Espectáculos

La llama de Guns N’ Roses ardió potente

ANUARIO 2011. Rosario se instaló definitivamente en la agenda de los shows internacionales, con las presencias de Calle 13, Jorge Drexler, Maná, Silvio Rodriguez, Deep Purple y sobre todo, los Guns N' Roses. Por Daniela Barreiro.

Foto de Marcelo Mannera

En el marco de un año en el que varias y reconocidas figuras internacionales se posaron sobre suelo rosarino (como los mexicanos de Maná, los portorriqueños de Calle 13, el uruguayo Jorge Drexler y el cubano Silvio Rodríguez), en octubre los legendarios Guns N’ Roses, se reencontraron con su público local en el marco del “Chinese Democracy Tour”. Uno de los grandes condimentos de su paso por la ciudad fue la excelente predisposición y el profesionalismo con el que se mostraron estos músicos y sobre todo el mítico Axl Rose, ya que habían sido blanco de muchas críticas a lo largo del tour por no haber brindado un show acorde a las expectativas despertadas, o por haber protagonizado varios escándalos.

 

El recuerdo de una noche explosiva

Bombas que explotaron sin previo aviso, imponentes fuegos artificiales, incandescentes juegos de luces de última generación, pantallas gigantes que mostraron con una calidad pocas veces vista en la ciudad lo que ocurría sobre el escenario y hacían referencia audiovisual a esas composiciones que Axl Rose supo incorporar a la historia del rock internacional.

Fuego, un fuego que salía del corazón de los presentes, los hacía cantar y saltar. Un fuego que también flameó de manera literal en el escenario, uno de los más grandes utilizados en una gira en Sudamérica. Así, con gran cantidad de condimentos a mitad de camino entre la nostalgia y la euforia, la del 10 de octubre fue una noche que, sin duda, quedó en la retina de las 7 mil personas que presenciaron el esperado show de Guns N’ Roses en su regreso a la Argentina tras 18 años de ausencia.

Dicen que las cosas buenas se hacen esperar, que lo que cuesta vale y que lo que no se obtuvo con facilidad, se disfruta el doble. Algo así debe haber pasado aquel lunes por la noche ya que la banda norteamericana hizo esperar a su público local que conservó la paciencia y se mantuvo en su lugar desde las 21 (horario en el que estaba enunciado el comienzo del show) hasta la medianoche, cuando Axl Rose salió finalmente a escena. La espera fue amenizada por la agrupación porteña Guillermina y los locales de Sikarios y fue altamente recompensada. A pocos minutos de la medianoche, la calma que reinaba entre el público se interrumpió de repente, las luces se apagaron y el escenario, de más de 20 metros de frente, estalló en pirotecnia, al tiempo que en una especie de contraluz comenzó a verse la silueta de DJ Ashba, uno de los tres virtuosos guitarristas que vienen a ocupar el lugar del que supo disponer con gran éxito y mística el no menos talentoso Slash. Los acordes de “Chinese democracy”, el tema que da nombre al disco que, editado en 2007, es la excusa de esta gira sudamericana, dieron la voz de inició a un show en el que quedó claro que, con las inevitables consecuencias del paso del tiempo y las insoslayables ausencias, el fuego de los Guns sigue ardiendo.

El histriónico DJ y su impecable guitarra (aunque algunos consideran que imita demasiado las actitudes de Slash) dieron paso al esperado ingreso de Axl Rose, el único miembro original de Guns N’ Roses y a quien, sin duda, los presentes esperaban ver. Fue así que en poco más de dos horas y media de show, el mítico cantante demostró que, aunque los años pasaron y siempre dejan marcas, sigue manteniendo la potencia, las ganas y el aura de “superstar” que siempre lo caracterizó.

El recital contó con una característica muy especial: el protagonismo indiscutido de Axl Rose fue dando paso a la valoración de los músicos que lo acompañan. A lo largo del recital, cada uno tuvo a cargo la interpretación en solitario de un pequeño set en el que no sólo estuvieron en primer plano para ser reconocidos por el público, sino que también demostraron estar a la altura de las circunstancias con talento y presencia escénica.

Enfundado en un jean gastado y una campera de cuero de negra, Axl fue virando entre un sombrero blanco estilo cowboys y el pañuelo a modo de vincha que siempre caracterizó su look mientras revisitaba clásicos y mostraba nuevos temas.

“Chinese democracy”, el sexto disco de los Guns y el primero que contiene canciones inéditas tras la edición de “The Spaghetti Incident?”, en 1993, hizo su debut este año en la ciudad y sirvió de excusa para que Axl Rose y sus fanáticos locales se reencontraran y revivieran el romance que, evidentemente, se mantiene intacto.

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