Economía

Sin respaldo y sin respuestas

La ingeniería financiera le fracasó y la empresa BLD se derrumbó

La empresa con sede en Rosario se componía del corretaje y acopio de granos y de operaciones en el mercado de valores. La reestructuración de deuda realizada por el gobierno nacional y el fracaso de un negocio millonario, llevaron al desplome de una estructura frágil que dejó miles de damnificados


El desplome de la empresa BLD se explica a partir de la fisura en una de las piezas de su estructura. Esta ingeniería se componía del corretaje de granos, acopio y operación en el mercado de valores. Desde la empresa dijeron que el reperfilamiento de letras a corto y mediano plazo, dispuesto por el gobierno nacional, los dejó sin respaldo financiero.

Lo cierto es que la firma con origen en 1999 funcionaba bajo la figura de correacopio, no solo intercedía entre el productor y el exportador, sino que contaba con su propio acopio de mercadería. Con la diferencia obtenida producto de operaciones en el mercado, contaba con espalda financiera para ofrecer a los productores mejores precios por la mercadería que otros corredores.

Luego de que el 28 de agosto, el ministro de Hacienda de la Nación, Hernán Lacunza, anunciara el famoso reperfilamiento, la estructura de BLD se rompió definitivamente. Esta decisión significó que un grupo de tenedores de letras del Banco Central a corto y mediano plazo, iban a tener que esperar para cobrar sus rentas. BLD estaba entre ellos.

Aunque también aseguran que el fracaso en una negociación en el rubro porcino terminó de provocar el derrumbe.

Una ingeniería delicada

Consultado por El Ciudadano, el analista financiero Federico Fiscella, radiografió el funcionamiento de BLD. “Una vez que tenían el silo lleno de producción, podían ir al mercado de futuros y ejecutar una determinada cantidad de contratos, pero si algo salía mal en lo financiero, iba a impactar hacia atrás en la cadena de pagos”, sostuvo.

Cabe aclarar que no sólo se quedaron sin el cobro, sino que esas letras del Banco Central bajaron de valor hasta en un 40%, con lo cual ofrecerlas como parte de pago de ninguna manera compensaría las pérdidas para los productores.

A diferencia de esta estructura, en la operatoria de granos tradicional, por un lado se contrata a una empresa para el acopio, para mantener el grano y por otro al corredor de granos que es quien genera el vínculo con exportadoras como Cargill o Bunge. En definitiva, el corredor clásico opera como intermediario, lo que hace es unir dos puntas entre el productor y el exportador.

En ese sentido, Fiscella consideró: “Cuando los que tienen que pagar por los granos son empresas como Bunge o Cargill, nunca terminó pasando semejante cosa porque tienen gran respaldo económico. BLD fue muy grande pero una vez que les falló una de las patas de la estructura, colapsó”.

Al integrar la pata financiera, BLD buscó tener más volumen de operaciones ofreciendo un buen pago por la compra de granos. “Ellos compraban la soja al contado y ellos te la iban pagando en cuotas, te pagaban de más porque entregaban la mercadería en un momento y ellos te pagaban a plazo”, analizó.

Para ofrecer un mejor precio en esa operación, existió una conexión con el mercado financiero. Generalmente se operaba a través de contratos a futuro, que tienen como garantía títulos, los que se suponen más sólidos, pero que en definitiva terminaron originando el problema.

“A partir del reperfilamiento cae en desgracia toda esa cadena que estaba sostenida hacia atrás, al ser una empresa quedaron alcanzados por el reperfilamiento y toda la garantía se cayó”, explicó Fiscella.

Denuncian y piden respuestas

Luego de presentar un pedido de investigación por presunta administración fraudulenta, estafas y asociación ilícita en la fiscalía de flagrancia, el abogado de los damnificados, Eduardo Cerino, expuso la gravedad de la situación y cargó sobre quienes presume responsables.

Por un lado apuntó contra la Bolsa de Comercio por considerar que existió una falta de control sobre los contratos de acopio. Por otro lado, se refirió a la situación de los productores tras el colapso.

En primer lugar, deslizó: “Yo estimo que acá hay por lo menos una falta de control cuanto menos cómplice por parte de la Bolsa de Comercio, ellos intervienen cobrando un sellado por cada contrato de acopio, ¿no deberían controlar adonde fue el dinero?”.

En ese sentido, Cerino evaluó: “A los productores les cobran el contrato para garantizarles que la operación se hace en ese marco pero dejan que cualquiera haga lo que quiera con ese producto que estaba acopiado y no con orden de vender”.

Sobre la denuncia sintetizó: “Acá el hecho más grave es el cereal vendido, pagado por la empresa con cheques que vinieron de vuelta, de hecho cuando fueron a pedir el acopio, los granos no estaban más, por lo cual presumimos que lo vendieron y se quedaron con el dinero”.

Aunque el letrado patrocina a once productores, calcula que en pocos días se sumarán al menos una treintena de denuncias. “Presentamos denuncias de Las Petacas, San Jorge, Las Varas y Las Varillas, y ya nos han llamado productores de San Francisco y de Las Rosas”, explicó.

En relación a la empresa, dijo que la misma gerencia reconoce un pasivo de 106 millones de dólares, aunque estima que puede ser más dinero. “Ellos pretenden capitalizar su deuda a través de un Acuerdo Preventivo Extracontractual (APE) y quedarse con acciones sin derecho a voto en una nueva empresa, chocaron la calesita y la quieren seguir manejando”, agregó Cerino.

Esto último implica un acuerdo con el que la empresa pretende que los damnificados avalen los problemas económicos y financieros generados.

La Bolsa de Comercio no se responsabiliza

Aunque desde la Bolsa de Comercio no se pronunciaron de manera oficial al respecto, desde el entorno sostienen que no tuvieron responsabilidad alguna en este desenlace. De hecho consideran que la entidad es apuntada por parte de los abogados de los damnificados “para hacer ruido”.

En relación a las declaraciones del abogado Cerino, desde el entorno de la entidad bursátil aclararon que “el hecho de registrar los contratos en la Bolsa no implica que la institución asuma responsabilidad alguna de control, de garantía o de intervención de cualquier tipo”. Por otro lado aclararon que a su entender cada parte “establece libremente los derechos y obligaciones que les corresponden y son conscientes de los riesgos que asumen”.

A partir de estas circunstancias, desde la Bolsa insistieron que no está en sus atribuciones controlar esas operaciones sino prestar el marco para que se concreten.

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