Espectáculos

Clásico inoxidable

La magia de Invisible revive con la edición de los históricos conciertos de 1975 en el Coliseo

El material revela el estado de gracia musical alcanzado por el trío conformado por Luis Alberto Spinetta, Machi Rufino y Pomo Lorenzo, cuando ya había puesto a rodar el material de su segundo disco, "Durazno sangrando", y daba forma a los temas de su sucesor, "El jardín de los presentes"


Hernani Natale, Télam
El estado de gracia musical alcanzado por Invisible en noviembre de 1975, cuando ya había puesto a rodar el material de su segundo disco, Durazno sangrando, y daba forma a los temas de su sucesor, El jardín de los presentes, puede apreciarse desde las últimas horas en todo su esplendor a partir del lanzamiento en formato de CD y vinilo de un material en vivo registrado en una serie de conciertos en noviembre de ese año en el porteño teatro Coliseo.

Una conmovedora versión de “Durazno sangrando”, la frescura de la entonces inédita “Que ves el cielo”, el estreno de “Perdonado” que ya sonaba igual a su futuro registro en estudio, la ensoñadora sonoridad de “El diluvio y la pasajera” y el irresistible groove de “Oso del sueño” se ponen de manifiesto en esta edición de Sony Music.

Pero si hasta allí, con la suma de “Viejos ratones del tiempo”, la propuesta ratifica que el trío conformado por Luis Alberto Spinetta, Machi Rufino y Pomo Lorenzo sin dudas es la gran joya en la historia del rock argentino; la interpretación de “Azafata del tren fantasma”, que en sus más de 17 minutos contiene una impresionante zapada, sencillamente abruma por su excelencia y creatividad.

La certeza del rumbo a seguir y la precisión en las ejecuciones, a pesar de sumergirse en una inspirada improvisación, plagada de sorpresas sonoras, dan al oyente una dimensión real de la magia de Invisible.

El registro fue realizado por el fallecido ingeniero de sonido Carlos Melero, quien donó estas cintas al Instituto Nacional de la Música (Inamu) que, a su vez, las cedió a la familia de Spinetta. Catarina, hija de Luis Alberto, tomó posesión de ellas y, con el aval de Machi y Pomo, acordó su lanzamiento oficial.

El material fue digitalizado en el Inamu por Gustavo Gauvry, recurrente ingeniero de sonido en la carrera de Spinetta, y contó con el “toque final” del técnico Mariano López, otro histórico ladero del iluminado artista.

Precisamente, el gran valor de esta edición también reside en la fidelidad con que se puede apreciar la música de Invisible; en primer lugar, por la consabida maestría de Melero al registrar material en vivo y, luego, por la gran labor de Gauvry y López.

“Era un hijo no reconocido y como dice la letra de «Sombras en los álamos» (tema de Spinetta Jade): «Niños no queden en la calle». Ahora tiene su techo, como sus hermanos”, bromeó Pomo, al referirse a este lanzamiento, durante una escucha compartida con periodistas organizada por el sello, de la que también participaron Machi y Catarina Spinetta.

Superada la emoción inicial de tomar contacto con ese material, algo que se evidenció con fuerza en las lágrimas y la imposibilidad de hablar a la audiencia del directivo de Sony Music Sergio Ponfil, al evocar su asistencia a esos conciertos; la distendida charla se centró básicamente en el la calidad sonora del grupo y en su concepción artística integral.

Tras el “orgullo” manifestado por el presidente de Sony Music, Daniel Amato, por este lanzamiento, los músicos repasaron anécdotas en torno a cuestiones que permitieron al trío alcanzar tamaño nivel musical.

Allí se remarcó que la precisión que emana esta cinta no fue producto de horas de ensayo para esos shows en particular, sino que respondió a ese período inicial del grupo en el que los tres integrantes convivían de lunes a domingo en una quinta en la localidad bonaerense de General Rodríguez.

“Ese ensayo ilimitado fue para el primer disco, cuando nos encerramos en una quinta para preparar, más que ese primer disco, el camino para que fuesen tres, y hoy en día, cuatro”, puntualizó Pomo.

“Era como una especie de Arco Iris pero sin el gurú”, bromeó Machi al recordar que estaban absolutamente solos y llevaban comida para pasar la semana; y comparar esta situación con la de la famosa banda de Gustavo Santaolalla que, entre otras cosas, se distinguía porque sus integrantes conformaban una comunidad hippie.

Y, añadió, más serio: “Tocábamos todo el día. Ahí se generó no sólo la música de Invisible, se generó también una relación entre los tres muy fuerte, que estoy seguro que nunca más tuvimos en otra experiencia musical”.

Luego de repasar diversas anécdotas sobre esa convivencia, Machi y Pomo recalaron en el concepto estético del grupo, que cristalizaba en las producciones fotográficas y en las puestas escénicas de sus actuaciones.

Como una réplica del camino musical que transitaba el grupo, las escenografías y los efectos especiales que se desplegaban en cada show eran producto de la labor artesanal de los integrantes de la banda y esos recuerdos también dispararon un sinfín de historias risueñas.

Entre otras, causó hilaridad cuando se reveló que al construir la máscara de Elmo Lesto, un personaje que solía aparecer en escena cuando se tocaba el tema que llevaba su nombre, cometieron el error de hacer las dos orejas iguales, por lo que una de ellas quedó al revés al montarla en la cabeza.

Machi también se encargó de desmitificar que debajo de ese disfraz estaba el periodista Miguel Grinberg, al aclarar que sólo lo hizo una vez y que luego ese papel lo desempeñó siempre un asistente del grupo que se llamaba Miguel Ángel Sosa.

A tono con esa característica del grupo, Catarina Spinetta cuidó que la edición de este disco contara con un valioso material visual, por lo que encomendó al fotógrafo Eduardo Dylan Martí que rastreara en su archivo por sesiones inéditas realizadas con el trío.

A esos registros nunca vistos se le suman flyers diseñados por Spinetta de diversos shows y el cuidado diseño de Theo Lafleur.

Catarina aclaró además que aunque el repertorio de esas noches fue mucho más extenso, sólo se registraron estos temas que aparecen en el disco. Más que suficientes piezas de orfebrería de un grupo en pleno nirvana musical.

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