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La diferencia entre Scioli y Moyano

El titular de la CGT ya entró en la etapa del conflicto manifiesto sin retorno, mientras que el gobernador bonaerense todavía no avanzó hacia esa ruptura.


Un patrón de comportamiento político basado en modo avalancha y una economía nacional en apuros tornaron combustibles en los últimos días a las tensiones incubadas en la interna peronista.

Muchas veces se dijo que Hugo Moyano podía frenar sectores indispensables de la economía si pasaba al bando enemigo y aquella presunción mutó a evidencia con el paro del transporte de combustibles, que desabasteció a gran parte del país.

Otras tantas veces se advirtió que la provincia de Buenos Aires podría convertirse en una hoguera sin el envío suficiente de fondos nacionales y la mecha acaba de encenderse por ese desfinanciamiento parcial que dividió en cuatro el pago medio aguinaldo para el sector público.

Lo que se vio en ambos casos fue un paso directo del conflicto latente al estallido, pero la diferencia entre uno y otro es que el titular de la CGT ya entró en la etapa del conflicto manifiesto sin retorno, mientras que el gobernador bonaerense todavía no avanzó hacia esa ruptura.

“No descartaría que pese a todo lo que está pasando Scioli termine armando una lista con nosotros en 2013; en el caso de Moyano es probable que busque construir y arme por afuera porque esa es su intención desde hace bastante tiempo”, aseguró una importante fuente kirchnerista.

El escenario sindical planteado para Moyano es la reconstrucción del histórico Movimiento de Trabajadores Argentinos  contra los “colaboracionistas”, es decir el sector que posiblemente termine controlando la CGT.

Se espera que esta semana el Ministerio de Trabajo avance sobre el llamado a elecciones en la CGT que fue impugnado por el frente opositor, pero el final parece cantado con dos centrales, una dialoguista –con aval oficial– y otra confrontativa. Será una fragmentación más del movimiento obrero que ya tiene dos CTA –también una oficialista y una opositora– y la CGT Azul y Blanca de Luis Barrionuevo.

Lo preocupante para Moyano es que en el momento del estallido apareció más aislado, como buscaba el gobierno: si bien la convocatoria del último miércoles a la Plaza de Mayo fue significativa, no pudo mostrar en el palco a varios de sus alfiles: Juan Carlos Schmid, Omar Plaini o Héctor Recalde.

La consultora Poliarquía estimó que la imagen negativa de Moyano se redujo del 60 al 50 por ciento desde su paso a la oposición, pero así y todo sigue sin ser un buen candidato.

Scioli, en cambio, supo sostener y tonificar su popularidad a pesar de los vaivenes, pero su imagen enfrenta ahora un desafío supremo: la escasez de recursos.

¿Voluntad o necesidad?

La pregunta que recorre oficinas provinciales y sindicales es si la Casa Rosada estaba en condiciones de enviar los 2.800 millones de pesos pedidos por Daniel Scioli para evitar problemas; y si puede satisfacer o no el reclamo de Moyano de aumento del mínimo no imponible de Ganancias y el tope para el pago de asignaciones familiares.

Pese a que existe un persistente deterioro de las cuentas públicas nacionales, la respuesta en ambos casos es tan política como económica.

Las transferencias corrientes a las provincias se convirtieron en una de las principales variables de ajuste nacional, señaló el último informe semanal del Banco Ciudad. “Este giro de fondos (el cual generalmente ayuda a complementar los recursos propios que los distritos destinan al pago de salarios o aguinaldos) no creció en términos interanuales en mayo, acumulando en lo que va del año un alza de sólo 5 por ciento (bien por debajo de la inflación). Asimismo, las transferencias de capital (asociadas a obra pública) se expandieron un 5 por ciento anual en mayo, frente a un 14 por ciento en abril y un 25 por ciento en marzo”, precisó el documento.

Pero, además, en los últimos tiempos se redujo la importancia de los envíos automáticos a las provincias y por el contrario aumentaron las partidas de tipo discrecional, sostuvo Mario Capello, presidente del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral) de la Fundación Mediterránea.

No es casual que en este contexto las provincias más afectadas sean las “grandes”, es decir las que tienen mayor peso electoral: Santa Fe, Córdoba y Mendoza.

A Scioli le tocó la peor parte y los gremios del sector público se pusieron en pie de guerra. El interrogante es si la rebelión sindical en la provincia más importante del país, donde reside el 40 por ciento del electorado nacional, no terminará siendo un bumerán para Cristina Kirchner.

La justificación en Balcarce 50 es que la Nación sostuvo con fondos –entre 800 y 1.000 millones de pesos mensuales para el pago de salarios en 2011– a un gobierno que no confrontó a su principal enemigo: el Grupo Clarín.

Eso explica buena parte de la embestida kirchnerista en la Legislatura bonaerense que incluye un pedido de informes sobre los gastos de la administración Scioli en publicidad oficial.

Más allá de la polémica instalada por la Casa Rosada sobre los buenos o malos administradores, lo que subyace es una concentración de fondos por parte del poder central sobre la base de un desbalanceado esquema de coparticipación y un reparto discrecional que actúa como disciplinador político.

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