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No nos callamos más

La construcción sorora de concejalas que ayudó a Anita Martínez a contar que fue víctima de abuso

La sesión en la que el jueves se trató el protocolo de violencia de género fue un ritual inusual: todas las edilas se sentaron juntas y hablaron desde sus experiencias personales sobre cómo el machismo las marcó. La edila de Juntos Por el Cambio contó que fue abusada a los 9 años


Es la tarde del jueves 2 de julio y el Concejo Municipal de Rosario sesiona en el Palacio Vasallo con distancia social. Concejales y concejalas están distribuidos en el espacio ocupando el recinto y las gradas, con alcohol en gel y barbijos a mano. La presidenta María Eugenia Schmuk anuncia el tratamiento del protocolo de actuación ante situaciones de violencia de género en todo el ámbito municipal, un proyecto elaborado en la Comisión de Feminismos. Le da la palabra a Caren Tepp, de Ciudad Futura: “Pedimos que puedan bajar todas las concejalas mujeres que se encuentran en las gradas y que nuestros compañeros varones se retiren a escucharnos arriba”. En los minutos siguientes el recinto se reorganiza, los varones suben y las mujeres quedan todas juntas. Empiezan a hablar una por una sobre lo que significa la violencia machista y la importancia de crear espacios de acompañamiento seguros y amorosos. Hablan desde la experiencia personal y encuentran en el pequeño gesto de agruparse el ritual para la escucha. Rodeada de mujeres de todos los bloques, la concejala Ana Martínez pide la palabra. Por primera vez cuenta públicamente que cuando era una niña de 9 años fue abusada sexualmente por un primo mayor que ella.

Es la primera vez que el Concejo Municipal de Rosario tiene mayoría de mujeres. También es la primera vez que existe una Comisión de Feminismos. La representación se nota en la transformación de los modos de hacer política. El tratamiento del protocolo de violencia de género es un ejemplo de eso. La iniciativa surgió en la Comisión de Feminismos y fue trabajada entre mujeres de todos los bloques. Según contaron distintas concejalas en la sesión, la comisión fue el espacio en el que pudieron compartir sus experiencias y se dieron cuenta de que todas habían pasado por situaciones de violencia machista de distinto tipo. Esa escucha y esa sororidad se trasladaron este jueves al recinto y fueron muchas las concejalas que hablaron y se emocionaron en la sesión. Todas definieron esa jornada como un momento histórico y se agradecieron mutuamente por ser parte de la gesta colectiva de la ordenanza.

La Comisión de Feminismos y la llegada de la agenda de género y diversidad al Concejo responde a un clima de época, con el Ni Una Menos de 2015 y el debate del proyecto de aborto legal como genealogía. Pero una situación vivida dentro del propio edificio legislativo fue el puntapié para iniciar un trabajo conjunto de las representantes de todos los bloques. En 2018 tres trabajadoras del Palacio Vasallo se animaron a denunciar una situación de violencia de género por parte de otro trabajador. Esas denuncias movilizaron a todo el Concejo y llevaron a las edilas a trabajar en una ordenanza para hacer un protocolo para todo el ámbito municipal más abarcativo que el que se viene aplicando desde hace dos años.

Ese espacio de escucha y sororidad fue el que permitió que la concejala de Juntos por el Cambio, Ana Martínez, decida contar por primera vez públicamente que fue víctima de abuso sexual en la infancia. “Es muy importante que se dé este debate porque son luchas de muchos años. El hecho de ser mujeres hace que vivamos la cosificación desde distintos ámbitos. Esta movilización me toca en lo más profundo. Leyendo cada uno de los artículos en donde las mujeres tenemos la posibilidad de poder denunciar de una manera cuidada, respetada, que sea en un sobre cerrado, como para no sentir la vulnerabilidad y no tener que exponerte: para que no te pase, para que no me pase, para que no nos pase”, empezó la concejala.

“Este es un tema que atravesó todos los sectores sociales y todas las familias y, en ese sentido, siento la necesidad de confesión de parte. Me costó 30 y pico de años decir que sufrí abuso infantil e intrafamiliar. Tuve la contención de mi familia y de mis padres, pero también la mirada que te hace pensar en qué había hecho con tan sólo 9 años para que un primo mayor abusara de una manera continua de mí. Creo que ahí está el punto de inflexión: poder armarnos, poder perdonarnos y que todos tengamos las herramientas para poder trabajarlo. Cuando lo cuento desde el perdón no siento la victimización ni me siento víctima, sino que me siento realmente fortalecida”, dijo Martínez.

“Tengo un hijo varón y una hija mujer y no quiero que les pase a ellos ni a ninguno de los hijos de esta hermosísima ciudad. Hoy podemos decir que nos queremos sanas, no sólo física sino también mentalmente. La manipulación muchas veces hace que nos sintamos confundidas o que escondamos ciertas cuestiones en nuestra inconsciencia. Cuando empezamos a sufrir en los distintos trabajos estas situaciones que naturalizamos nos damos cuenta de que algo nos está haciendo ruido y ese ruido para mí se despertó casualmente en política. Así que agradezco mucho el rol que me tocó de poder trabajar desde mis entrañas contra todo eso que hacía ruido y que no me cuidaba como mujer. Este protocolo es la posibilidad de sanar, de elegir libremente, de sentir libremente y que no sea un peso, sino que sea un abrazo cuando alguien está pasando por una situación como esta”, terminó Martínez, y recibió el aplauso y abrazo de sus compañeras.

Después de que hablaron las concejalas de todos los bloques el proyecto se votó por unanimidad. En las bancadas habían puesto carteles violetas en las que exigieron que el Banco Provincial Santa Fe adhiera a la normativa.

Sobre el protocolo

Después de que todas las edilas hablaran, el Concejo aprobó sobre tablas la ordenanza que permite actuar en toda entidad u organismo de la Municipalidad. También en los ámbitos que a futuro se incorporen en su órbita de actuación; incluyendo los organismos descentralizados, entes autárquicos, empresas o sociedades del Estado Municipal, sociedades de economía mixta o con participación estatal mayoritaria y del Concejo.

Si bien el municipio contaba con un protocolo desde el año 2018, con esta sanción se le da mayor jerarquía convirtiéndolo en ordenanza, incorporándolo como normativa municipal a modo de resguardo ante decisiones políticas coyunturales. Además, ante la reciente creación de la Secretaría de Género y DDHH, se incorpora su actuación como actor con la capacidad y legitimidad para monitorear acciones políticas que requieren de una real perspectiva de género para su ejecución, como es este protocolo.

La ordenanza se enmarca en la Ley de Protección Integral para erradicar la violencia hacia las mujeres, tomando todas las formas de violencia que tipifica y comprendiendo también a personas del colectivo LGBTIQ+.

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