Ciudad

Horda sedienta

La Fiesta de la Cerveza movilizó multitudes en la tarde noche de Pellegrini

Decenas de miles de rosarinos y visitantes disfrutaron de la ya tradicional jornada en la que se altera el ritmo de la zona y se genera toda una movida económica y cultural


@CRecanatesi

La marea humana no tenía lugar fijo para el inicio del trayecto y tampoco destino definido. Iba, sin saber dónde ni por qué, pero avanzaba con absoluta alegría y convicción, compartiendo su andar con miles de acompañantes. El espacio se reducía, el andar se detenía, el tránsito se frenaba, para tras unos segundos volver a empezar. Doble mano para una noche de caminata por Pellegrini, regada de cerveza, de color y quizás de algún exceso.

La Fiesta de la Cerveza ya es una tradición en la ciudad, generando todo un movimiento cultural y económico que hay que saber controlar, encauzar, pero también comprender. Quizás haya sido esta de 2019 una de las más masivas de su existencia, con un panorama que ya es habitual para los residentes de la zona, pero que a algún nuevo vecino habrá puesto con los pelos de punta.

Hay que empezar por reconocer los hechos movilizadores y los eventos que generan una marca registrada para la ciudad. En época de vacas flacas hay que saber cuidar una movida que reporta en buenos ingresos y por eso desde Dorrego a Laprida los comerciantes se la jugaron con bandas en vivo, y aparecieron los Food Trucks y los menos formales carritos, pero más accesibles en precios y cercanos en el corazón de los que suelen amar la nostalgia más que el glamour.

Y si de costos se trata, las calles de acceso regalaban toda una postal. Cual afluentes a un río más caudaloso, las filas humanas convergían hacia Pellegrini, pero no sólo paraban en la adyacencias para nutrirse de comida un poco más barata que en la calle principal, sino que muchísimos grupos llegaban con sus propias “heladeritas” o “conservadoras”. Los muchachos y muchachas llegaron provistos de bebidas, seguramente fruto de promociones adquiridas previamente. Está claro, la idea es ir a tomar y a divertirse, pero en esta Argentina que Macri está dejando, nada sobra.

Ya en Pellegrini las horas pasan, algunos cesan en el deseo y se alejan como pueden para regresar a casa. Pero otros extienden la noche. La alegría es rosarina, pero también brasileña, y venezolana. Pican en punta estas nacionalidades en los sectores de más baile en plena calle, menos prejuicio, más claridad para entender que una fiesta es una fiesta. Ellos enseñan por dónde es el camino a su manera. Y los de acá se prenden, de todas las edades, solos o en familia.

Obviamente después quedan rezagados, tarea de limpieza y de control policial que debe exigirse a pleno para evitar problemas y una noche en la que estacionar es una utopía. Así como lo es para algunos encontrar su coche después.

Noche especial la del primer sábado de noviembre, noche distinta, en la que Rosario forma su propia horda en busca de cerveza y diversión.

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