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La ciudad de los niños asesinados

Bebés en brazos, niños atrapados en balaceras, pequeños jugadores de fútbol que no volverán a soñar con ser grandes. Y la eterna justificación que exonera culpas: el por algo será, en qué andaban los padres

Foto: Juan Jose García

El horror vino de la mano del ataque a balazos al frente del comercio del suegro de Lionel Messi, pero los niños y niñas muertos no causan nada.

Son chicos que viven en los barrios populares de Rosario, que como todo pibe de barrio suele estar en la puerta de su casa, en los brazos de sus padres, jugando en un patio de tierra.

Esas muertes no generan marchas, no eyectan jefes policiales, ni traen caravanas de medios nacionales ni diputadas con chalecos antibalas en las calles.

Los políticos opositores y los oficialistas no hablan. No proponen evitar la muerte. No son títulos. Representan sólo el espanto que se vive a diario junto con la indiferencia.

El 2022 tuvo su pico máximo de homicidios en el departamento Rosario. Fueron 288 crímenes, pero a diferencia de lo que venía ocurriendo en años de anteriores, ésta cifra incluye un aumento de victimas mujeres y niños.

Es que se registraron 33 muertes violentas de menores, de los cuales 29 fueron a balazos. Al menos en 26 casos las balas fueron atribuidas a contextos de narcocriminalidad.

Y del total de crímenes, el 70% se inscriben en esa causal y el 89 por ciento de los asesinatos se cometieron con armas de fuego, según los datos del Observatorio de la Seguridad Pública (OSP) de Santa Fe.

Bebés en brazos, niños atrapados en balaceras, pequeños jugadores de fútbol que no volverán a soñar con ser grandes. Y la eterna justificación que exonera culpas, el por algo serán en qué andaban los padres.

Los niños y las niñas habitan los barrios, juegan en las calles y en sus casas. A esos niños los alcanzan las balas desde las ventanas, o en las precarias canchitas, o en los brazos de sus padres.

Esos niños no sólo merecen justicia, sino una ciudad mejor para vivir.

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