Ciudad

Arqueología urbana

La Basurita: cómo se puede rescatar parte de la historia de Rosario a través de sus desechos

Se trata del primer vaciadero municipal que existió entre 1870 y 1890. La ciudad era diferente, aquella montaña medía 15 metros de altura por 100 de ancho y fue el destino final de lo que traía el carro y con los años dejó rastros de cómo era el consumo de aquella época en su descarte


La Basurita, c. 1911 (Gentileza Soccorso Volpe)

Rosario 1872. El ex Pago de los Arroyos promovido a ciudad veinte años antes, con poco más de mil habitantes, donde no existían bulevares ni grandes avenidas y comenzaba su creciente expansión demográfica. El escenario donde, explosión mediante, nació un espacio que sirvió de vaciadero municipal, el primero que tuvo la ciudad. Allí iban a parar los desechos. Se lo conoció también como La Quema o La Pólvora, una montaña de 15 metros de altura y 100 de ancho. Albergó basura desde 1870 hasta 1890. Aún hoy se pueden observar en el lugar los materiales que resistieron el paso del tiempo y con ellos husmear el consumo de los habitantes, en buena medida condicionado por la segunda revolución industrial.

¿Dónde se encuentra?

 

En lo que hoy llamamos avenida Belgrano entre Cerrito y Pasco, entre los restaurantes SunderLand y Wembley. Antes era barranca y luego el río Paraná. Por eso esa zona era llamaba El Bajo.

Fotos: Franco Trovato Fuoco

 

Rosario estaba dividido, al igual que hoy en anillos. El primero definido por los bulevares en el centro, no existían, pero si estaba la idea de hacerlos. Una segunda rueda que eran los suburbios y finalmente el extramuro que no era ciudad, pero si estaban las quintas y campo. El basural estaba bien en las afueras de lo que era la ciudad en 1870.

Plano del Ing. Piaggio, año 1900. Ministerio de Obras Públicas. Se ve el vaciadero.
¿Cómo se origina?

 

La historia, que está documentada, habla que se produjo la explosión de un depósito nacional de pólvora y dio origen a ese espacio en 1868. La Basurita es el resultado del  relleno de un cava efectuado artificialmente por dicha explosión.

El arquitecto, antropólogo e investigador Gustavo Fernetti en diálogo con El Ciudadano explicó que si bien no hay una relación entre la explosión y el vaciadero, la explosión dio nombre al lugar. Fue denominado también “La Pólvora”, “La Quema”, “Vertedero Municipal” u “Horno de las basuras”. La ciudad tenía la necesidad de volcar en un espacio la basura. La basura de La Basurita es la de restaurantes, fondas, hoteles, barracas, casas y conventillos.

Las relaciones entre la arqueología y antropología urbana.
El caso de la “Basurita”

 

Hubo concesión municipal hasta 1891. Con el crecer de la ciudad, el depósito de basura se fue corriendo hacia las afueras. Se inauguró en la década del ’20 el basural de Jesús Pérez en 27 de febrero, se llamaba La Lagunita.

La arqueología urbana ha investigado el lugar ya que en la actualidad se pueden encontrar restos y huellas del pasado y del consumo de los rosarinos. Han estudiado el espacio desde alrededor de 1981.

La Basurita, c. 1911 (Gentileza Soccorso Volpe)

 

La Basurita, c. 1911 (Gentileza Soccorso Volpe)

 

¿Qué materiales se encontraron?

 

Fernetti explicó que han hallado material muy retorcido por el fuego, otros que eran reutilizados como el vidrio para las vidrierías que lo compraban y hacían vidrios nuevos y los huesos para utilizarlos como combustible.

Mucha de aquella basura era quemada, pero otras se han ido degradando con el paso del tiempo y otras tantas han dejado huella, para mostrar cómo era el consumo de aquel entonces. Son varios los elementos de interés y de los que se han desarrollado investigaciones.

Se han encontrado vajillas, muñecas de cerámica, botellas de ginebra, de cerveza, pipas, carozos de frutas, botones, etc.

Se ha encontrado mucha loza, porque no se reutilizaba y eso dejó entrever algo más que una simple vajilla desechada. “Una de las cosas que encontramos es que la visión de decoración cambio mucho de 1870 a 1920. En la época de los gauchos era muy importante el colorido, había muchas vajillas de colores, cuando pasó el tiempo empezó a ser bicromático, y no fue casual en medio había pasado la segunda revolución industrial, ya no era alguien con un pincel pintando sino que eran máquinas con matrices que producían constantemente. No es que cambiaron los gustos, es que trajeron otras cosas, hay un consumo dirigido a ese tipo de objeto y se pierde lo florido, lo multicolor”. Y continuando con un ejemplo  de la industria cultural y de consumo señala: “Es el modo de producción el que dice qué comprar. Hay una diálectica entre lo que hay en el mercado y tus gustos, un momento que es tan fuerte el mercado que cambiás el gusto”.

Otro cambio que se notó es en el consumo de animales. “Obviamente no vas a encontrar fideos”, aclara para entender que el paso del tiempo solo hace perdurar algunos materiales. “Se consumía vaca, pero también hemos encontrado huesos de cordero, ahora es raro que alguien coma cordero en su casa así como el chivito”, ejemplifica.

Se han encontrado muchos carozos de duraznos y damascos. Eso demuestra un fuerte consumo de las frutas. “Plantas que eran buscadas por su fruto y además el carozo servía para hacer leña”, cuenta Fernetti.

El investigador sostiene que antes no era tema de conversación la basura, ni existía una recolección sistemática. “Sospechamos que al principio no fue consumo de las casas rosarinas sino de almacenes, bazares, restaurantes. No es que la gente tenía los platos que hemos encontrado sino que eran de bazar o restaurantes. Muchos de 1880 y 1890 los encontramos también en Hughes, San Lorenzo, Teodelina, Melincué como si se hubiera todo de un bazar lo mismo que hemos encontrado cervezas con el corcho puesto. Para romper una cerveza no era fácil eran de cerámica gruesa, por ahí se cayó un cajón y el mismo pesos de las otras botellas rompieran las de abajo”.

Se han encontrado botones marca Prosser, eran franceses, muy comunes y de una pasta muy resistente. Se usaban en la ropa, en las polainas, etc.

Ropa no se ha hallado ya que no resiste muchos años. Pero si hebillas de metal, pipas de cerámica que eran usadas por marineros. “Suponemos que algunas también de bazar porque tenían propagandas, eran pipas muy populares de clases bajas, habían unas de cerámica de lujo que eran holandesas, pero de esas no han aparecido por acá”, señala Fernetti caminando sobre el suelo de lo que fue La Basurita.

Las relaciones entre la arqueología y antropología urbana.
El caso de la “Basurita”

 

Continúa enumerando: juguetes (de cerámica), fuentes platos y aclara “lo que no encontramos son herramientas, se ve que no se tiraba nada se reutilizaba.

Otro dato interesante es que se hallaron diarios conservados por la humedad del basural. Unos periódicos corresponden al diariox“El Mensagero” (1883 a 1885) que se hallaron dentro de un envase de hojalata, probablemente de conservas.

Volviendo a los platos, Fernetti recuerda que han encontrado tres pedacitos de un plato que contiene una escena china que no ha aparecido en otros lugares, pero si emparchado en algunas casas, quiere decir que se reutilizaba.

“Hay unos platos con unas figuras de espigas de trigo, acá hemos encontrado pocos, si muchos más en barrios”, explica y dice que eran platos obreros.

 

También platos con flores muy pequeñitas, losas bandeadas, que eran muy comunes de dos colores.

Trabajo de campo

 

Allí en el terreno de donde fue La Basurita estuvo Gustavo Fernetti explicando y detallando lo que se ve a simple vista pero que no muchos conocen. “Esta tierra es de la Basurita original, agarra y deshace entre sus dedos la tierra y casi sin desprenderse aún el bodoque de tierra dice esto es un hueso de pollo, esto es un vasito muy viejo, fijate el color y ahí un vidrio antiguo”, dice.

Caminando por ese pedacito visible en calle Belgrano recordó que se encontraron unas placas con la numeración de casas. “Había 75 en la ciudad y solo quedaban 5, encontramos acá varios pedazos de placas rotas, estaban rotas a martillazos por lo que el estudio determinó que fueron destrozadas porque habían cambiado la forma de numerar las cosas. Ya no era por casas sino por calles. Esos golpes en las placas implican fuerzas municipales nuevas. La numeración la marca los primeros números de una calle, quiere decir que existe un domicilio legal, el cartero sabe dónde estás es decir el Estado tiene control sobre el ciudadano”, concluye.

Grupo de investigadores

 

Fernetti explica que son cuatro personas las que conforman el grupo que encabezan las investigaciones arqueológicas en La Basurita. Dependen del Centro de Estudios de Arqueología Histórica de la Universidad Nacional de Rosario. El director es Soccorso Volpe, codirectora Mónica Valentini, Irene Dosztal, en la parte de laboratorio y Gustavo Fernetti en la parte de armado de colecciones.

Fernetti vuelve a hacer hincapié en que los basurales han sido espacio de estudio sobre el consumo a través de los desechos. Pero su trabajo de campo es dificultoso, por la dinámica estratigráfica propia, que tiende a mezclar capas de deposición  ya que la remoción y venta de la basura alteró las numerosas capas de deposición casi a diario. “Es la mecánica de un basural”, dice y agrega: “Es una mecánica muy urbana, aún hoy funciona, uno puede encontrar material de ayer, de hoy, se trabaja sobre lo que trae el carro no sobre una capa en el suelo que deposito el tiempo, es distinto”.

Fotos: Franco Trovato Fuoco
Juguetes actuales en medio de basura antigua

 

Con una pandemia de por medio los trabajos han quedado varados. Se han realizado muchos trabajos de campo por parte de la Facultad aunque “estamos limitados por el programada educativo, excavamos hasta encontrar suelo estéril, pero eso no quiere decir que abajo no sigan existiendo cosas”, señala el arquitecto y antropólogo.

Los primeros trabajos datan de 1981. Hay colecciones, hay investigaciones y trabajos científicos sobre los materiales encontrados. Y aún se continúan investigando.

Una mirada a La Basurita, el primer Vaciadero Municipal

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