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Reflexiones

Indignan juegos para niños promovidos por adultos

Hace unos días junto a un grupo de docentes organizamos un festival por la convivencia escolar contra el acoso, el maltrato y la discriminación.


Hace unos días junto a un grupo de docentes organizamos un festival por la convivencia escolar contra el acoso, el maltrato y la discriminación. Nuestro lema, “Si nos reímos, nos reímos tod@s”, resume la idea y el deseo de que podamos divertirnos sin hacerlo a costa de los demás, sin embromar a otro, sin la burla, sin el desprecio, sin la marginación.

¿Resulta tan difícil reírnos entre todos sin hacerlo merced al otro? ¿Resulta tan difícil hablar de nuestros rasgos positivos y disfrutar de ello? ¿Es necesario para divertirnos hacerlo a costa de los “defectos” o “diferencias” de los demás? ¿Hasta dónde influyen en las actitudes de niños, jóvenes y adultos los contenidos de los medios de comunicación donde prima la burla, la cargada, la diversión a costa del malestar de otros? Programas como Showmatch, entre otros, muestran notas y números como divertidos ridiculizando a personas por sus “diferencias”.

El juego de las llaves

Desde hace un tiempo recibimos comentarios sobre un “juego” (si así puede llamársele) que practican en diversos salones de eventos, en cumpleaños para niños y preadolescentes. El supuesto juego se denomina “la llave” que comenzó siendo algo circunstancial y hoy es “el juego”, momento culminante de muchos cumpleaños, en esta ciudad.

Se trata de llaves que da el coordinador/a al cumpleañero, las cuales tienen un significado y serán entregadas a distintos invitados: hay llave para el más inteligente, el más deportista, la más linda, el más lindo, la más simpática y simpático, el más divertido y la más divertida.

Hasta ahí más o menos vamos bien, si no se considera que hay quienes pueden sentirse excluidos, pero eso no es todo, lo que motiva nuestro escrito de hoy son las “otras llaves” que le tocan a los demás chicos: el más aburrido, la más aburrida, él o la olfa, el o la chupamedias, el más burro y la más burra.

Es en función de estas últimas llaves por las que nos manifestamos indignados. Niños que salen tristes de donde, supuestamente, fueron a divertirse. Niños que llegan a su casa y no hablan porque la vergüenza del momento les dura y sólo días después, cuando llega otra tarjeta, les dicen a sus padres que no quieren ir más a cumpleaños.

El rol de los adultos

Si la “crueldad” infantil, debido a la falta de desarrollo de la empatía o consideración por el otro, nos es ya conocida, los adultos, y más los encargados de organizar ese tipo de eventos, deberían saberlo, tenerlo en cuenta y evitarlo, no incentivarlo.

Es increíble que este juego sea propiciado por los propios organizadores de los eventos sin tener en cuenta la sensibilidad de los niños y sus sentimientos.

¿Acaso no saben que colocar etiquetas es insano psicológica y socialmente para los niños? ¿Acaso ignoran que las etiquetas no definen la complejidad de los seres humanos? ¿A alguien le parece divertido que un niño que va a pasar un rato ameno salga con el mote de chupamedias, aburrido, olfa buchón o burro?

Lo que parece un inocente juego es utilizado para efectuar acoso, discriminación. Según quién cumpla los años es quien liga las “llaves malas”. Una madre nos comentó que le solicitó especialmente a la coordinadora del salón sólo poner llaves positivas o directamente, no hacerlo. Pero parece que el buen criterio no abunda, ya que el juego se ha generalizado como el “momento importante” en muchos cumpleaños.

Los adultos tenemos una responsabilidad en la formación de los niños y adolescentes en valores y respeto por el otro. En momentos de trabajo como en la escuela, pero también en momentos de diversión y entretenimiento. Reírse y disfrutar a costa del sufrimiento de otro, poner etiquetas, no sólo cierra las mentes aún tan jóvenes a la compleja tarea de entender y aceptar al otro. Por el contrario, “cosifica”, deshumaniza a los grupos humanos en vez de humanizarlos y sensibilizarlos.

También en graduaciones

Por otro lado, nos enteramos que  lamentablemente en las fiestas de graduación de los egresados del secundario existe otra “diversión” que consiste en colocarles bandas a las chicas y chicos con apodos. Pero todos estos apodos basados en términos negativos de diferencias, de burlas, de defectos, hacia cada uno de los chicos que pueden según el grupo aceptarlos o no. Claro que el no hacerlo supondrá nuevas burlas por no “bancarse” la broma.

Les preguntamos a los  organizadores de fiestas de graduación, por ser ésta quizás la última fiesta que reúna a todos los chicos que compartieron años de escuela secundaria si no sería mejor que esas bandas tengan mensajes con cualidades positivas. Si no se les cae una idea podemos facilitarles algunas: gran compañero, solidario, deportista, estudioso, amigo, divertido, alegre, colaborador, siempre listo, gran asador, gran cocinera/o, sentimental, dulce, sensible, buena onda, gran bailarín, gran músico, gran orador o chamuyero, como prefieran.

Para pasarla bien no hace falta reírnos de los defectos de los otros, se puede disfrutar destacando sus virtudes. Eso nos hará bien a todos.

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