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Anuario 2020

La honda huella del cine de Pino Solanas más allá de su muerte

El realizador falleció en Francia el 6 de noviembre, dejando atrás una carrera cinematográfica de vanguardia, su militancia política y el reconocimiento del mundo del arte y la cultura


Agustín Argento, Télam

Fernando “Pino” Solanas falleció el 6 de noviembre en Francia, de coronavirus, dejando detrás una carrera cinematográfica de vanguardia, una militancia política coherente con sus ideas y el reconocimiento del mundo del arte y la cultura por su legado.

A raíz de su fallecimiento, el Festival de Cine de Mar del Plata decidió, sobre la hora, cambiar la programación y realizar una edición homenaje al cineasta con la proyección, virtual, de cuatro de sus films, además de un panel en el que sus hijos lo recordaron.

El reconocimiento, además, llegó desde el presidente, Alberto Fernández, hasta colegas y asociaciones de directores de cine.

Durante su vida, Solanas pudo congeniar la militancia, la acción política y el cine como pocos; según recordó el presidente del Incaa, Luis Puenzo, Pino “era diputado y presidente de la Comisión de Cultura de Diputados y fue fundamental” para la sanción, en 1994, de la nueva Ley de Cine.

Además, el director tuvo un rol preponderante, como constitucionalista ese mismo año, en la redacción del artículo 41 de la Constitución Nacional, enmienda que reza sobre la protección del medio ambiente y de los bienes culturales del país.

Antes de ser conocido por su actividad política, ya se destacaba como Fernando Ezequiel Solanas, referente del cine militante de la década del 60, cuando en plena dictadura de Onganía su película La hora de los hornos, codirigida con Octavio Getino, era exhibida en forma clandestina en unidades básicas y casas particulares.

En 2018, el Festival de Cannes lo homenajeó al proyectar una versión restaurada de esa cinta en la misma sección en la que también se pudo ver 2001: Odisea en el espacio, de Stanley Kubrick.

“En La hora de los hornos Pino hace una especie de collage sobre la vida política de los años pre 70 que es muy dura, muy genuina y muy profunda”, resaltó Fito Páez a la agencia de noticias Télam.

Fito debutó en el cine de la mano de Solanas en Sur y consideró que aquel primer film documental “pone en perspectiva lo que fue la vida histórica de América, la política, los muertos por tal o cual idea y cómo cada quien tomó posiciones.

Fue con Sur, en 1988, con la que Cannes lo premió como mejor director.

Solanas siempre defendió su raigambre peronista con documentales famosos como Perón: Actualización política y doctrinaria para la toma del poder.

Además, ha aportado a la cinematografía nacional otros films ya convertidos en clásicos, como Los hijos de Fierro, Tangos, el exilio de Gardel y Sur, en los que recreó una estética popular no carente de elementos eruditos.

En su juventud, Solanas estudió Derecho, pero también teatro y música; sus primeras armas en la pantalla fueron con los cortos Seguir andando (1962) y Reflexión ciudadana (1963), cargados de inquietudes sociales y políticas, e influido por la época, el auge de la Resistencia Peronista y el influjo de la Revolución Cubana, fundó a fines de la década el grupo Cine Liberación.

El ministro de Cultura, Tristán Bauer, recordó esas épocas cuando, como proyectorista, “veía en los rostros de los espectadores el impacto de sus películas”.

En otra convergencia entre cine y acción política, Bauer también rememoró la colaboración brindada por Solanas en la creación de Canal Encuentro en 2007.

El núcleo compartido con Getino y Gerardo Vallejo tuvo ramificaciones con otros directores politizados (Enrique y Nemesio Juárez , Pablo Szir, Raymundo Gleyzer, Eliseo Subiela, entre otros) que abandonaban sus tareas en el cine publicitario pero aprovechaban esa experiencia para profundizar el lenguaje de sus propuestas militantes.

En los 70, Solanas debió exiliarse en España y luego en Francia, por las amenazas de muerte de la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A), fundada en democracia durante el último gobierno de Perón, y el intento de secuestro por un comando de una de las fuerzas armadas.

En Francia rodó el documental La mirada de los otros (1980), sobre discapacidades físicas, a pedido de las autoridades de ese país, al tiempo que participaba de numerosos foros de lucha contra las dictaduras que regían entonces en la Argentina y otros países de la región.

Esa fue la raíz de Tangos, el exilio de Gardel (1985), el más taquillero y comentado de su carrera, que arrasó con premios en Venecia, La Habana, Turquía, el César francés, el Konex de Platino y varios Cóndor de Plata de la Asociación de Críticos Cinematográficos de la Argentina.

Durante la década del 90 ya se había interesado por la política activa y procuraba preservar edificios de la ciudad para la creación de centros culturales, por lo que recibió seis disparos en las piernas de un grupo de desconocidos; ello lo llevó a postergar el rodaje de El viaje (1992), un retrato de América latina y el subdesarrollo.

Tan política como ese film fue la iracunda La nube (1998), que fustigaba al neoliberalismo y recibió premios en Venecia y en La Habana (cuyo Festival le entregó el Gran Coral a su trayectoria) y tras un período de descanso creativo inició su período documental y de denuncia, donde unió su postura ética con su certero manejo del lenguaje cinematográfico.

Así se sucedieron Memoria del saqueo (2003) con la que viajó al Festival de Berlín, donde en 2004 le entregaron el Oso de oro honorario, La dignidad de los nadies (2005) y Argentina latente (2007).

Sus intereses por la defensa de los ferrocarriles se apreció en La próxima estación (2008) y luego encaró una saga esencial para entender la problemática ambiental desde la defensa de los territorios, de las personas que los habitan y de los recursos naturales como Tierra sublevada: Oro impuro (2009), Tierra sublevada: Oro negro (2011), La guerra del fracking (2013) y Viaje a los pueblos sublevados (2018).

En medio de esa serie contra los extractivismos, también propuso El legado estratégico de Juan Perón (2016), toda una colección de obras que conviene rever cada tanto, fruto de un creador particular y discutido que quedará en la memoria grande del cine argentino.

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