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La “primera nieta” de Abuelas contó su vida

Carla Rutila Artés identificó a represores que visitaban a su apropiador, Ruffo.

La primera nieta recuperada por las Abuelas de Plaza de Mayo, Carla Rutila Artés, identificó al ex agente de inteligencia de la dictadura Aníbal Gordon, al hijo de éste, al fallecido general Otto Paladino y al también “servicio” Raúl Guglielminetti, entre otros, como miembros de la Triple A y como asistentes “semanales” a los asados que organizaba su apropiador, Eduardo Ruffo, también integrante de la misma “banda” de represores que una vez en democracia se dedicó al delito común. La joven relató ayer su experiencia en una conferencia de prensa encabezada por la presidenta de Abuelas, Estela de Carlotto. Artés vive desde hace 23 años en España, pero viajó a la Argentina para testificar en la causa conocida como “Automotores Orletti”, que investiga los crímenes cometidos en ese centro clandestino de detención que funcionó en un taller mecánico del barrio porteño de Floresta en el que operaba su “padre”. Por allí pasaron presos políticos de otros países en el marco del denominado Plan Cóndor, por el que varias dictaduras de Latinoamérica coordinaron la represión en la década de los 70.

El viernes pasado, Rutila Artés reconoció al ex agente civil de inteligencia del Ejército Guglielminetti, quien actuó en Orletti, como uno de los asiduos concurrentes a la casa de su apropiador. Además, identificó al propio ex espía Ruffo, quien fue su padre adoptivo hasta los 9 años, cuando ella dejó de llamarse Gina Ruffo para recuperar su verdadera identidad gracias a la tarea de Abuelas. “Se me ha quitado una mochila de encima al poderme enfrentar a Ruffo. Él era incapaz de mirarme a la cara. Ha sido una reparación muy importante”, señaló la mujer, que ya tiene 35 años y tres hijos. Relató también que desde los tres años fue “abusada sexualmente” por Ruffo, además de ser sometida a varias “palizas” y cambiada en ocasiones de aspecto para que no pudiera ser encontrada por su verdadera abuela.

Carla brindó su testimonio ante el Tribunal Oral Federal 1, y ayer dio a conocer su historia. Es hija de Enrique Joaquín Luca López, uruguayo y militante de Tupamaros que fue asesinado el 19 de septiembre de 1976, y de Graciela Antonia Rutila Artés, quien aún se encuentra desaparecida.

La pareja vivió un tiempo en Bolivia –ambos militaban en el Ejército de Liberación Nacional de ese país– y Carla nació el 28 de junio de 1975 en Miraflores, Perú.

Graciela fue detenida junto a su hija el 2 de abril de 1976 en la localidad boliviana de Oruro, y según consta en un radiograma oficial, el 29 de agosto de ese mismo año las autoridades de Bogotá entregaron a ambas a las fuerzas de seguridad argentinas, luego de lo cual quedaron “a cargo” de Gendarmería Nacional, que las trasladó al centro clandestino Orletti. Carla fue apropiada e inscripta como hija propia con el nombre de Gina por el matrimonio de Amanda Cordero y Eduardo Ruffo, uno de los represores responsables de ese centro de detención y torturas.

La primera nieta recuperada dio otra sorpresa al relatar cómo fue la vida de los Ruffo y de ella cuando comenzaron a buscar al apropiador. “Durante los dos años en que estuvimos prófugos éramos itinerantes. Tres meses en un lado, tres en otro. Hubo una pelea entre policías. Cuando unos querían cazarlo, los otros no. Entraban en discusiones y cuando sabían esto, a los tres meses se cambiaban de casa”, dijo Carla con marcado acento español.

Según fuentes de Abuelas, la sentencia de la causa Automotores Orletti podría conocerse a fin de año.

De represores a piratas del asfalto

En la conferencia de prensa, Carla dijo que “Aníbal Gordon y su hijo, Leonardo Save, Otto Paladino y Enciso” pasaron por la casa de Ruffo, ubicada en la esquina porteña de Soler y Billinghurst. Relató que los encuentros se hacían “muy frecuentemente, al menos un día por semana se hacía un asado, y ahí se veían armas, se veían bastantes cosas”.

La nieta recuperada también sugirió que los miembros de la Triple A que se reunían en la casa de su apropiador en forma semanal podrían haber sido piratas del asfalto.

“Las cosas que arrebataban  las tenían en bolsas de basura gigantes. A los niños (por ella y otros hijos de represores) siempre nos decían que no se podía tocar eso. A lo mejor podían estar un par de días en casa, luego se lo llevaban. Pero a los dos días aparecían nuevas cosas”, precisó la mujer.

Carla contó que en el tribunal dijo “haber visto un arsenal de armas en casa (de Ruffo), haber visto muchísimo dinero, inclusive cosas robadas de algunos operativos a los camioneros. En ese momento asaltaban camiones y se llevaban el material. El material pasaba por casa”.

El testimonio de la mujer ante el Tribunal fue importante, de acuerdo con la evaluación de Abuelas. “Según me han contado, mi rueda de reconocimiento de fotos fue bastante acertada, con lo cual quiere decir que acerté los nombres y de las que no conocía el nombre me acordaba de los nombres de los hijos. Fue una forma de lograr credibilidad”, subrayó por su parte Carla.

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