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Reflexiones

La falacia de que la devaluación es solución

Los devaluadores soslayan lo que cualquiera sabe: que tras cada devaluación suben los precios internos y cae el poder de compra.


Diversos sectores económicos se quejan por problemas de competitividad, que atribuyen al gobierno. Que no pueden exportar por el denominado “atraso cambiario”. Y reclaman un remedio conocido: devaluar el peso para superar su falta de competitividad, generada por el “capricho” del gobierno de mantener un “dólar retrasado”.

Desde hace tiempo venimos denunciando falacias muy difundidas en la discusión pública. Los cultores del “atraso cambiario”, impulsores de devaluaciones como remedio de nuestros males, vienen prevaleciendo desde hace décadas.

La consecuencia de las devaluaciones persistentes es que la moneda nacional tuvo que ser recauchutada en cuatro ocasiones pues sobraban ceros, tras la inflación resultante. Con cada supresión de ceros, tuvieron que cambiarle el nombre. Del peso moneda nacional, al peso ley, peso argentino, austral, peso convertible. Por eso el peso tiene hoy 13 ceros menos que hace 50 años.

El dólar oficial vale 9 pesos actuales, que son 90.000.000.000.000 de pesos de 1970. A devaluar no nos gana nadie y, sin embargo, insisten con el “atraso cambiario”.

Los que pontifican seguir las políticas y costumbres de las naciones exitosas debieran admitir que en esto nos diferenciamos desmesuradamente. Nos hemos excedido desproporcionadamente. Ninguna nación sufrió tamañas devaluaciones.

Los devaluadores soslayan lo que cualquiera sabe: que tras cada devaluación suben los precios internos y cae el poder de compra de los ingresos. Cada vez que redujeron el ritmo de devaluación, la inflación bajó. Por eso tenemos hoy menor inflación que en 2014.

La competitividad de una sociedad no tiene nada que ver con el tipo de cambio. Las naciones son competitivas por el grado de coordinación de sus esfuerzos, trabajo y decisiones, en la satisfacción más acabada de los deseos de su gente. Los países más competitivos son los que consiguen los mayores ingresos para su gente. El resultado de mejorar la competencia de una sociedad es siempre ingresos más elevados. Las devaluaciones los redujeron.

Para encarar el aumento verdadero y duradero de la competitividad y del ingreso de los argentinos deberíamos aprender de los exitosos, las grandes democracias de Estados Unidos y Europa que por algo son las naciones de mayor ingreso por habitante. La competitividad no se logra declamando por mayores inversiones. Pues las inversiones van adonde existen oportunidades de ganancias duraderas, esto es compartidas con los locales en el largo plazo. El desarrollo económico surge respetando conocimientos bien fundados.

Las enseñanzas de los grandes maestros que estudiaron seriamente: reconocer que todas las personas poseen habilidades y conocimientos propios, que otros no poseen, por lo cual pueden aportar productivamente al proceso económico y social. Y que se han ido descubriendo las formas de poner todas esas habilidades al servicio y beneficio de las personas. La garantía de derechos individuales, de vida, de propiedad, de trabajar, investigar y desarrollar emprendimientos sin temor a cambios de reglas imprevistos o arbitrarios. Respaldados por un Estado fuerte, eficiente en su tarea de monopolizar el uso de la fuerza, según normas conocidas y duraderas, evitando acciones de empresas, entes, personas y agentes que pudiesen contrariar el bien común, según las reglas vigentes. Para eso, las sociedades han ido desarrollando estructuras institucionales evolutivas, tendientes a fortalecer los derechos individuales, la transparencia y la competencia.

En las sociedades exitosas, las personas se sienten socios pues comparten el valor de las reglas sancionadas. Según el grito de la Revolución Francesa: “Una misma ley para todas las personas y tiempos”. En este sentido, las limitaciones cuantitativas, al comercio exterior y cambiarias conllevan discriminaciones, contrarias a las reglas generales, iguales para todos y para todos los tiempos. Gravando la competitividad de amplios sectores. La igualdad ante la ley implica ausencia de restricciones cambiarias, comerciales, sectoriales y por tiempo incierto.

El desarrollo y la competencia de los países se ganan continuamente, con tiempo y esfuerzos permanentes. Argentina tiene una historia que fue exitosa durante décadas. Con las reglas básicas de convivencia sancionadas en la Constitución, a partir de 1853/60, millones de inmigrantes vinieron a fertilizar nuestra patria, disfrutar de sus posibilidades y constituir una sociedad que asombró al mundo. Tenemos muchas posibilidades de aprender, corregir, mantener y conseguir los frutos de nuestra democracia vibrante.

Economista

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