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La otra elección

La comunidad universitaria vibra y va hacia una elección con final abierto

El próximo miércoles se reúne la Asamblea Universitaria que debe ungir al nuevo rector de la Universidad Nacional de Rosario para los próximos cuatro años


Foto: archivo Marcelo Berger

La otra elección. Cuando aún resuena en la comunidad universitaria el bochornoso espectáculo que frustró nuevamente este jueves la elección de decano en la Facultad de Psicología, el tiempo corre y el próximo miércoles se reúne la Asamblea Universitaria que debe ungir al nuevo rector de la Universidad nacional de Rosario (UNR).

En relación a Psicología, la elección de decano fue pospuesta para mañana, y el apuro se entiende: no sólo por la constitución de la Asamblea Universitaria en la misma semana, sino porque el martes vence el mandato del Raúl Gómez Alonso, el actual decano.

En ese marco, el escenario para la elección de rector de la UNR es de final abierto, como hacía mucho tiempo no sucedía.

La alianza de peronistas y radicales que impulsó a Héctor Floriani como rector hoy no lo acompaña. O más exactamente, Floriani se separó de ese espacio político con la indisimulable intención de postularse para un segundo mandato.

Pero la separación del actual rector no fue sólo de “forma”. Su práctica política acompañó “gentilmente” el discurso del gobierno nacional al punto de mimetizarse sin ruborizarse con la gestión Cambiemos.

Sin embargo, el acuerdo entre peronistas y radicales “sigue firme”, sostienen referentes del espacio político.

En este sentido, en marzo pasado se presentó como virtual candidato a dirigir la UNR el decano de Ciencia Política, Franco Bartolacci, cuando las diferencias con Floriani se evidenciaban ya como irreconciliables.

En aquel momento se realizó una convocatoria pública en el teatro de la Asociación de Empleados de Comercio, donde se planteó “construir unidad en la diversidad y discutir un proyecto de institución democrática y feminista hacia el futuro”.

En el acto, Bartolacci estuvo acompañado por José Goity, decano de Humanidades, y Guillermo Montero, decano de Ciencias Agrarias.

Así, la virtualidad mutó en materialidad y el tridente Bartolacci, Goity y Montero redobló esfuerzos e instaló la necesidad de modificar las políticas universitarias aplicadas, tanto desde el gobierno nacional como del Rectorado local.

“Estamos tan lejos hoy como estaba la universidad antes de la Reforma de la sociedad argentina”, sostiene Bartolacci a todo aquel que lo quiera escuchar.

Y agrega, en una suerte de declaración de principios: “Hay que construir con memoria, por más democracia. Por una democracia horizontal y participativa de excelencia y popular. Una universidad desde la lógica del feminismo, no con un acervo oportunista sino genuino. Tenemos que hacer de la UNR una institución integrada y armar un proyecto de consenso”.

Así, la candidatura de Bartolacci en la actualidad tiene presencia en 11 de las 12 facultades, lo cual se puede traducir en votos en la Asamblea Universitaria. Como era de prever, la única excepción es Odontología, que aún orienta el inagotable ex rector radical Juan Carlos Millet.

En paralelo, la candidatura de Floriani no cosecharía apoyos en Ciencia Política, Ingeniería, Humanidades y Arte, Agrarias ni en Bioquímica. En el resto de las unidades académicas estaría en minoría.

En tanto, entre los decanos, también gana Bartolacci: “Cinco a tres”, aseguran referentes que se dicen imparciales.

Sin embargo, existe un tercer actor de peso: el socialismo y su larga trayectoria en la comunidad universitaria.

En los comienzos de la disputa electoral por el Rectorado de la UNR se postuló sin tapujos a la actual ministra de Educación y virtual diputada provincial por el Frente Progresista, Claudia Balagué. Y si bien es cierto que desde las mismas filas del socialismo han dejado de “agitar” su nombre, es temprano, pese al poco tiempo, para descartar su postulación.

En este complejo escenario hay una coincidencia, tanto para la alianza peronista-radical como para el socialismo: Floriani “es el límite”.

Así, el actual rector, además de los votos propios (“escasos”, argumentan todos los actores políticos) sólo contaría con el apoyo explícito de Millet, quien ha demostrado que aún mantiene aceitados contactos para mantenerse vigente en la vida universitaria.

Como sea, a la hora de contar los porotos, hasta ahora, Bartolacci cosecharía alrededor de 100 contra 70 a 75 de Floriani, y el socialismo juntaría alrededor de 50 voluntades.

Así las cosas, el próximo miércoles, desde las 8.30 comenzará a sesionar la Asamblea Universitaria en la Facultad de Ingeniería.

Un párrafo aparte merece es el funcionamiento de la asamblea. La comunidad universitaria (alumnos, docentes, no docentes y graduados) agrupa, según datos aproximados, a alrededor de 90.000 personas.

Sin embargo, la asamblea está compuesta por 276 integrantes (14 graduados, 14 no docentes, 12 decanos, 132 docentes y 104 estudiantes). Un esquema que, sin duda, necesita una reforma, tal vez tan profunda como la impulsada en Córdoba hace 101 años.

Pero el miércoles se votará con este esquema. El quórum  se alcanza con 139 asambleístas presentes.

En esa línea, la primera y segunda vuelta de la votación se resuelve con mayoría absoluta (la mitad más uno de los miembros), y recién la tercera ronda es por mayoría simple, que es la mitad más uno de los presentes.

Consultados a los principales referentes de todos los espacios políticos, concuerdan que la fumata blanca que ilumine al nuevo rector surgirá de esa “última vuelta”.

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