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Estreno teatro

La cuestión de género, en una comedia bizarra y pueblerina de finales de los años 90   

Hasta el 11 de febrero, el Teatro Municipal La Comedia abre sus puertas al público los viernes y sábados, a las 21.30, para disfrutar de “Remeras negras”, la nueva producción de la Comedia Municipal Norberto Campos  

Fotos: Guillermo Turin Bootello

El sopor, la sinergia pueblerina de finales de los años 90, con un país en ebullición en apariencias lejano, toman cuerpo y acción en Remeras negras, la octava producción de la Comedia Municipal Norberto Campos que luego de su estreno del sábado último para el público en el Teatro Municipal La Comedia, sigue en cartel todos los viernes y sábados, hasta el 11 de febrero, con entradas muy populares.

Hallazgo en términos temáticos, la propuesta que firma Natalia Pautasso surgida de un concurso para obra inédita realizado el año pasado, cuenta con la dirección de Ofelia Castillo, otro hallazgo en ese rol, quien viene de dirigir hace un tiempo el unipersonal Duele (su debut como directora) y el premiado musical-teatral Siemprevivas, a quienes se suma desde la asistencia de dirección otro hallazgo, Vanina Piccoli que, como sus colegas, también es actriz, lo que aporta a ese otro rol como a los demás una sensibilidad y por momentos una precisión que suelen ser infrecuentes.

En términos generales, Remeras negras es una comedia dramática que juega con el humor negro y bizarro pero que, al mismo tiempo, se vale de cierta cuota de nostalgia en su épica. Se trata de la Octava Edición del Programa Comedia Municipal de Teatro Norberto Campos, y cuenta con un destacado elenco integrado por Agostina Pozzi, Antonela Regalado, Gisela Bernardini, Mara Fernández, Miguel Franchi y Remedios Piedrabuena, con diseño de escenografía del Grupo Moqueta y realización de Lucas Comparetto, Guillermo Haddad, Germán Irurzun y Agustín Pagliuca; al tiempo que el diseño de caracterización y vestuario son de Susana Mattanó y la realización pertenece a Lorena Fenoglio y Alita Molina, todas instancias que también fueron concursadas.

Una noche en el cementerio

Remeras negras está ambientada en una noche de verano de finales de los años 90 en Henry Woodgate, un pueblito del interior de Santa Fe. Mariana, Ilse, Flavia y Cintia dan vueltas en auto con sus amigos antes del Festival de Heavy Metal y, como tantas otras veces, terminan en el cementerio, un clásico de los pueblos de todos los tiempos. Pero esta vez tendrán que enfrentarse al desafío de sus vidas cuando aparezcan Hilda y Rogelio Castrobarros, viejos e ilustres habitantes de esa misma localidad, junto a una vieja injusticia que tendrán que remediar y que enfrentará a estas cuatro adolescentes con lo que muchos años después se nombró como empoderamiento femenino.

“Con Natalia (Pautasso) nos conocimos cuando me convocó para actuar en una de sus obras. Me gusta mucho el universo de su dramaturgia, con sus chicas de pueblo raras y queribles, sus historias pequeñas e insólitas que se van conectando en cada una de sus puestas y sus diálogos llenos de humor, de absurdo y de ternura”, contó Ofelia Castillo respecto de un material en el que la problemática de género está muy presente pero de una manera muy original.

“Me interesan mucho las cuestiones de género, que son tan difíciles de incluir en una obra artística sin caer en subrayados y obviedades; el tema de qué justicia es posible cuando nada de lo que se haga puede reparar los daños y al mismo tiempo el humor negro como una manera de resistir y sobrevivir”, sumó la actriz y directora.

Por su parte Natalia Pautasso, nacida en Berabevú en 1982, pueblo fundado precisamente por Henry Woodgate, residente en Rosario hace 20 años, expresó: “La idea de Remeras negras surgió hace años. Las amigas y aventuras por calles de tierra, el heavy metal que tanto odiaba y fue la banda sonora de mi adolescencia. A las cosas que viví pude darles compañía gracias a la ola feminista reciente. El femicidio de Julieta (Delpino, en 2020) en mi pueblo y todo lo que aún implica me hizo pensar en el poder de la ficción, un lugar donde podemos vengarnos de la realidad, donde los muertos que no debieron morir vuelven, los buenos ganan y los malos pierden”.

Asimismo, comentó que la idea de la obra comenzó a tomar forma una noche después de ensayar, cuando volvían con Ofelia en bici desde el oeste hacia el sur, con un frío tremendo. “Charlando, apareció la nueva edición de la Comedia Municipal. Había poco tiempo, nos convocaba la temática y estábamos de acuerdo que lo importante era el qué decir. Ofelia se animaba a dirigir y yo a escribir. Nos presentamos y el proyecto ganó. Empezó otra etapa, un enorme y hermoso equipo de artistas y muchísimo trabajo que nos trajo hasta acá. La obra ya está, sólo le falta el público”, indicó.

Y destacó: “La obra dialoga con otros materiales míos como Henry Woodgate (estrenada el año pasado y de regreso en este 2023) que tienen que ver con pintar la aldea y ser universal, pero la aldea nunca es uno mismo, la aldea son los olores, los colores, la gente con la que uno creció, la generación a la que uno pertenece y ahí está la cuestión: en Remeras… aparece todo eso. Yo soy de Berabevú, está esa idea de pueblo, la misma de Henry Woodgate que transcurre en los 80, pero acá son los 90; se trabajó mucho eso”.

Por su parte, Vanina Piccoli, en su rol de asistente de dirección, expresó: “Con Natalia venimos trabajando juntas (fue una de las protagonistas de Henry Woodgate entre otras obras breves), estamos cerca en todo ese proceso previo del horneado de las obras, pero esta es la primera vez que me sumo en el lugar de la asistencia de dirección. Y este es un equipo que en realidad se juntó para esto, nunca habíamos trabajado todos juntos más allá de que con muchos nos conocemos. En nuestro caso, sí, por las experiencias previas y porque en el teatro independiente uno siempre trabaja con la gente con la que tiene una afinidad, con la que comparte otras cosas, gente que es cercana”.

La obra parte de ese anecdotario pueblerino que dota al cementerio de una sumatoria de cuestiones donde se mezclan lo histórico, la realidad, lo que es edulcorado con el paso del tiempo, pero, como dice la autora que, como la asistente de dirección fueron adolescentes en los 90, “había otra cosas por fuera de lo que pasaba, no vivíamos la cuestión de los 90 de toda la conflictividad social, lo que pensamos hoy históricamente de los 90 la gran mayoría. La obra muestra a uno de esos grupos de amigas adolescentes en una de sus aventuras y también en sus problemáticas que hoy las vemos con otra perspectiva gracias a los feminismos”.

Poner en escena  

Tras la selección de la obra, vino la etapa de elección del elenco que se realizó a través de un casting abierto, y luego los ensayos donde la obra cobra otros sentidos. “Después de la selección del proyecto, de tener la obra, la actuación se apodera del texto; el texto es el pretexto para contar algunas cosas y después hubo todo un trabajo con los actores. Entiendo así el trabajo de la dirección, porque la misma obra va pidiendo o va exigiendo o va decantando en otras cuestiones. Son etapas del proceso creativo, después uno ya se olvida y la obra es la que ves, cuál era el texto que le agregaste, en qué te inspiraste o viste y sumaste, pasa todo a un segundo plano, la cosa va teniendo eso que se le vuelve propio, todo empieza a tener vida propia y se nos termina escapando un poco de las manos”, contó Castillo.

Y sumó el aporte que hicieron las actrices y el único actor en escena, Miguel Franchi: “Hay un grupo de jóvenes actrices que tienen una fuerza, una energía y un gran compromiso, y otros históricos, con gran recorrido, como Miguel Franchi o Gisela Bernardini. Y  el hallazgo en la asistencia de dirección de Vanina Piccoli, que si bien ella es actriz, es su primera experiencia en la asistencia. Es muy importante en esto de la dirección el recorrido previo como actrices que tenemos las tres: es muy importante si para dirigir transitaste esa experiencia porque uno entiende la dirección desde un lugar distinto”.

“La obra transcurre en los 90 en Henry Woodgate, que es un pequeño pueblo del interior de santafesino, donde  hay un grupo de adolescentes en la previa del Festival de Heavy Metal que se hace en el pueblo, ése es el disparador. Dando vueltas en auto por el pueblo, por esas mismas calles que recorren siempre, llegan hasta el cementerio y las dejan ahí. Allí van a aparecer, como en otro plano, Hilda y Rogelio Castrobarros que son otros dos personajes de la obra y también aparece una vieja injusticia para remediar”, contó Pautasso cuidando no spoilear demasiado. Y Casillo sumó con humor: “Hay en el material algo de esas historias de pueblos contadas por padres y abuelos que están en todos los pueblos, porque siempre hay una Llorona, un Lobisón, un Chancho con Cadenas; nunca faltan”.

Otro de los factores determinantes para la concreción de los proyectos de la Comedia Municipal Norberto Campos es el económico: todo el equipo cobra por su trabajo, se paga la etapa de ensayos, la obra seleccionada recibió un premio en dinero, lo que pone en valor la tarea artística al tiempo que busca amplificar un público muchas veces reticente a acercarse al teatro rosarino de producción alternativa que sí ve otro que si bien tiene mucha difusión eso nunca es garantía de calidad.

“Yo trabajo de igual manera con o sin esa remuneración, más allá de los subsidios o los aportes que solemos recibir, por ejemplo, del Instituto Nacional de Teatro. Pero la realidad es que el dinero, en el teatro independiente, nunca alcanza, eso que dejamos para repartir entre actores y actrices se lo termina llevando otra cosa, y acá eso no pasa, cada uno cobra por su trabajo. La gran diferencia es que los ensayos son pagos, eso nunca se ve en el teatro independiente donde uno suma esa actividad a sus trabajos habituales. Acá se cumplen horarios, hay horarios de ensayo y eso es trabajo, porque los actores y actrices de Rosario ensayamos un montón de horas gratis todo el tiempo. Y también la experiencia implica aprender a delegar y a confiar porque hay gente que se ocupa de todas esas otras cosas que implican poner de pie una obra y que siempre las hacemos nosotros mismos. También acerca el público a otras obras más allá de que está eso, que para algunos puede ser un elogio y que yo odio, cuando te dicen «qué buena la obra, no parece de Rosario»”, destacó finalmente Ofelia Castillo, actriz con casi tres décadas de recorrido profesional en la escena local.

Para agendar

Remeras negras ofrecerá funciones hasta el sábado 11 de febrero, todos los viernes y sábados, a las 21.30, en el Teatro Municipal La Comedia (Mitre 958), para luego emprender una gira por otros escenarios de la ciudad en los Centros de Distrito Municipales. Las entradas generales tienen un costo de 500 pesos, hay descuentos especiales, se pueden comprar en la boletería desde una hora antes de la función, en horarios habituales durante el día o bien a través del sistema https://www.1000tickets.com.ar/.

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