Automovilismo

Informe Especial

La F1 de 2017: todos los cambios que se avecinan

Los autos lucirán más veloces, agresivos y con profundos cambios aerodinámicos. ¿Suficiente para renovar el espectáculo?


La nueva reglamentación de la Fórmula Uno acogerá, en la temporada que se avecina, a unos monoplazas sensiblemente diferentes con respecto a los del año pasado. Lucirán más agresivos. Más anchos. Con el alerón trasero más bajo y el ala delantera más ancha, sumado a los neumáticos que lucirán un crecimiento de un 25% más en su área de apoyo. En los test previos de Pirelli, con autos adaptados parcialmente a las nuevas reglas, se obtuvieron registros de vuelta de ¡5 segundos! más veloces con respecto al año pasado. Es por eso la FIA debió iniciar gestiones junto a los circuitos para la adecuación de los trazados, siempre con el fin de salvaguardar la seguridad.

Pero esto no es todo. Debido a las modificaciones, se presume que en dos circuitos como lo son el de Catalunya (España) y el de Monza (Italia) los nuevos autos podrían atravesar casi el total de la vuelta con el acelerador a fondo, a raíz del incremento de la fuerza aerodinámica (downforce) que desde esta temporada tendrá una influencia aún mayor. En teoría, esto dificultaría el manejo para los pilotos incluso más allá de los test de pretemporada, en Barcelona, que iniciarán en su primera tanda el 27 de febrero hasta el 2 de marzo; y la segunda tanda, del 7 al 10 de marzo.

Una de las novedades que acompañará al rendimiento de los monoplazas será el producto que entregará Pirelli. El proveedor de neumáticos italiano, que desde 2011 se encuentra como único abastecedor de la categoría, por primera vez entregará un neumático no tan degradable como, por contrato, estaba obligado a brindar en las temporadas anteriores. Si bien en Australia el 26 de marzo próximo se dará inicio a la temporada; Paul Hembery, el hombre fuerte de Pirelli en la Fórmula 1, declaró que “no se verá el verdadero potencial de los nuevos neumáticos hasta Barhein o China”, segunda y tercera cita del calendario. Esto se debe, según explicó, a que en los ensayos de pretemporada nunca se muestran todas las cartas y que, además, en la primera cita del año, siempre suelen sobrevolar momentos de inestabilidad generalizada por los cambios en sí mismo.

No sólo velocidad

Pero no todo es acelerar. La capacidad de frenado para este año se vería elevada en un 25% para poder adecuarse a las nuevas realidades. Los discos de frenos pasarán a tener un aumento de 4 mm con respecto a los utilizados en 2016 para llegar a 32 mm. Los ingenieros de Brembo opinan que al tener un mayor agarre, los autos necesitarán un poder mayor de frenado, sobre todo porque los pilotos al poseer mayor downforce, estirarán sus recorridos previos a una curva antes de pisar el pedal de freno. Esto traerá aparejado una mayor fuerza de gravedad, la que esperan que sea superior a los 6G.

Una de las últimas variables de cambio será que los motores, que hasta 2016 tenían tokens de evolución muy limitados; ahora, en cambio, tendrán la libertad de desarrollo. Los descongelarán, en otras palabras. Los equipos podrán presentar hasta cuatro versiones distintas en el transcurso del año. Lo mejor de este punto vendrá conjuntamente con la durabilidad de los neumáticos. Con el caucho de Pirelli, al soportar más rodaje con igual rendimiento, los pilotos ya no tendrán la necesidad de especular con tanto ahorro, pudiendo exprimir las cualidades de sus autos con mayor intensidad. Esa era una de las principales quejas que Fernando Alonso y compañía reclamaban a gritos: poder tener mayor libertad al momento de pisar el acelerador y atacar.

La incógnita

Pero existe un interrogante: si los autos son más veloces, con una auténtica potencia por aplicar y tienen más adherencia al piso, lo que posibilitaría frenar más tarde en las curvas, e incluso elevar el paso por las mismas en 40 km/h sobre lo estipulado en 2016, ¿qué será de los adelantamientos? La respuesta tiende teñirse de cierto escepticismo: debería ser más difícil para los pilotos el poder pasarse.

Está claro que se apunta a que los coches sean más rebeldes a la hora de manejarlos. “Los autos del 2016 eran lentos, fáciles de manejar, tan progresivos que si se perdía el control se lo recuperaba rápido”, expresó hace poco Niki Lauda con su siempre incómodo y frontal punto de vista.

El propio Lauda deslizó que se está yendo en el camino correcto del ADN de la Fórmula 1. Tiene razón, aunque aún resta un tramo largo para saber si los cambios tendrán efectos de manera inmediata y si se podrá reavivar el avispero competitivo que Mercedes en estos últimos años ha gobernado para sí. Lo mejor sería que la dictadura de triunfos, esta vez, no cambie simplemente de manos sino que se transforme en una entretenida y saludable anarquía. Donde todos tengan, al menos, una mínima sospecha de que querer, también es poder.

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