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La economía en marcha

Después de una crisis mundial sin precedentes, en el primer cuatrimestre del año la recuperación de la actividad productiva y del consumo es una realidad. En un marco de crecimiento reaparece la inflación.

Por: Guillermo Griecco

En los primeros cuatro meses de 2010, a partir de diagnósticos tanto públicos como privados, las estadísticas confirmaron el crecimiento de la economía tal como se insinuaba a fines de 2009, un año marcado por una crisis sin precedentes que estalló en Estados Unidos y se expandió por todo el mundo como reguero de pólvora. Las buenas noticias económicas, muchas veces perdidas en un mar de tinta, dan cuenta de una recuperación en la mayoría de los sectores productivos, como la construcción, la industria automotriz y la metalmecánica. A esto se suma el repunte del comercio exterior, una cosecha de soja récord, una suba del consumo y hasta cierta reactivación del empleo. A caballo del crecimiento económico reaparece, sin embargo, el fantasma de la inflación.

En un informe publicado por el Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (Cifra), vinculado a la Central de Trabajadores Argentinos, se da cuenta que el cuarto trimestre de 2009 volvió a mostrar una tendencia positiva del Producto Bruto Interno (PBI), que en la comparación interanual creció un 2,6 por ciento.

Diversos indicadores acompañan la  recuperación productiva, impulsada por un cambio positivo en el contexto internacional y de la región y también por medidas internas, como políticas de ingresos y ajuste de la protección cambiaria, según se consignó en el trabajo de coyuntura de Cifra realizado por Mariana González.

El consumo privado y el gasto público son los componentes de la demanda agregada que más se expandieron. En el cuarto trimestre de 2009, el consumo creció casi un 3 por ciento en términos interanuales, revirtiendo la caída que mostraba hasta el tercer trimestre del año anterior. En lo que va de 2010 la demanda de bienes y servicios se mantuvo en curva ascendente.

 Crecimiento e inflación

El proceso de reactivación de la actividad productiva es un hecho. Como se detalló en el documento de Cifra, diversos factores han contribuido a la nueva expansión. Una vez pasada la peor fase de la crisis económica y financiera internacional, la tendencia positiva acompaña el leve incremento del nivel de actividad en los principales países del mundo y de la región. La crisis en Grecia siembra dudas alrededor de este despegue.

El Estado argentino optó por sostener el gasto público, que lejos de retraerse continúa apuntalando la actividad económica. En particular, la implementación estatal de la Asignación Universal por Hijo de 180 pesos mensuales –una medida con una matriz distributiva inobjetable– comenzó a tener efectos concretos en el consumo y en la actividad productiva, que continuarán en ascenso. Según la Ansés, los índices de indigencia se redujeron hasta un 70 por ciento a partir de la AUH, mientras que la pobreza cayó entre un 30 y  un 15 por ciento, depende el índice con que se mida.

Para Cifra, la disminución del nivel de actividad en 2009 tuvo un efecto sobre el mercado de trabajo más acotado que en crisis anteriores. En particular, se destaca que el salario real no sólo no se redujo sino que incluso tuvo un leve incremento, al menos para los trabajadores registrados.

En este contexto de crecimiento económico vuelve la sombra de la inflación. Para este año se espera una tasa de inflación –según Cifra, rondará el 20 por ciento– más elevada que el año pasado, donde hubo retracción de la actividad. Sin embargo, es evidente que no existe un proceso inflacionario incontrolable, incluso, al menos en el último mes, se observa cierta estabilidad en algunos precios de productos de la canasta básica, y otros pocos hasta bajaron. 

La tensión de precios se explica, según el trabajo de Cifra, por un conjunto de factores que van desde el aumento del tipo de cambio nominal durante 2009, la disminución de la oferta de carne por reducción de stock –la carne mostró la mayor suba–, hasta el alza esperada de precios en los servicios públicos ante una reducción de los subsidios a las empresas prestadoras.

No obstante, hay grupos empresarios que concentran la producción y la comercialización de alimentos básicos, y en consecuencia son los mismos que aumentan los precios en góndola. Algunos oligopolios, ansiosos por recuperar terreno perdido, optan por desechar la inversión y prefieren retocar los precios al consumidor para mantener márgenes de ganancias. Además, desde varios sectores productivos se plantea que la demanda supera a la oferta, y se piden créditos bancarios a tasas blandas para poder invertir.

Contra la receta de recortar el gasto como proponen sectores políticos y sociales ortodoxos, ya aplicada en el país y con consecuencias negativas, el Estado nacional busca implementar un conjunto de políticas destinadas a controlar los precios pero sin hacerlo a costa del sostenimiento de las actividades productivas y del empleo.

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