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La escritura como un oasis propio que se deja ver y luego fluye

El rosarino Enrique Bó publicó su tercera novela en tiempos de pandemia. La presentó a través de un booktrailer para hacerla circular en redes sociales. Se trata de una nueva instancia de una misma zona narrativa que el escritor creó y en el que hay historias unidas por personajes en común


Pau Turina / Especial para El Ciudadano

Enrique Bó nació en 1959 en la ciudad de Rosario donde cursó todos sus estudios, desde la inicial escuela Bernardino Rivadavia, pasando por el Nacional Número Uno hasta llegar a finalizar la carrera de Ingeniero Agrónomo en la UNR.

Escribe desde chico, siempre le gustó el arte y más tarde llegó la lectura. En 2001, “año en el que se me derrumbó el mundo” dice, le preguntó a su amigo Ebel Barat dónde podía aprender a escribir. Barat le recomendó el taller de Alma Maritano.

“Empecé con unas clases particulares. Resulta que Alma había sido mi profesora de literatura en el Nacional. Después seguí en el grupo de los lunes. Allí encontré una serie de personajes con los cuales todavía mantenemos una buena amistad.

A uno de ellos, que hacía mucho que iba al taller, yo, en mi ignorancia le pregunté por qué hacía tanto que venía al taller. Y me dijo con gran naturalidad: «Porque es como un gimnasio». Después comprendí el concepto de entrenar.

Qué tonto, creía que era un tiempo nomás, aprendías y listo. El taller de Alma Maritano, ahora coordinado por Pablo Colacrai, es un espacio esencial.

Es el lugar donde mostrás tu oasis, donde sos vulnerable, donde exponés toda tu carne, y como todos hacen lo mismo es una fuente de energía (iba a decir de alegría, también) que forja tus textos, tu estilo y tu carácter como escritor”, cuenta sobre el espacio de taller.

Que la novela salga a rodar

Bó acaba de publicar su tercera novela, En el mirador, editada por Laborde Editor. Pero los planes de presentación, como los de muchos otros escritores, fueron suspendidos por la situación de pandemia mundial.

Con las cajas de los libros esperando su circulación, el autor recurrió a la idea de armar un booktrailer, hacerlo circular en sus redes sociales y así distribuir la novela para quien quiera leerla.

“Durmieron en el profundo día insomne el acre sueño del arrullo de los tiempos, un aleteo, un silbido, un ruido a madera, la letanía del tintineo del metal, el golpe ascendente de los ecos y el tirano freno del mundo, detenido en el cenit de los días y de las noches opacas del pueblo dormido en la entraña eclipsada del vasto continente”, se escucha la voz que relata parte del libro en el booktrailer, realizado por el hijo cineasta de Bó.

“La novela esperaba desde el año pasado, pero por una cosa o la otra postergué la presentación para marzo y llegó la pandemia. Así y todo, la quise presentar, por la necesidad de parirla.

Primero hice un video, intentando hacer la presentación. Horrible. Así que recurrí a mi hijo Matías, que hace estas producciones y salió el trailer de presentación.

Él ya había hecho algo parecido con un capítulo de mi otra novela, Ana cierra los ojos. Me gustó mucho. El clima. Todo. Así que me dije que la novela salga a rodar y que haga lo que pueda. Hay que dejarla ir, como a los hijos”, dice.

Un espacio-tiempo nacido en un naufragio

 

Todo comienza con una búsqueda. Don Juan de las Colinas fue la primera obra editada que obtuvo en el año 2013, una segunda mención en el I Concurso de narrativa organizado por Río Ancho Ediciones.

Y en 2016, esta editorial publicó Ana cierra los ojos, novela que fue finalista del II Concurso de la editorial.

En 2020, llegó En el mirador. Esta tercera novela cuenta un viaje. Es una breve novela de caminos que une la historia de Marieta y Gilberto.

“Todo comienza con una búsqueda. El hecho de la carencia. Lo que no tenés. Marieta es un personaje de Don Juan de las Colinas. Ella sufrió en carne propia circunstancias provocadas en esa novela, allá por 1940.

En esta novela Marieta comienza una búsqueda veinte años después. Y los caminos se cruzan con los de Gilberto”, cuenta el autor.

Las dos novelas anteriores son engranajes de esta tercera, suceden en distintos tiempos y espacios, pero van apareciendo personajes en unas u otras. “Hace mucho tiempo elegí armar una zona narrativa, un espacio-tiempo, nacido en un naufragio en 1600.

Desde esa fecha al presente tracé un hilo conductor por donde moverme, por donde puedo armar historias unidas por puntos en común. Tengo árboles genealógicos, fechas, nombres, todas historias inventadas para ser contadas desde un suceso real”, explica Bó.

Fluir de la conciencia y primera persona

Don Juan de Las Colinas está ambientada en los 40. Don Juan llega desde España a Argentina a hacer “la América”, luego de la guerra civil. Compra una estancia y se instala como un nuevo jefe en la comarca, con sus negocios y sus costumbres magnánimas.

El estilo narrativo es multinarrador, catarático; es agresivo, disruptivo, rompe con lo convencional. Aquí la narración se ensambla con el carácter del personaje.

En Ana cierra los ojos un hombre común es alterado por un suceso que transforma su día. El fluir de la conciencia y la primera persona, logran una interioridad con el personaje que permite licencias como la de llegar a encadenar haikus en la narración como pensamientos internos.

Ocurre en los años 2000 y está emparentada de manera directa con Don Juan…. Finalmente, en la historia de En el Mirador, son los años 60, hay un barco, un puerto, un propósito y un viaje. Marieta Galdós, es la hija de Galdós, ambos personajes protagonistas de Don Juan de Las Colinas.

En todas se repite un elemento como símbolo, como referencia: las monedas de plata del naufragio del Concepción, pertenecientes a la viuda de Hernán Cortés.

El viaje como metáfora de la vida

El proceso de escritura de éste último libro, como en casi todos los procesos similares, las ideas dieron varias vueltas. “Los personajes se empiezan a definir poco a poco. Las primeras hojas fueron encontrando el tránsito de la novela.

Después cambié todo. Fue tomando forma. Ese es el momento en que, lo que gira en los pensamientos, comienza a plasmarse en letras. Luego rigurosamente trazo un mapa en un papel, porque ya sé claramente hacia donde quiero ir.

Y, sorpresa, el mapa se modifica. Soy un escritor de medio tiempo, lo hago en ratos libres y el proceso de escritura me lleva muchísimas horas. Quizás también por esto elijo el formato de novela breve.

Es una manera de contar una historia, no hay mucho tiempo que perder, porque es escaso, y se debe focalizar mucho en las escenas para que el peso de las imágenes marquen el camino del lector”, señala Bó.

En la novela En el mirador podría tomarse el viaje como metáfora de la vida. La vida es un viaje y su vida, según el autor, sigue siendo una aventura. “¿Hay tiempo suficiente en la vida para aprender con exactitud qué caminos se deben tomar? ¿Cuántos caminos son posibles? ¿Cuántos reales, cuántos soñados?

Hay, de manera imperceptible o al menos solapada, un desfasaje natural entre lo vivido y por vivir. En el medio de eso va la vida”, reflexiona.

La escritura como un oasis

Según lo señala, Bó disfruta de experimentar con la escritura, lo tienta dejarse llevar por las palabras. La escritura, para él, es un oasis.

“Un lugar único, tuyo, donde nadie más que vos lo habita, lo crea, lo modifica, intentás darle la forma que te plazca. Es arte puro. Leés para alimentarte y crecer.

Escribís para tu oasis. Para dar vida a tu oasis. Y cada tanto publicás un libro y parte de tu oasis se deja ver y dejás que se vaya”, concluye.

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