Coronavirus

Opinión

La ciencia argentina no está en peligro, tampoco en cuarentena y menos bajo una “infectadura”

Hace unos días, un autodenominado grupo de intelectuales y científicos cuestionó duramente la cuarentena. El documento es grave no sólo por su oportunismo y su desfachatez, sino porque calificó a los expertos que asesoran al presidente de ignorantes y de estar acostumbrados “a lidiar con ratones"


Carlos A. Lator *

Hace unos días, un autodenominado grupo de intelectuales y científicos cuestionó duramente la cuarentena. Acusó al gobierno nacional de instalar una “infectadura” y de poner en peligro la democracia. Es más, llegó al extremo de incitar a la desobediencia civil.

El documento es grave no sólo por su oportunismo político y su desfachatez, sino porque calificó a los expertos que asesoran al presidente de ignorantes y de estar acostumbrados “a lidiar con ratones de experimentación”, en indisimulada mención a su supuesta impericia para tratar con seres humanos.

Veamos.

En el mes de abril, 25 científicos del Instituto Nacional de Microbiología Doctor Carlos Malbrán, lograron identificar las tres cepas del Covid-19 que prevalecen en nuestro país. Un hallazgo fundamental para conocer las cadenas de trasmisión y la efectividad de los test que se aplican.

Por su parte, científicos del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), que trabajan en el Instituto de Ciencia y Tecnología César Milstein, asociados con el laboratorio Cassará, desarrollaron una prueba para diagnóstico del Covid-19, denominada Neokit Covid-19. Es un test que detecta el genoma del virus SARS-Cov-2 con la misma sensibilidad que el PCR, con la ventaja de que se produce en Argentina y es mucho más económico.

Otro equipo, en el Instituto Leloir, creó unas pruebas, llamadas serológicas, que sirven para detectar si una persona posee anticuerpos para el Covid-19.

Hace unos días se supo también que el Conicet y la Universidad Nacional de San Martín están trabajando en el primer proyecto para la obtención de una vacuna contra el coronavirus en América latina.

Además, están avanzados, y con señales muy alentadoras, algunos estudios referidos al uso de plasma de pacientes recuperados de Covid-19. Es una línea terapéutica que se conoce en Argentina a raíz del uso de la misma técnica para el tratamiento del mal de los rastrojos. En el Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas Doctor Julio Maiztegui, de Pergamino, se acumula una valiosa experiencia en este sentido.

A todos estos programas se suman otros de gran valor para hacer frente a la pandemia que flagela al mundo y a nuestro país.

En efecto, la fábrica estatal de nanosensores de Misiones está produciendo termómetros infrarrojos inteligentes y se encuentra muy cerca de ser uno de los tres establecimientos del mundo que elabora este tipo de instrumentos.

La necesidad de respiradores se convirtió en un elemento imprescindible para atender a los pacientes infectados por el coronavirus, una enfermedad eminentemente respiratoria.

El Inti (Instituto Nacional de Tecnología Industrial) en conjunto con pequeñas empresas, organismos públicos y un consorcio del área del Ministerio de Defensa de la Nación elaboró, en tan sólo 55 días, un respirador alternativo para enfrentar situaciones de emergencia o picos de pandemia.

Del mismo modo, la empresa rosarina de ingeniería Inventu, la Universidad Nacional de Rosario y la Universidad del Nordeste están fabricando un respirador artificial que ya se está ensamblando en la provincia de Corrientes.

A su vez, la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional del Centro (de la provincia de Buenos Aires), en su sede de Olavarría, también diseñó un modelo de respirador artificial que va a costar el 10 por ciento del valor que este mismo producto tiene en el mercado internacional.

Estas son sólo algunas de las tantas iniciativas que la ciencia argentina generó en estos meses de cuarentena. Son proyectos financiados con aportes y subsidios del gobierno nacional, de los gobiernos provinciales, y de las pequeñas y medianas empresas del país.

Los insumos que se utilizan son en su mayoría de origen nacional y el valor de los productos que se obtengan están pensados para que sean de bajo costo y de fácil acceso para toda la población.

Una verdadera apuesta a la soberanía sanitaria, científica y tecnológica donde se conjugan los planes de las universidades públicas, los centros de investigación y, en esta pandemia, las demandas de toda una comunidad.

En definitiva, lo que les molesta a los firmantes del citado documento –en su mayoría funcionarios y adherentes al macrismo– es que Argentina recuperó la presencia del Estado, el Ministerio de Salud de la Nación y la investigación científica al servicio de los intereses nacionales y populares.

Nos queda para el futuro cercano seguir promoviendo este potencial inmenso que retoma nuestra rica tradición científica con un profundo sentido federal. La creación de conocimiento y la incorporación de valor agregado pueden convertirse en un pilar fundamental para el desarrollo del país. Una fuente clave de crecimiento genuino, trabajo y justicia social.

(*) Docente. Ex Intendente de Chos Malal. De vaconfirma.com.ar

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