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La emotiva carta en la que el basquetbolista Sebastián Vega contó que es gay

“¡La verdad nos hace libres!” fue la frase con la que el alero de Gimnasia de Comodoro Rivadavia encabezó la carta en la que relató el camino que recorrió hasta aceptarse y no tener temor de vivir libremente


Nadie tiene por qué dar explicaciones de cómo vive su vida, de sus elecciones y menos de su sexualidad. Pero algunas historias liberan, se sienten necesarias y además ayudan a alguien que en algún lugar está sufriendo. Sebastián Vega, alero de Gimnasia y Esgrima de Comodoro Rivadavia con larga trayectoria en el básquet argentino, creyó que era el momento para contar de manera pública que es gay en una emotiva carta que replicó en su cuenta de twitter. Algo tan íntimo que de pronto es tan masivo. Fue lo que sintió, lo que necesitaba hacer.

“¡La verdad nos hace libres!” fue la frase con la que presentó su carta, en la que reveló los años difíciles que vivió antes de contarle a su familia, a sus amigos y a sus compañeros de equipo acerca de su orientación sexual.

“Me acuerdo del momento con exactitud: yo tirado en la cama, absolutamente a oscuras, mirando el techo en silencio, sin saber qué hacer, sin querer asumir, con la cabeza explotada. Acababa de estar con un hombre por primera vez y no lo podía aceptar. Aquella noche fue una de las peores que recuerde. Significó un cambio definitivo en mi vida y mis estructuras”, arrancó el relato de Vega, el primer jugador argentino de la Liga Nacional ​que cuenta que es homosexual.

“Sufría, reprimía sentimientos, me sentía en falta. No podía comprender cómo me atraía una persona de mi mismo sexo, eso no estaba bien. Estuve de novio con una chica intentando continuar con mi vida heterosexual, pero después de un tiempo las ganas de estar con un hombre volvieron a surgir. Eran meses de absoluta confusión. Me mentía a mí mismo, negaba la realidad, estaba frustrado, triste. No entendía por qué me pasaba eso a mí. Yo quería ser uno más, quería encajar. Quería ser como mis compañeros y amigos. Y me empecé a hundir. Llegué a considerar el retiro del básquetbol, que es lo que más amo en la vida”, continuó.

“En aquella temporada (14-15) empecé a lesionarme todo el tiempo. Mi cuerpo evidentemente me estaba gritando que algo iba mal, que tenía que cambiar. Así fue que, tras arrancar terapia, decidí tomar las riendas de mi vida y le comuniqué la novedad a mi familia. No me olvido más: encaré a mi papá y fui decidido a contárselo, con mucho miedo (terror diría), dando por sentado que me iba a echar de casa. Fui preparado para lo peor. No obstante, para mi sorpresa, su reacción fue de amor. Fue una escena dura. Casi se desvanece mientras le contaba, pero lo aceptó. Tuve que entender que era un proceso para él y para mi mamá. Y lo respeté. Fue un tremendo alivio encontrar respaldo en mi familia”, contó el entrerriano, quien explicó como fue el proceso en el que le fue comunicando el hecho a amigos, compañeros de equipo y gente ligada al básquet: “Estaba cansado de tener que mentir y de decir que andaba con mujeres, cuando en realidad no era así. ¿Qué clase de amistad le daba a mis amigos ocultando todo? No estaba siendo honesto con ellos ni conmigo. Empecé con los cercanos. Siempre recuerdo que lo hacía llorando. Como si hubiese algo mal”.

“Ellos también me respaldaron, me demostraron que no iba a cambiar nada, que las cosas seguirían igual. Que mi orientación sexual no modificaría mi situación personal, lo que yo era (y soy) como persona. Tenía mucho miedo de quedarme sin trabajo. Y en eso los dirigentes del club fueron los primeros en respaldarme. Percibir aquella protección grupal e institucional me permitió ganar confianza y estabilidad. Ya no tenía que seguir viviendo en las sombras”.

“¿Cuál es el objetivo de todo esto? Lo más importante es poder cerrar una etapa y sentirme libre. Demostrarles a todos y a mí mismo que mi profesión y mi vida personal o sentimental pueden ir por el mismo camino. Que puedo ser gay y seguir jugando al básquet con el compromiso que tuve desde que debuté en la Liga. También me gustaría que este disparador pueda ayudar a otras personas que tal vez están o estuvieron en una situación similar”, resumió.

Aunque no tenía por qué hacerlo, Vega eligió mostrar su vida al mundo, por una necesidad personal quizás y tal vez para acompañar a alguien que sufre en silencio como le sucedió a él en algún momento. No necesita el permiso ni la aceptación de nadie. Sólo la suya. Y fue su manera de contarlo.

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