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La derrota peronista y los ausentes

Por: Carlos Duclos

Lo malo, lo no querido, lo indeseado, suele cargarse al hombro y ser permanentemente justificado con determinadas razones, e inmortalmente lamentado. Es en vano, es cierto, porque como decía el filósofo: “Olvidemos lo sucedido, pues puede lamentarse, pero no rehacerse”. Pero en política no es tan fácil dar vuelta la hoja y olvidar el pasado. Especialmente para los políticos argentinos, adeptos algunos a guardar el pretérito y desempolvarlo, o vivir en él a través de fantasías e ideales con los resultados lamentables que es dable observar con frecuencia. Por eso antes de hablar de las recientes elecciones en Santa Fe, no está demás recordar que en el año 2007 Hermes Binner obtuvola Gobernaciónde Santa Fe con el 48,7 por ciento de los votos, superando por 10 puntos al candidato del Frente parala Victoria, Rafael Bielsa. Por entonces, el ex canciller contaba con todo el apoyo del gobierno nacional. Como decía alguien hace unas horas: “No se puede cargar la derrota de (Agustín) Rossi a la falta de apoyo del gobierno nacional, hecho que, por otro lado, no es cierto”.

Lo único cierto es que, pese a la aparición de un artista, conocido como Miguel del Sel (del cual se hablará más adelante), se impuso otra vez el Frente Progresista en la provincia de Santa Fe y en las dos ciudades más importantes de la provincia, esto es Santa Fe y Rosario.

¿Y qué pasó con el peronismo? Se podría decir mucho, pero en este caso se debe aludir a un hecho importante: varios de sus dirigentes se borraron.

Es el caso de Carlos Reutemann, por ejemplo, quien de manera criticable no apareció en campaña apoyando al candidato peronista que había resultado ganador en las internas abiertas. Más lamentable aún fue la rotura de su silencio, días antes de las elecciones, dándole un elíptico empujón al candidato del PRO.

Se olvidó el ex corredor de la máxima peronista: el que gana conduce, el que pierde acompaña.

Pero no fue el único que se ausentó. También lo hicieron otra figura peronista de la provincia de Santa Fe: Jorge Obeid, y algunos más. ¿Es probable que buena parte de la dirigencia peronista santafesina decidiera demostrar, con su ausencia, que no está de acuerdo con los métodos políticos del oficialismo nacional y sus representantes santafesinos? Es posible, pero no justificable.

No se hace política especulando, borrándose, sino militando y participando. Jugándose por los ideales que se sustentan, y no aportando a “tiempos mejores”, para aparecer en la escena. Menos aún favoreciendo a extraños por no estar de acuerdo con los propios, como parece que acaba de suceder en Santa Fe. ¿Qué sociedad puede prosperar con dirigentes de esta clase, de proverbial mezquindad, que salen a escena sólo cuando están seguros de que el público los aplaudirá?

Para el peronismo de la provincia esta modalidad ha sido fatal y los resultados están a la vista. Un partido con pocas figuras, salvo excepciones, y algunas que “no son peronistas, pero mojan del plato”, como acaba de decir un dirigente. Y como siempre los lame-ídolos, los que comen de las sobras que caen de la mesa, los que entregan convicciones “por un lugar” acompañando a los mezquinos y especuladores, a ésos que “juegan” cuando saben que el teatro está abarrotado de manos que los aplaudirán. “Esos que se olvidan de las palabras del fundador de nuestro movimiento”, como dijo un dirigente gremial hace horas, citando: “Quien se dedica a la conducción debe ser profundamente humanista: el conductor siempre trabaja para los demás, jamás para él”.

Por último, unas palabras dedicadas al PRO y a una estrella (que en política pareciera con destino de fugaz): Miguel del Sel.

El Midachi fue, y hasta ahora es, algo parecido a la creación de Menem, esto es Carlos Alberto Reutemann. Un ídolo, querido por la gente. Sólo que llegó de la mano de Macri, no ganó y que, además, la mayoría de los votos obtenidos le pertenecen al peronismo no conforme con el kirchnerismo. Para ser más precisos, esos votos parecen tener otros dueños, a saber: Omar Perotti y Carlos Bermúdez, la fórmula que no ganó la interna peronista por falta de tiempo y propaganda.

Cuando estos referentes vuelvan a la escena, el “fenómeno PRO” probablemente volverá a sus cauces naturales y sin haber dejado construido un espacio de poder significativo, habida cuenta de la escasa presencia de diputados de ese sector, con el añadido de que los pocos que llegaron son, en general, de raigambre peronista.

Otro propietario del voto a Del Sel es la contrariedad de muchos ciudadanos independientes con el modelo nacional. Sin embargo, y al margen, habría que preguntar si elegir con bronca conduce a buen destino.

Y en tren de interrogantes, hay uno que no puede faltar: ¿no es hora, en este país, de que los nuevos participantes en política (sean ídolos o no) comiencen desde abajo adquiriendo experiencia? En ciertos países, como Francia, quien desea acceder a la función pública necesariamente debe ir a una escuela o instituto de especialización. Aquí, a veces, todo se ciñe a poner a una persona conocida para ganar la elección. Y así, como se preguntó antes si se cree probable que prospere una sociedad con especulación política de baja estofa, cabe reflexionar sobre si basta con un ídolo para conducir a una sociedad a un buen propósito.

En fin, ganó el Frente Progresista y ésa es la única verdad, porque es la realidad. En tanto, algunos ausentes por estas horas aguarden quizá mejores tiempos, si es que vuelven para ellos.

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