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Argentina en la posconvertibilidad

La economía en la última década

Castells, Manzanelli y Wainer, de Flacso, destacaron el desempeño industrial del país en la posconvertibilidad, aunque señalaron que el ciclo fabril fue de crecimiento sin desarrollo y lo asociaron con nudos estructurales heredados de los 90


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María José Castells, Pablo Manzanelli y Andrés Wainer, investigadores de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), visitaron Rosario para presentar el libro Argentina en la posconvertibilidad: ¿desarrollo o crecimiento industrial?, donde analizaron el desempeño de la industria argentina desde de la devaluación de 2002 hasta la actualidad.

“En el análisis de la industria argentina de los últimos años, de la llamada posconvertibilidad, marca que si bien la economía argentina fue muy auspiciosa en materia del crecimiento económico y rompe con un proceso de desindustrialización que había experimentado el modelo de valorización financiera (1976-2001), planteamos que es un proceso de reindustralización acotado desde el punto de vista cualitativo, en el sentido de que no hubo cambios importantes en el perfil de especialización industrial, en la inserción de Argentina en la división internacional del trabajo y tampoco en poder aprovechar potencialidades sustitutivas para avanzar en la creación de nuevas ramas de actividad”, sostuvo Manzanelli en diálogo con El Ciudadano.

—¿Es propio de un déficit del gobierno que no haya sido otro tipo de desarrollo más concreto?

—Wainer: Hay legados estructurales que son difíciles de revertir, que vienen desde la etapa de desindustrialización de la dictadura para acá, son huecos que ha dejado la estructura industrial argentina muy grandes. Obviamente es difícil revertirlo de la noche a la mañana, también hay políticas que podrían haber tratado de contemplar estos aspectos de recuperar determinados sectores, fomentar determinada sustitución de importaciones. Observamos que se han desarrollado políticas que han beneficiado a la industria pero que en general estuvieron más subordinadas a una lógica de que cierren las cuentas a nivel macroeconómico y no tanto a políticas específicas para desarrollar determinados sectores donde hay determinadas debilidades, sobre todo en sectores no ligados a la industria más tradicional que tienen que ver con las ventajas comparativas que ofrece el país como la agroindustria.

—En el libro hablan de algunos resabios del menemismo; ¿qué es lo que se arrastra desde esa época?

—Castells: En el nivel de la concentración de la economía, de la industria argentina y la extranjerización. Es un fenómeno que crece y aumenta fuertemente sobre los 90 y que después de la crisis de 2001 se estabiliza en un nivel más alto todavía que los 90. Cuando uno piensa en concentración y extranjerización de repente vienen los 90 a la vista como “el” momento de ese salto y sin embargo eso no sólo que no se revirtió sino que se profundizó.

—¿Cuál ha sido el rol del empresariado en este proceso?

—Manzanelli: Hubo un aumento de la concentración económica y eso significa que la elite empresaria en Argentina aumentó su poder en un escenario de crecimiento. Sin embargo tuvieron unas ganancias elevadas que no las volcaron en un nivel proporcional a la inversión. Básicamente ganaron mucho e invirtieron poco y esa fue una ecuación bastante perjudicial para la economía argentina. Actuaron, en este sentido, más como una restricción al desarrollo que como una potenciación al mismo. Las grandes empresas tuvieron influencias muy notorias en el proceso inflacionario que se abre en 2007.

—¿Cuál es el rol del dólar en este sentido?

—Wainer: El tema del dólar es complejo porque no se puede subsumir una política de desarrollo en lo industrial a sólo la cuestión cambiaria. En los primeros años de la posconvertibilidad, el tipo de cambio permitió darle cierto margen sobre todo a muchas economías regionales que pudieron recuperarse, pero no se ha avanzado mucho más de eso y ese diferencial cambiario se ha venido agotando en los últimos años y hoy afloran determinados problemas. Ahora, esto no quiere decir que modificado el tipo de cambio se reviertan, porque de hecho lo que se ve es que a pesar de esa modificación en el tipo de cambio no hubo un gran proceso sustitutivo, no es que se empezaron a reemplazar bienes que antes se importaban. La estructura industrial siguió siendo más o menos la misma, muy deficitaria.

—El proceso de sustitución de importaciones, como política de gobierno, ¿ha sido significativo?

—Castells: El pilar de la política económica e industrial de los primeros años del kirchnerismo fue el tipo de cambio alto, el dólar caro y eso solo no fue suficiente. No fue suficiente en parte por el legado, en parte porque lo que el mundo requiere hoy que no es el de los 50 que te cerrás y pareciera un camino más fácil. Pero no sólo por eso, también porque venías de 25 años de caída del producto industrial. Crecer no fue poco, tampoco hay que subestimarlo. Sin embargo, cuando uno empieza a ver qué pasa a nivel sectorial, se encuentra con problemas. Creció la industria automotriz y sin embargo eso genera un déficit mayor. El déficit empezó a aparecer en un momento, porque los ocho años anteriores el tipo de cambio no te llevó a sustituir ciertas piezas o cuando el tipo de cambio dejó de ser alto para algunos sectores, dejaron de competir, entonces Brasil se volvió más atractivo. Digo, como vacacionar en Miami se volvió más accesible, también algunas partes de un auto se volvieron más accesibles.

—¿Lo que ustedes notan es que no hubo un plan integral?

—Manzanelli: Vemos que falta una estrategia de desarrollo industrial, que no es simplemente enunciar cuáles son los sectores que hay que impulsar y tampoco es simplemente las políticas efectivas, sino que es una construcción política. En este sentido, creemos que falta una estrategia de desarrollo que incorpore las alianzas sociales que van a sustentar ese plan y al mismo tiempo que puedan impulsar una distribución del ingreso y una mayor inclusión social pero en base a una estructura que lo vuelva sustentable.

—La conclusión a la que arriban es que hubo crecimiento pero no un proceso de industrialización sostenido…

—Wainer: Podríamos decir que es una industrialización acotada, que se recuperó, que no es poco que haya vuelto a crecer la industria, pero que tiene sus límites al no haber un cambio del perfil. Tenemos una industria que ha crecido pero que mantiene muchos aspectos que tenía antes y eso presenta límites en términos distributivos, en términos de crecimiento a largo plazo y es el paso que falta claramente. Predomina el perfil vinculado a la producción de determinados commodities industriales, o son exportadores o bien sectores que son muy importantes, como el automotriz, pero que son altamente deficitarios en términos de divisas por el propio carácter del régimen automotriz y de la integración con el Brasil.

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