía y el Estado, y por otro lado el acceso a los programas sociales. En relación con los programas sociales, el 78% mencionó no tener acceso a ninguno, y casi la mitad de las personas que respondió (48%) manifestó nunca haberlos tenido. De los planes sociales vigentes, el 70,2% de las personas cobró el IFE (Ingreso Familiar de Emergencia), el 6,7% percibió la AUH (Asignación Universal por Hijo), y 5,4% tuvo acceso a la Tarjeta Única de Ciudadanía.

De las personas que respondieron de manera específica qué servicio de salud utilizaban, el 60% afirmó concurrir a hospitales públicos, el 24% a centros de salud y el resto manifestó no utilizar ni haber utilizado ninguna de las opciones existentes. Los hospitales más nombrados fueron el Provincial (17%), el Centenario (15%), el Alberdi (8,5%), y el Carrasco (8%).

Los principales problemas de salud diagnosticados a las personas encuestadas están relacionados con la diabetes (19%), problemas respiratorios como asma, tos o bronquitis (14,6%), diversos dolores crónicos (14%) y, por último, tuberculosis (13%).

En el marco de la pandemia por el covid-19, el 94,1% manifestó no haberse contagiado de coronavirus y sólo el 5,9% respondió que sí contrajo la enfermedad. Si bien 7 de cada 10 personas accedieron a elementos de higiene y protección, de los encuestados que fueron diagnosticados con la enfermedad, el 82% refiere no haber recibido tratamiento. En cuanto a la vacunación, el 60% expresó el deseo de inmunizarse.

Siguiendo la veta de los derechos fundamentales vulnerados en la población que vive en la calle, se ve un déficit muy importante en cuanto a la escolaridad: el 87% de los encuestados sabe leer y escribir, aunque sólo un 35% tiene la educación primaria finalizada y el 9% completó la secundaria. En tanto, el 4,4% no tiene ningún grado de escolaridad.

Por otra parte, la mitad de los que aceptaron responder la encuesta sufrió algún tipo de discriminación. De todas las situaciones mencionadas de maltrato, la mayoría fue con personas con las que comparte el uso del espacio público (transeúntes, vecinos y otras personas en situación de calle) o con algún efectivo de las fuerzas de seguridad (GUM o policía provincial).

¿Son vagos?

Uno de los ejes del informe fue la situación laboral de los encuestados, tanto presente como anterior. La mayoría de los que respondió la encuesta mostró haber tenido un trabajo en algún momento, más allá del nivel de formalidad de la actividad (un 93,3%) antes de estar en la calle. En cuanto al rubro, el mayor porcentaje corresponde a tareas relacionadas con la construcción (24,5%), trabajos en relación de dependencia (20%), gastronomía (8%) o labores domésticas (6%).

Actualmente, el 84,2% afirmó estar realizando una actividad para obtener dinero. Dentro de ese número de personas que busca tener un ingreso, un 96% de estas personas se encuentra en el sector de la economía popular, en la informalidad. Las actividades más relevantes que surgen del censo son las changas (30,3%), cuidar coches (29,6%), la venta ambulante (20,4%), recolectar cartón (9,2%) y pedir dinero en la calle (7%).

El documento oficial del relevamiento expresa: “El hecho de ser trabajos informales implica que no poseen sus derechos garantizados, sumado a que la precarización se ve acentuada por obstáculos climáticos, la falta de elementos de protección adecuados, el contacto con focos infecciosos y otros conflictos territoriales y sociales”. Y completa el informe la contextualización del marco laboral y social, al argumentar que “este último punto incluye la mirada estigmatizante que reciben por parte de la ciudadanía, que en ocasiones se traslada a actos de discriminación formalizados en reclamos a instituciones gubernamentales”, como las recientes denuncias y diferentes manifestaciones de ediles contra trabajadores de este sector.

Desde los integrantes del equipo de realización del censo afirman la importancia de estos datos en pro de derribar lugares comunes y prejuicios sobre que las personas de la calle “están ahí porque quieren”, o porque “son vagos”: un 63% manifestó interés por capacitarse en oficios, mientras que un 8% señaló sus intenciones de acceder a alfabetización. Y a un 25% de los entrevistados le interesaría capacitarse en ambas instancias. Nueve de cada diez personas sin techo desea salir de la calle: afirman que poder tener un trabajo sería una solución para superar ese estadio y conseguir un hogar.

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